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Photos Courtesy of Broad Arrow Auctions

Con menos de 300 ejemplares construidos entre 1987 y 1988, cada Porsche 959 es especial de por sí. Para Porsche, el 959 no era únicamente un muestrario de tecnología, sino también su más acertada visión del futuro. Con su tracción integral y su seis cilindros bóxer biturbo, es el abuelo de los modernos 911 Turbo y todavía le quedan fuerzas para lanzarse junto a sus descendientes en un tramo de carretera comarcal. Pero lo que ha sacado a subasta este año Amelia Auctions es un 959 de un pedigrí inusual, tanto como para inspirar no uno, sino dos linajes de bestias del asfalto: el mencionado 911 Turbo y el coche que conocemos como Godzilla.

Con el número de lote 220 figura un 959 SC de 1988 bendecido por el veterano piloto Bruce Canepa y los expertos de su taller especializado al sur de San José (California, EE UU). Sólo ya por eso es una joya, engalanada con cuidadas mejoras que equiparan sus prestaciones a las de un supercoche actual sin perder el espíritu del 959. Y es que, tan sólo míralo. Con su pintura verde oscura y su interior en cuero caoba, es un calco de lo mejor que haya podido fabricar jamás Aston Martin.

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"Sólo trabajo con coches originales, lo mejor de lo mejor", cuenta al teléfono Bruce Canepa desde su taller. "A estas alturas, los coches nos encuentran a nosotros, la gente sabe que los buscamos, y me llaman constantemente".

A Canepa bien se le podría llamar Míster 959. Hace décadas, cuando el 959 era relativamente desconocido en EE UU, intervino de manera decisiva en el avance de las leyes que permitieron circular legalmente por el país a los coches de producción limitada, con ciertas restricciones. Organizó las importaciones de algunos de los 959 más conocidos, como los de los cofundadores de Microsoft Paul Allen y Bill Gates. A lo largo de los años, los talleres de Canepa han reparado o vendido casi un tercio de todos los 959 construidos. Si quieres conducir tu 959 -porque están hechos para conducirlos, y no para tenerlos parados sobre una peana-, Canepa es el hombre al que querrías acudir.

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Por esa misma razón, cuando un ingeniero jubilado de Nissan quiso encontrar un nuevo hogar para un 959 que llevaba más de 30 años parado, su mensaje llegó a Bruce. Según se cuenta, allá por finales de los ochenta, Nissan se dirigió formalmente a Porsche para adquirir un 959 como estudio de desarrollo. Porsche, que entonces perdía dinero con cada 959 que construía, rechazó la idea. Así pues, un intrépido ejecutivo de Nissan fue más listo, consiguiendo que un anónimo ciudadano belga encargase un 959 Komfort de 1988 en Polar Silver para enviarlo después a Yokohama.

Allí, fue desmontado pieza por pieza mientras Nissan estudiaba la viabilidad de un sistema de tracción integral que estuviese ajustado para las prestaciones puras, y no sólo para obtener más agarre sobre la nieve y otros firmes deslizantes. Y aunque el sistema Porsche-Steuer Kupplung (PSK) difería en su planteamiento mecánico del ATTESA ET-S de Nissan (Advanced Total Traction Engineering System), está claro que los ingenieros nipones aprendieron algo después de diseccionar el 959.

El Nissan Skyline GT-R R32 apareció con su ATTESA ET-S trasladando al asfalto la fuerza de su seis cilindros en línea biturbo, y reventando a sus rivales en los campeonatos para turismos. Un periodista australiano lo apodaría Godzilla, dando pie a la leyenda. En cuanto al 959 de Nissan, fue vendido a un ingeniero que jamás lo matriculó. Apenas salió a la calle durante años, llegando al taller de Canepa con menos de 1.600 km en el marcador.

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La preparación 959 SC de Canepa es un proceso de conversión que dura varios años y donde no se repara en gastos. El coche recibe el esquema de suspensiones del 959 Sport, más simple y ligero, rematado por las llantas de 18 pulgadas que siempre mereció montar junto a neumáticos modernos. El seis cilindros bóxer se reconstruye en torno a dos turbocompresores Borg-Warner para entregar más de 800 CV. El amoroso propietario elige una combinación de colores única, de modo que no existan dos ejemplares iguales.

"Actualmente, construiremos 50 de éstos", dice Canepa, dejando caer que tiene ahora mismo entre manos otra media docena de 959 en proyecto, incluyendo uno en el espectacular tono rosado Rubystone. "La demanda existe, pero sólo serán 50".

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La puja ganadora por esta expresión definitiva del 959 deberá ser cuantiosa, pues se calcula que estará en torno a los 3,5 millones de dólares. Pero, a cambio, no sólo te llevarás un coche que puede retar a un Lamborghini moderno a la vez que se siente compacto y ágil, como el 911 de los ochenta con el cual comparte ADN. Al mismo tiempo, se trata del único 959 que ha inspirado tanto al actual 911 Turbo como a los legendarios Skyline GT-R. Visto de otro modo, en su tiempo su gran rival fue el Ferrari F40, y un ejemplar decente de uno de estos últimos costaría más o menos lo mismo y sería cuatro veces más común.

Todos los 959 son especiales. Esta unidad es todavía más especial aún. Es un sueño tanto para los devotos de la refrigeración por aire como para los acólitos de la saga A Todo Gas. Y el 29 de febrero encontrará un nuevo dueño.

Vía: Road & Track
Lettermark
Brendan McAleer
Contributing Editor
Brendan McAleer is a freelance writer and photographer based in North Vancouver, B.C., Canada. He grew up splitting his knuckles on British automobiles, came of age in the golden era of Japanese sport-compact performance, and began writing about cars and people in 2008. His particular interest is the intersection between humanity and machinery, whether it is the racing career of Walter Cronkite or Japanese animator Hayao Miyazaki's half-century obsession with the Citroën 2CV. He has taught both of his young daughters how to shift a manual transmission and is grateful for the excuse they provide to be perpetually buying Hot Wheels.
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Especializado entusiasta en motor, competición, historia y técnica del automóvil. Eterno aprendiz, también, en el novedoso sector de la movilidad sostenible. Licenciado en Periodismo con varios años de experiencia en esto de hablar sobre las cuatro ruedas.