Felipe Nasr entraba en la línea de meta justo por delante de Lewis Hamilton cuando caía la bandera de cuadros. No: no es que el brasileño de Sauber ganara la carrera, ni mucho menos, sino que el inglés de Mercedes estuvo a punto de doblarle. Lo habría hecho sólo unos metros más adelante si no hubiera consumido las cincuenta y ocho vueltas en ese instante. Es decir: Hamilton estuvo a punto de doblar al quinto clasificado. Una demostración de superioridad demoledora. Igual de gráficas son las dos vueltas de desventaja con las que llegó Jenson Button a la meta. El campeón mundial de 2009 no pudo ni siquiera ganar el duelo que mantuvo durante toda la carrera contra el Force India de Sergio Pérez, que acabó superándole en la pista después de un primer intento frustrado que acabó en trompo. Button fue el único piloto que, llegando a la meta, no sumó ningún punto. Desde luego, McLaren no se lo merecía.

NEGRO MCLAREN

Que la única oportunidad de Jenson Button para puntuar en Australia hubiera sido el abandono de los rivales que rodaban delante de él es desalentador. Los problemas propios de una nueva etapa, por muy diferente que sea, y la asociación con Honda después de tantos años asociados a Mercedes lo es, puede dar fuertes dolores de cabeza. Pero para una escudería como McLaren, este fin de semana ha sido, perdonen el apelativo, patético. No hay dónde mirar para encontrar algún atisbo de esperanza. Desde los libres hasta las últimas posiciones en la clasificatoria, algo inédito para el histórico equipo, que no firmaba un descalabro similar en su casi medio siglo de existencia en la máxima competición, todo ha ido de mal en peor. Pero la puntilla llegaba a varios minutos de la formación de la parrilla de salida. Esa imagen de MP4-30 de Magnussen despidiendo humo y bloqueando el tren trasero era la confirmación de que los problemas en la escudería no son livianos. Son serios. Muy serios. Porque uno puede tener ciertos ajustes que realizar, o solucionar algunos asuntos, o solventar puntos débiles. Pero siempre desde una base firme, segura, más o menos fiable. En McLaren, hoy, nada parece firme, ni fiable, ni a lo que agarrarse. Prácticamente es un empezar de cero. La carrocería de sus bólidos hoy no se ve plateada, sino simplemente negra.

EL DESIERTO DE MELBOURNE

Este año, la recta de meta de Melbourne mientras se encendían los semáforos rojos estaba demasiado despoblada. No se veía una parrilla tan triste en años. Sólo quince coches es muy poco para un público con mucha sed de carreras. Ausencias como Fernando Alonso, Kvyat, Magnussen y los dos componentes de Manor auguran una temporada muy difícil para muchos equipos. Pero el menor número de competidores no ha implicado que la salida fuera más limpia: mientras los Mercedes se escapaban en la cabeza como estaba escrito en el guion, por detrás empezaban los problemas cuando Kimi Räikkönen y Sebastian Vettel se emparejaron en la primera frenada. Fue el finlandés quien intentó sobrepasar a su compañero de equipo por el exterior. Llegó a conseguirlo en la recta, pero al llegar a la primera frenada tuvo que replegarse ante Massa, y en pleno vértice se encontró acorralado entre Vettel y el exterior de la pista. No tuvo más opción que frenar para evitar tanto el choque contra su compañero de equipo como la salida de pista a la puzolana. El resultado fue que Carlos Sainz, que había arrancado magníficamente, se lo encontró cuando el español tenía demasiada hambre de posiciones, y lo tocó ligeramente por detrás. El toque desestabilizó al Ferrari, mandándolo al bordillo exterior. Ni el Toro Rosso ni el Ferrari sufrieron daños significativos, pero mientras que Sainz pudo continuar ganando tres posiciones, el "cavallino" volvió renqueante al asfalto, sorprendiendo al pelotón. El primero en encontrárselo, ya en plena aceleración de camino a la segunda curva, fue el Sauber azul de Felipe Nasr. El Ferrari y el Sauber se tocaron, y Nasr cabeceó hasta convertir a Maldonado en un daño colateral, pues la rueda delantera del Sauber impactó contra la trasera izquierda del Lotus, mandándolo contra las protecciones. Primer y único coche de seguridad de la carrera.

NASR Y SAINZ, DOS GRANDES PROMESAS

Nasr empezaba a sorprender, y daría muchos motivos para hacerlo, ascendiendo hasta la sexta posición en la primera vuelta. Nada más relanzarse la carrera se deshacía de Carlos Sainz firmemente. El brasileño ha demostrado una pericia que hay que valorar como es debido. Peter Sauber puede estar bien orgulloso: su quinta posición en la meta es sorprendente. Y no menos orgulloso debe estar Toro Rosso con el propio Carlos Sainz. El hijo del bicampeón español de rallyes ha demostrado el temple y el coraje propios de un futuro campeón, haciendo sus pinitos más que memorables con semejante montura, e incluso se permitió el lujo de contener el Ferrari de Räikkönen durante varias vueltas. Un sueño que parecía desvanecerse en su primera entrada en boxes, cuando los mecánicos no acertaban a insertarle la rueda trasera izquierda. Una eternidad parado que le hipotecó la carrera. El español es comprensivo y no quiere echar leña al fuego: "Hay que felicitar al equipo: unas veces fallo yo; otras, ellos". Aun así, volvió al asfalto dispuesto a resarcirse. Y lo hizo, dentro de sus posibilidades. Paso a paso, fue recuperando el terreno perdido y llegó a rodar octavo, aunque al final el empuje de Ericsson resultó insoportable, y cedió su posición a pocas vueltas del final. Y es que, pese a las buenas vibraciones, Carlos reconoce que el coche no da muchas alegrías cuando hay que competir de tú a tú contra los rivales: "Cuando tenemos que luchar por posiciones, no podemos. Da rabia cuando te ves quinto y no puedes aguantar ni una recta". El noveno lugar final y dos puntos como recompensa son premios más que prometedores para un fin de semana que, pese a todo, el madrileño no olvidará. Una lástima que Roberto Merhi se haya quedado con la miel en los labios de haber debutado en una carrera tan especial al lado de su compatriota por los problemas del equipo Manor. Sin duda él no habría tenido las mismas oportunidades de brillar, pero al menos habría acumulado experiencia y kilómetros.

MONOTONÍA

La carrera, de nuevo aburrida y monótona, sorprendió sólo por algunas pocas imágenes, como la de Button luchando al fondo del pelotón contra Force India de Serio Pérez, contra quien incluso chocaría. El único RBR en la pista, comandado por Daniel Ricciardo, se perdió en guerras en la mitad del pelotón, especialmente contra Räikkönen, y no pudo brillar como el año pasado, pasando la meta, finalmente, en una casi insípida sexta posición. Mejor le supo la bandera de cuadros a Felipe Massa, con una inteligente carrera que le llevó a las puertas del podio. Buen ritmo para el de Williams, cuyo compañero de equipo no pudo tomar la salida al no superar la prueba de la FIA, realizada a pocos minutos del inicio de la carrera, de bajarse del monoplaza rápidamente, por los dolores sufridos en su espalda desde el sábado.

VETTEL, EL NUEVO HÉROE DE MARANELLO

A la larga ristra de abandonos se sumó Kimi Räikkönen. El finlandés ya había padecido una parada en boxes excesivamente larga por problemas en su neumáticos trasero izquierdo, y fue rematado en la segunda parada, cuando una tuerca se quedó floja y tuvo que aparcar el monoplaza antes de tiempo, para desesperación del piloto de Ferrari, que podía haber completado una actuación de Ferrari más que remarcable. Así pues, sólo Sebastian Vettel pudo recompensar a la Scudería con un soberbio podio, un estreno en el equipo italiano que va a levantar pasiones en Italia, donde esperaban al alemán como un auténtico héroe. Se viven momentos dulces en Ferrari, pese al abandono de Kimi, pues el ritmo durante la pretemporada y todo este fin de semana ha sido esperanzador, y la tercera posición final de Vettel confirma que hay grandes posibilidades en el SF15-T.

DULCES MOMENTOS

Pero donde sí se viven momentos dulces, pastelosos, casi hiperglucémicos, es en Mercedes. Que ganen era de esperar. Que hicieran doblete, también. Pero que el tercer clasificado, el Ferrari de Vettel, llegue a más de medio minuto de ambos… es demoledor. Para el público, también. Al menos para los que buscan igualdad en pos de la competición y, por ende, del espectáculo. Pero los fanáticos de Lewis Hamilton, desde luego, estarán encantados. Nico Rosberg, su escudero, sigue su estela no demasiado lejos y, de seguir así, quizá se repita el duelo del pasado año. Que así sea si, al menos, nos regala algo de competición que dé a emoción un mundial que parece ya desde la primera carrera sentenciado. Sí, es pronto para decirlo, pero en absoluto descabellado. De momento sólo pedimos que los ausentes regresen y tengamos una carrera llena de coches, más competitividad y deportistas dando vida a este mundial.