El mandamás de la F1 está acusado de corrupción con Gerhard Gribkowsky, antiguo banquero de BayernLB, quien supuestamente recibió 33 millones de euros para asegurar la venta de la participación del banco en la F1 –el 47% de las acciones– a un comprador elegido por Eclestone.

Gribkowsky fue condenado en junio de 2012 a ocho años y medio de prisión por evasión de impuestos y sobornos, mientras el mandatario de la F1 se defendió al asegurar que pagó al banquero porque éste le coaccionó y amenazó con denunciarle a las autoridades: "Le pagué a Gribkowsky porque me estaba extorsionando, era mejor pagarle y que se quedara callado, y evitar comentarios estupidos", añadía Bernie.

"Pagué a Gribkowsky porque me estaba chantajeando y no estaba dispuesto a correr el riesgo" admitió el mandamás de la Fórmula 1.

Aunque Ecclestone nunca ha mantenido en secreto el pago al banquero, ha cometido el error de incurrir en una contradicción: de la cantidad inicial de 33 millones de euros, ahora cifra el pago en 11'8 millones, una rebaja que sin dudas en nada le beneficia.

Al baile de cifras y otra acusación de soborno pendiente en un tribunal alemán, Ecclestone ha añadido más leña al fuego hoy al declarar, sin ningún pudor, que esta misma semana una de sus hijas pagó a alguien para "limpiar algo de basura" y terminar con esta trama.