La Fórmula 1 es singular en muchos sentidos. Con una estructura organizativa relativamente simple, se trata de una “empresa” que mueve ingentes cantidades de dinero por muy diferentes países del mundo según sus propias normas, por lo que ha sido objeto de debate en numerosas ocasiones y ha estado amenazada por los tribunales en muchas otras.

Recientemente se ha dado a conocer que la Fórmula 1 será llevada ante el parlamento, el cual iniciará una investigación para conocer los entresijos de la misma, el dinero que mueve, de qué forma y hacia donde va. Según prensa británica, se la Fórmula 1 se podría enfrentar a multas que podrían alcanzar el centenar de milones, una nimiedad teniendo el cuenta el capital que se ha desembolsado por Liberty Media en busca de hacerse con el mayor accionariado posible.

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Yendo a la base del asunto, puede parecer absurdo. Se podría decir que es una serie que tiene sus normas, que todos aceptan y que son libres de marcharse cuando quieran. Pero de nuevo, la Fórmula 1 mueve mucho dinero, demasiado. Demasiado como para no haber implicados que busquen otra forma de hacer las cosas. Demasiado como para no levantar interés en órganos que en principio poco tienen que ver con la disciplina deportiva en cuestión.

Parece que la investigación se va a centrar en el reparto de premios, un reparto basado en el rendimiento de los equipos y la longevidad de estos, una estructura que parece sencilla, pero que premia en exceso a los históricos y castiga a los que no lo son. Dicho sea de paso, un sistema del que los nuevos propietarios ya han mostrado interés en modificar, pero que no ha evitado que algún parlamentario se cuestione la libre competencia del mismo.

Aunque pueda parecer que la parlamentaria en cuestión no tiene nada que ver con la Fórmula 1 y no la entiende, lo cierto es que no hay que olvidar que ya a finales de 2015 dos participantes, Sauber y Force India, presentaron una demanda ante la Comisión Europea denunciando precisamente esta competencia desleal causada por el reparto del dinero, algo que se aceptó por parte de la Fórmula 1, cuando algunos vaticinaron que Bernie Ecclestone iba a entrar en cólera aniquilando a los artífices de dicha demanda. De aquellas, Monisha Kaltenborn afirmaba que el sistema de reparto del dinero era injusto e ilegal.

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Sin embargo, el reparto del dinero no es el único punto caliente. Éste lo ocupa el hecho de que el órgano regulador encargado de aprobar la venta de la Fórmula 1 obtuviera un claro y directo beneficio de la misma. Un más que obvio conflicto de intereses que no ha evitado que todo haya salido hacia adelante.

Explicado de otra forma, la FIA, la Federación Internacional del Automovilismo, el órgano regulador del automovilismo tenía acciones de la propia Fórmula 1, y si él mismo aprobaba la venta a Liberty Media, se embolsaría una cifra millonaria. Realmente el hecho de que la FIA fuese al mismo tiempo reguladora y propietaria era algo que nunca había sido bien visto, pero nadie parece haber querido hacer nada hasta ahora, después de que la propia FIA aprobara la venta.

Y aunque uno entiende fácilmente los problemas de que algo sea al mismo tiempo regulador y beneficiario, no ve tan claro hasta que punto es adecuado que un tribunal decida el reparto de un dinero que fue aprobado entre la propia Fórmula 1 y los equipos, si bien es más que obvio que un reparto más equitativo y con menos porcentaje para el promotor sería beneficioso para la categoría en sí.