Probamos los motores Ingenium de Jaguar: Energías renovadas

Jaguar introduce dos nuevos motores en parte de su gama. Se trata de los bloques Diesel y gasolina de 2.0 litros y cuatro cilindros de la familia Ingenium. El objetivo de lanzamiento de estos propulsores es rebajar las cifras de consumo y emisiones en los XE, XF y F-Pace. Los tres modelos de la marca británica también pretenden mejorar en prestaciones y costes de mantenimiento gracias los propulsores recién llegados.

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El Ingenium gasolina llega con dos niveles de potencia, 200 y 250 caballos –20t y 25t– y cuenta con la última tecnología para lograr el mejor compromiso entre eficiencia y rendimiento. Está dotado con un solo turbo con turbina de doble flujo twin-scroll que aprovecha mejor los gases producidos por el mismo motor para mejorar su funcionamiento. Además del trabajo realizado con la gestión térmica, se ha buscado mejorar el sistema de inyección directa y reducir la fricción en el mecanismo de válvulas variable con una palanca de rodillos de arrastre de fricción optimizada. Gracias a ello, el Ingenium gasolina es capaz de entregar 320 Nm o 365 Nm de par máximo –dependiendo de la potencia– con un consumo combinado de 6,3 litros cada 100 kilómetros –Jaguar XE–. En el apartado de emisiones hablamos de 144 gramos de CO2 por kilómetro en los dos niveles de potencia.

En la toma de contacto quedamos gratamente sorprendidos con el funcionamiento de este propulsor, muy elástico y de gran suavidad. Apenas notamos diferencias de un nivel de potencia a otro y los consumos prácticamente fueron calcados. Bien es cierto que el 25t empuja de forma más contundente, pero ambos son más que suficientes para mover con soltura a cualquiera de los tres modelos que nos ocupan.

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Después de probar los gasolina nos pusimos al volante de un XE equipado con el Ingenium Diesel de 240 caballos. En este caso se ha trabajado en la inyección de combustible para aumentar el flujo de gasóleo en un 32,5 por ciento gracias a los inyectores electromagnéticos con una presión de inyección de 2.200 bar. De la misma forma, ha sido dotado con un turbocompresor de geometría variable adicional al fijo para alcanzar el par máximo –500 Nm– a 1.500 revoluciones por minuto. De esta forma se garantiza una entrega de potencia bastante lineal desde muy abajo, como bien pudimos comprobar en la prueba dinámica. Por poner un pero, es algo ruidoso, especialmente en frío; cuando coge temperatura los niveles de vibraciones y sonoridad se reducen drásticamente y se muestra como un motor bastante suave, aunque nunca al nivel de los Ingenium 20t y 25t.

El Ingenium Diesel de 240 caballos se sitúa por encima de los bloques de 163 y 180 caballos. Empuja desde muy abajo y da la talla en la parte alta del cuentavueltas

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Asimismo, se ha hecho hincapié en la presión de los turbos –de hasta 3,7 bar– para garantizar la potencia más elevada a altas velocidades. El Ingenium Diesel se conforma con 5,2 litros de consumo medio con unas emisiones de 139 gramos de CO2 por kilómetro. Cifras muy razonables para las prestaciones ofrecidas.

Además de las mejoras a nivel de rendimiento y eficiencia –son compatibles con la normativa Eu6c que entrará en vigor en septiembre de 2018–. En el caso del Diesel se amplía el periodo de revisión a dos años o 34.000 kilómetros, en buena medida gracias al sistema SCR para la limpieza de los gases de escape.

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Tanto las dos berlinas como el SUV han aprovechado el lanzamiento de los bloques Ingenium para renovar parte de su equipamiento, especialmente en el apartado de asistentes a la conducción. Detector de tráfico frontal, asistente de ángulo muerto, Forward Vehicle Guidance, dual view en la pantalla táctil del sistema multimedia o portón trasero manos libres son las novedades más destacadas en el F-Pace y XF. En el XE hay que hablar, además, de un aumento de potencia en la rapidísima versión S, que ahora llega hasta los 380 caballos.