Lo primero que llama la atención al acercarnos al nuevo Kuga es que su estética es más convencional que el anterior, que resultaba más llamativo de líneas. Pero la nueva carrocería, siendo más discreta, ofrece ventajas que no se ven a simple vista desde fuera. Es más amplia en su interior (sin apenas modificar sus dimensiones) y es más aerodinámica, contribuyendo a una mejor eficiencia energética y a optimizar otro de los puntos en los que más ha progresado el Kuga: la sonoridad.

Por dentro nos encontramos un interior de aspecto más diáfano, sobre todo con la aportación lumínica del techo panorámico. El salpicadero y la consola, siempre dentro del original diseño Kinetic introducido en la generación anterior, presentan una calidad muy buena, tanto de ajuste como de materiales. Los mandos superiores, que siguen una disposición inspirada en las de un teléfono móvil, no son todo lo ergonómicos que desearíamos por lo pequeños y agrupados que resultan sobre la consola.

Es a la hora de arrancar y conducir el Kuga cuando encontramos las diferencias más determinantes con el anterior. Muy silencioso de mecánica, independientemente del tipo de motorización utilizada, el nuevo Kuga nos resulta especialmente suave en su conducción. La sensación se incrementa por unas suspensiones que amortiguan y filtran muy bien. Pero, lo que es más gratificante aún, el chasis ha aumentado considerablemente su rigor dinámico.

La dirección resulta muy agradable en su tacto y demuestra una gran precisión a cualquier velocidad. A la par, el Kuga manifiesta una excelente sustentación en los apoyos, manteniendo la horizontalidad del chasis bastante mejor que su predecesor. Todo ello hace que sea un coche más agradable de conducir y de comportamiento muy riguroso, casi deportivo. Ahora, el Kuga, por su forma de comportarse, está bastante más cercano a un compacto Focus (con el que comparte plataforma) que de un SUV de tamaño medio como lo que es.

Entre las aportaciones "inteligentes" en esta nueva generación del Kuga, es quizá la transmisión de tracción total (además del ya conocido sistema de compensación de giro electrónico Curve Control) la que más influye en la conducción. En todo momento podemos verificar el reparto de par entre el eje delantero y trasero mediante un gráfico display observando cómo, cuando se necesita para mejorar la tracción, el Kuga manda progresivamente par motor a las ruedas traseras. No hace falta que las ruedas delanteras pierdan motricidad, el sistema equilibra el reparto de fuerza cuando las condiciones de aceleración o empuje lo requieran, como por ejemplo cuando la carretera comienza a ascender.

En cuanto a los motores, el avance principal es en su eficiencia.

Al transcurrir los kilómetros constatamos a ojos vista como el consumo ha sido reducido. Según los datos de homologación, esta reducción en el consumo se cualifica en un 10 % en el caso del motor Diesel Duratorq y en hasta un 25 % en el caso del motor EcoBoost de gasolina.

Silencioso, agradable de conducir, seguro y de mecánicas eficientes, el Kuga se sitúa como una excelente elección como vehículo familiar para el día a día, el ocio de fin de semana o los viajes largos.

En cuanto a los precios, el más accesible es el 1.6 EcoBoost Start and Stop 4x2 de 150 CV, por 25.150 €. De ahí, la gama sube hasta los 33.400 € que cuesta el 2.0 TDCi 4x4 Powershift de 163 CV. La versión intermedia 2.0 TDCi 4x4 de 140 CV y caja de cambios manual se ofrece en su versión Trend por 29.150 €.

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