Esto es así ahora, pero fue también así cuando la presencia de los medios de comunicación era mucho menos masiva. Posiblemente lo ha sido y lo será siempre. La propia búsqueda de la innovación tecnológica, aquella que otorgue una pequeña superioridad sobre el adversario y la lucha por mantenerla oculta del conocimiento rival, confiere una naturaleza particularmente obscurantista a la mayoría de las actuaciones, siempre que éstas no tengan que ver con la promoción de los patrocinadores y del producto propio.

Uno de aquellos casos que quedan en la nebulosa de la historia nos lleva al 24 de octubre de 1976. El hoy atribulado jefe del equipo Mercedes, Nikolaus Andrea Lauda, se aprestaba a concluir una temporada que lo había visto como protagonista principal, tanto en la parte positiva como en la visión más dramática de la competición automovilística. Junto a él, James Hunt había, a fuerza de victorias, asumido el papel de antagonista en este film de riesgo y ambición.

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Niki Lauda y James Hunt en el GP de Japón 1976

Durante la primera parte de la temporada, Niki Lauda, en su papel de piloto frío e implacable calculador, había dominado a la concurrencia con la ayuda del eficaz monoplaza que Enzo Ferrari le había puesto a disposición. Todo parecía destinado a concluir con la consecución de la renovación del Título Mundial conseguido el año anterior. Pero una tarde, entre las brumosas colinas de Adenau todo cambió. Niki pierde el control y su Ferrari se ve envuelto en llamas. Atrapado en el habitáculo, la intervención de algunos pilotos lo salvó de una muerte segura, entre ellos Arturo Merzario y Brett Lunger, que lo extraen con el rostro mancillado por las llamas y con lesiones internas en los pulmones debido a la inhalación de gases en combustión. Mientras el campeón del mundo convalece en el hospital, Hunt parece ser inspirado por una fuerza desconocida que lo catapulta de victoria en victoria. Sin embargo, 45 días después, en el GP de Italia, Lauda se presenta, como ave fénix, en la pista, con las cicatrices aún frescas y desafiando al destino y a quien lo consideraba ya acabado. En los GP sucesivos, Hunt sigue venciendo mientras Lauda lucha por recuperarse.

Así se llega al GP del Japón, con Lauda delante por tres escasos puntos sobre James Hunt. En el Warm-Up, Lauda sale de los primeros a realizar su vuelta de calentamiento. Entre un torrente de agua, Niki recorre una vuelta a velocidad reducida para regresar a su box. "Es inútil seguir así", es el comentario que lanza a sus directores Forghieri y Audetto. En pista, reina el caos. Jarier, Stuck y Pace protagonizan espectaculares trompos. Mientras, Perkins pierde el control de su Brabham e impacta fuerte contra las barreras. Hunt, enfriado por la situación, declara a la prensa: "Si la situación sigue así, no correremos."

En Ferrari comienzan a moverse. La lluvia aumenta y Audetto habla largamente con Lauda y decide asumir la iniciativa. Se convoca una reunión de pilotos en la caravana del director de carrera, el japonés Yoshihiro Yasumoto. Las previsiones del tiempo anuncian un previsible empeoramiento del tiempo. Entre los pilotos nace rápidamente una mayoría claramente contraria a la disputa de la carrera. Poco después se disuelve la reunión y Lauda vuelve al paddock. El destino, sin embargo, no es el box Ferrari, sino el asiento trasero de un Rolls Royce puesto a disposición por la organización para el trasladado de cada piloto desde el aeropuerto, hotel al circuito. En el interior del Silver Shadow matrícula 10-40, Lauda habla con la mayoría de sus colegas. La lluvia persiste y se convoca una nueva reunión. Fittipaldi, Lauda, Pace y Audetto proponen la suspensión de la carrera. Están casi todos de acuerdo. Se habla incluso de recuperar la carrera en enero haciendo que el GP de Argentina fuera la última prueba del Mundial 1976. Extrañamente, la iniciativa no goza del apoyo del compañero de equipo de Lauda. Peterson también quiere correr, aunque no tiene aspiraciones en la clasificación. Del mismo punto de vista son Brambilla y los pilotos japoneses Takahara y Hasemi, aunque no tienen un gran peso político. Hasta el mismo Ecclestone está de acuerdo a condición de que se inicie el GP y se den algunas vueltas para no incomodar demasiado al público televisivo. Nueva reunión en el Rolls de Lauda de las que parece que sale tranquilizado. El tiempo cronológico aprieta y en el último briefing, mientras fuera la tormenta arrecia, Lauda exclama: "Basta, he decidido que no corro. Doy una vuelta y después me paro. Es lo único que se puede hacer". Después, como cuenta el propio Lauda en su libro, 'Mi historia', "llega el director de carrera y dice que está oscureciendo y que si no salen pronto se van a poder disputar las últimas vueltas y que todo se verá comprometido, televisión incluida. Brambilla, el más tonto, se mueve primero y todos lo siguen."

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GP de Japón 1976 en Monte Fuji

Lauda sale también y antes de dirigirse al paddock busca al chofer de su Rolls y le pide que no se marche lejos y que esté preparado cerca de la limusina. En la parrilla, Hunt, confiesa a Pete Lyons periodista de un semanario inglés: "No tengo intención de correr. No puedo. Daré sólo algunas vueltas". Cerca de ellos, una fila más atrás en la parrilla, Forghieri motivaba a su piloto: "Venga Niki, duro, comienza prudente, no tomes riesgos inútiles que está prácticamente logrado. Está hecho, ¿comprendido?" Lauda asiente, los motores comienzan a rugir. En la salida, Hunt es el más hábil seguido de Watson, Andretti, Scheckter y Brambilla. Lauda es décimo, perseguido por Mass y Lafitte. Peterson está ya fuera de carrera con problemas eléctricos en su March. Y pensar que él había sido de los más opuestos a la anulación, ¡qué gran ironía! En la siguiente vuelta, Lauda entra en el carril de boxes, mientras Brambilla se adueña de la segunda posición. El campeón vigente se desabrocha los cinturones y tras un breve coloquio con Forghieri se comprende que no retomará la carrera. Existe confusión entre los componentes del equipo italiano. Algunos piensan que Lauda tiene miedo. Por el contrario, el jefe de mecánicos del austriaco, Ermanno Cuoghi, piensa de forma diferente:

"Tonterías, cuando Niki baja del coche no tiene el gesto de un hombre aterrorizado. Está muy calmado y no deja entrever el menor síntoma de inquietud. Parece alguien que está siguiendo un plan preestablecido. Después de cruzar algunas palabras con los responsables de Ferrari, se dirige al muro para seguir la carrera. Tiene el aire de quien espera. En aquel momento creo que espera que algo establecido suceda. Tiene la expresión de quien tiene la situación bajo control".

En la octava vuelta se detiene Carlos Pace, dos vueltas más tarde lo hace Emerson Fittipaldi. Ambos lo hacen diciendo que las condiciones son imposibles. Cuoghi sigue diciendo: "Lauda continúa esperando,pero nadie más abandona..." Por el contrario, en la vuelta 24, la lluvia cesa y la pista comienza a secarse. Los tiempos de los pilotos descienden notablemente. Mientras los pilotos recorren la vuelta 32, Lauda decide abandonar el circuito. A bordo del Rolls que le había sido asignado, se dirige al aeropuerto acompañado de su esposa Marlene. Lauda pide al chófer que encienda la radio del automóvil. De una emisora puede comprender que a cinco vueltas del final el Mclaren de Hunt pierde posiciones y se detiene en el box. Unas molestas interferencias distorsionan la emisión hasta que deja de escucharse. Ya en el aeropuerto, Lauda reconoce, entre el gentío que llena el check-in, la figura del importador de Ferrari en Japón. La sonrisa que le dedica no le es devuelta sino en forma de elevación de hombros y bajada de mirada. Ahora estaba claro. Hunt, en una milagrosa remontada durante las cuatro últimas vuelta, consigue la tercera plaza y con ello, los cuatro puntos que le hacían acreedor al título por tan sólo la ventaja de uno.

Hasta aquí el relato de los hechos. Pero queda una terrible sensación de que algo no encaja en esta historia. Un gran número de incógnitas quedan suspendidas por el hilo de lo insondable. ¿De qué se habló en el asiento trasero de aquel Rolls? ¿Cómo la mayoría de los pilotos no consiguieron imponer su voluntad de suspender aquel GP? ¿Por qué algunos "top driver" permanecieron inamovibles en su oposición a la postura de Lauda? ¿Algunos "colegas" más hoscos le dejaron creer su apoyo en un trato privado? ¿El abandono de Lauda se debió al miedo o a un trato sólo respetado por Pace, Fittipaldi y Perkins? ¿Qué estaba esperando Lauda en el muro del box hasta la vuelta 32?, ¿qué ocurrió en aquellas cuatro últimas vueltas? ¿Hechos insondables? Tal vez no tanto.

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Niki Lauda con el Ferrari 312T2 en el GP de Japón 1976

Entre los presentes aquel día en Monte Fuji, hay alguien que nadie puede considerar parcial a favor de Lauda. Curiosamente, este personaje es, sin duda, uno de los autores de que Lauda esté presente entre nosotros y no engrosara la nómina de ídolos desaparecidos en competición. Me refiero a Arturo Merzario. Notoria es su aversión a Lauda, tanto en su faceta como piloto, como en el ámbito de lo humano y nunca ha tenido la menor intención de ocultarlo. Sin embargo, fiel a su idea de lealtad a la verdad, Merzario nos cuenta con respecto a este asunto: "Yo con Lauda no he podido nunca, desde hace 20 años a esta parte, lo he atacado con argumentos muy precisos. Pero de cómo se comportó en Fuji 1976, por una vez en mi vida, tengo que defenderlo. No se debía haber corrido en aquellas condiciones. Poco antes de la salida se respiraba la atmósfera típica de la huelga inminente. Después, tras el semáforo verde, hasta el más honesto de los pilotos se comportó como un bandido. Igual que el año anterior en Montjuic, en España, el frente de los top-driver se dividió y él fue quien pagó los platos rotos por mantener la palabra dada en las reuniones. Personalmente, corrí porque temía que me echaran del equipo. Mi team manager hacía presión para que corriera. Verdaderamente no por agraviarlo."

Otro piloto presente en aquel lejano GP de Japón era Hoshino Kazuyoshi. El piloto japonés, debutante en el Gran Premio que nos ocupa, comenta al respecto de los hechos. "Aquel día, el problema no era la intensidad de la lluvia, si no el mal drenaje de la pista. Yo estaba entre los pilotos que no querían correr. Después acepté las condiciones de los organizadores. Niki juzgó las condiciones de la pista demasiado peligrosas y se comportó como un auténtico profesional. Un piloto es grande también cuando dice no."

Tampoco Mauro Forghieri cree en la teoría de que el miedo hizo abandonar a Lauda. Algunos de sus comentarios parecen sostener otra posibilidad más plausible:"Mucha gente cambió de idea en poco tiempo. No tengo pruebas de que existiesen acuerdos entre los pilotos que después fueran ignorados. Sólo digo que Niki tenía un compañero de equipo que en un principio estaba alineado con los que pensaban en no correr. Más tarde, este mismo compañero disputó la carrera y acabó quinto. Yo no supe nada sobre la renuncia de Lauda hasta después de su abandono. Le pregunté si era ocasión de inventar alguna excusa técnica y me dijo que él no tenía problemas en decir la verdad. Antes de la salida no me pareció para nada asustado, tal vez un poco expectante. Sobre hechos extraños, hay que recordar que en aquellas últimas cuatro vueltas existió alguno que se dejó adelantar voluntariamente por Hunt, facilitándole la carrera hacia el título". ¿Su nombre? "Claro, Alan Jones".

Daniele Audetto era en aquella carrera, el director deportivo del equipo Ferrari. Tal vez la persona junto a los pilotos más implicada en este caso de intriga. Preguntado por el "affaire" de Monte Fuji, Daniele nos aclara un poco más las cosas. "Desde el warm- up, Niki me dijo que la carrera se iba a anular. Junto a él, Pace, Fittipaldi y Laffite, me hice promotor de una acción encaminada a conocer el parecer de los otros pilotos. Rápidamente se obtuvo un amplio consenso, que desgraciadamente no fue unánime. En particular me sorprendió la oposición de uno de nuestros pilotos, Clay Regazzoni y la de Ronnie Peterson. Es más, el sueco no dirigió siquiera la palabra a Lauda, se mostraba desatento e hiriente en su conducta. Realmente no era difícil encontrar razones para su posición. Clay se sentía fuera de Ferrari culpando a Lauda. Por su parte, Ronnie aún lo pensaba peor. Es necesario explicar un hecho acaecido unos meses antes. Pocos días después del accidente de Lauda en Nurburgring, se pensó en Peterson para sustituirlo. Todo estaba hablado y un 312-T había sido modificado para adaptarse a las características del piloto sueco. Cuando Lauda tuvo conocimiento del caso, hizo todo lo posible para impedir la llegada de Ronnie a Ferrari. Creo que incluso habló con Gianni Agnelli en persona para detener el fichaje del sueco, al que consideraba demasiado bueno. De hecho se hizo marcha atrás y cuando el piloto sueco aterrizó en Linate, con todo lo embarazoso del asunto, tuvimos que enviarlo de vuelta a su casa. Desde entonces, Ronnie se la tenía guardada a Lauda y en ocasión del GP del Japón se mostró férreamente contrario a la posición de Niki. De esta manera, rompió la unanimidad dentro del frente de los top-driver y el acuerdo saltó. Hunt no traicionó a Lauda y estoy seguro de ello, permanecieron siendo amigos después de esto".

El mismo Enzo Ferrari comentó: "Regazzoni ha corrido como corre él. Siempre corre igual. Si me piden un juicio de cómo corre Regazzoni diré que corre para su Casa, corre para él. En cuanto a Lauda, digo que si sentía que no debía correr ha hecho bien".

Son testimonios de personas involucradas que a distancia del tiempo han liberado "su" verdad de los hechos y desmentido la vieja versión oficial. ¿La han desmentido o la han corroborado? Eso es una cosa que sólo a ustedes lectores compete juzgar. Una cosa es cierta, a pesar de la multitud de reflectores que iluminan la escena, las tramoyas, en su penumbra, quedan al abrigo de las miradas indiscretas. Volveremos a husmear si ustedes lo quieren.

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