Corríael año 1973. Jackie Stewart iba a coronarse tricampeón del mundo y, aunque pocagente lo sabía, había tomado la decisión de retirarse tras ello. Para suplir aun líder del calibre del escocés, el equipo Tyrrell contaba con una de lasmayores promesas de su generación: François Cevert. Este apuesto francés sehabía ganado el derecho de ser quien guiase a la escudería británica en sunueva etapa, pero el caprichoso azar quiso que este deber nunca lo llegase a cumplir.

Hijo deun joyero parisino, Cevert comenzó a correr en las categorías europeas de automóvilesy monoplazasanimado por su cuñado, el piloto de F1 Jean Pierre Beltoise. Encampeonatos de promoción de aquella época, en la que se buscaba a jóvenes promesas,el galo mostró maneras que vinieron acompañadas de resultados. Esto le permitiósaltar en 1967 a la F3 francesa, categoría en la que corrió dos años y la cualpudo haber puesto en riesgo su carrera deportiva. Esto se debió al pobre primercurso que completó en la misma, donde bien es cierto que no contó con unmaterial de calidad. De cara a 1968, el encontrar respaldo económico gracias aun patrocinador fue vital. Esto le permitió cambiar un mejorable Alpine por unmucho más veloz Tecno, coche con el que ganó el certamen de aquella campaña.

Una vezsuperado ese escalón, el siguiente paso fue la Fórmula 2 en 1969, un año en elque se dio la casualidad que dicha competición se entremezcló en más de unaocasión con la F1 por última vez. Fue en una de estas ocasiones cuando uncombativo François llamó la atención de Jackie Stewart. El galo plantó cara alfuturo tricampeón en una prueba disputada en el Crystal Palace con tal maestríaque este fue a hablar con Ken Tyrrell sobre el gran conductor con el que sehabía topado en el asfalto. Esto resultaría transcendental.

Yainiciada en la década de los 70, esta vino consigo con una gran oportunidadpara Cevert. Resultó que el compañero de Stewart, Johnny Servoz-Gavin, semarchó del equipo Tyrrell después de disputar tres carreras. En ese momento, elpatrón del equipo recordó las palabras de su piloto estrella y se hizo con losservicios de aquel joven de la Galia. En un principio, al ser Elf (petrolerafrancesa) el principal patrocinador del equipo, los malos pensamientosafloraron al instante, pero años más tarde Ken aseguró que fichó Françoissimple y llanamente por las palabras que Stewart le dedicó tras la prueba en laque coincidieron por primera vez.

Dichoaño, con Tyrrell utilizando monoplazas construidos por March, no fue fácil paraninguno de los pilotos. Cevert sólo pudo sumar un punto en el GP de Italia,acabando la temporada en vigesimotercera posición. Pero la cosa cambió de formaradical en 1971. Con la formación inglesa construyendo ya sus propios bólidos,el joven francés tuvo muchas más posibilidades de demostrar su talento. Estefue tal que, en su segunda temporada, acabó tercero en la general,recuperándose de un mal inicio de curso, sumando tres podios y, cerrando elejercicio de la mejor forma posible. Nada menos que con su primera victoria enla última cita del calendario, el Gran Premio de Estados Unidos, celebrado en WatkinsGlen. Su potencial estaba fuera de toda duda.

Pordesgracia para el galo, el año siguiente no prosiguió la tendencia ascendenteque había emprendido el anterior. Con dos rachas de malos resultados muymejorables a lo largo de la temporada, sólo puntuó en tres eventos, dos deellos siendo segundo. Acabó sexto en el mundial. Así pues, el año siguiente sepresentaba como uno muy importante. Había que recuperar los honores perdidos.

Y elcurso se desarrolló mejor que nunca. Hasta llegar a la última carrera, otra vezWatkins Glen, Cevert había conseguido siete podios, y se encontraba enuna emocionante pelea con Ronnie Peterson por ver quien ocupaba dicha plaza enla tabla final. Por si eso fuera poco, estaba planeado que François pasase aser el líder del equipo Tyrrell una vez acabase la temporada, ya que el tresveces campeón Stewart había decidido dejar la competición. Bien es cierto queel galo nunca supo este hecho.

De este modo, Cevert llegó al circuito donde habíaconseguido su única victoria con la determinación de asegurarse la terceraposición en el campeonato. En una vibrante sesión de calificación, él y surival Peterson batallaron duramente por la pole position. En los últimosminutos, el francés apretó todo lo que pudo para hacerse con el mejor tiempo.En una vuelta endiablada, cuando afrontó una zona del trazado conocida como"The Esses", François decidió subir de tercera a cuarta para que elmotor rindiese al máximo de sus revoluciones y así, a pesar de ser más inestable,contar con toda la potencia disponible. Por desgracia, el nerviosismo de suauto fue incontrolable. El bólido salió despedido contra los muros e impactócon una virulencia estremecedora. Éste volcó y quedó completamente destrozado. Eljoven piloto murió en el acto.

Al día siguiente, ni Jackie ni Chris Amon tomaron la salidadel gran premio norteamericano. El fallecimiento de su sucesor le afectó muchoal escocés, dada la estrecha relación que habían mantenido siempre. Afirmó enrepetidas ocasiones ese año que la velocidad de Cevert no tenía nada queenvidiar a la suya, que pronto le alcanzaría en el rendimiento de carrera. Suconfianza en el francés era plena, pero, por desgracia, este nunca tuvooportunidad de corresponderla.