Max Verstappen, cuyo debut este año en la Fórmula 1 ha generado controversia debido especialmente a su temprana edad y a su inexperiencia con este tipo de monoplazas, se alineará en la parrilla de Melbourne por primera vez el próximo mes de marzo junto al equipo Toro Rosso. Esta escudería, que es la filial del equipo Red Bull, siempre ha defendido el fichaje del holandés basándose en la filosofía de que la escudería más pequeña existe para traer estrellas jóvenes a la Fórmula 1.

Pero ahora resulta que, mientras que en Barcelona esta semana los equipos encaran la recta final de la pretemporada, Verstappen acudirá al garaje de Christian Horner para que los de Milton Keynes le tomen las medidas y hagan los ajustes necesarios para realizarle un asiento de carbono para el RB11.

Un portavoz de Toro Rosso insistió en que se trata de un procedimiento normal para los pilotos del equipo con sede en Faenza. Además, el padre de Verstappen, Jos, ex piloto de F1, confirmó para la página web oficial de su hijo que un ajuste de asiento no es realmente nada especial.

"En este caso se trata de un procedimiento estándar para los pilotos de Toro Rosso. Se pretende que Max pueda hacer road shows o exhibiciones en un futuro con un coche de Red Bull. Esperemos que no pero en el caso de que uno de los pilotos titulares de Red Bull necesite ser reemplazado, también hay que estar prevenido", añadió su progenitor.