De acuerdo conm su política de austeridad, el Gobierno de Merkel se dedica ahora a ganar dinero con las ventas por internet de los coches oficiales que ya no van a usarse, a los que les saca un beneficio que va a parar a las arcas públicas. Lo extraño de todo esto es que sacar dinero a un coche de segunda mano es algo muy difícil, pero todo se explica con el límite establecido al que está sujeto el Gobierno alemán, que no puede pagar más de 51.000 euros por un coche, sea cual sea su precio oficial –por cuestiones de imagen y publicidad, a las marcas les interesa vender sus coches al ejecutivo por ese precio–. El uso de los coches tiene una duración de un año, transcurrido ese tiempo, se venden a través de internet a precio de kilómetro cero, produciéndose así el beneficio.

El objetivo es conseguir el mayor beneficio para las arcas públicas

Según el portavoz del Ministerio de Finanzas, Hans Joachim Narzynskiel criterio es, naturalmente, obtener para los contribuyentes el mejor precio posible”. De esta forma, Narzynski da un ejemplo de este tipo de operaciones, haciendo alusión a la venta de un Audi A8 3.0 TDI Quattro con 71.000 kilómetros que perteneció al Ministerio de Economía. La berlina fue comprada por el gobierno en 2013, cuando el límite de compra era de 49.200 euros, y ahora ha sido vendido por 47.000 euros. El resultado es un año usando un A8 por un coste total de 2.200 euros, toda una ganga.

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Esta política de compra venta se seguirá llevando a cabo de ahora en adelante, ya que el Estado alemán pretende renovar su garaje con el mayor número posible de coches eléctricos, deshaciéndose de otros como el Audi mencionado. El único coche que no venderá Alemania es el Mercedes 300 que usaba oficialmente el primer canciller alemán Konrad Adenauer, que al ser parte de la historia del país se conserva en la Casa de la Historia de Bonn.

En los últimos años hemos visto como el Parque Móvil del Estado español se ha reducido, concretamente ha pasado de tener 921 coches a 652, un 29% menos en dos años. El sistema para deshacerse de estos vehículos ha sido la subasta, vendiendo por cantidades mínimas los automóviles que ya no van a utilizarse. Los precios de los coches a subastar van desde los 800 euros hasta los 2.100, cifras irrisorias comparadas con las manejadas por el Gobierno alemán, que podría enseñar a nuestro ejecutivo cómo sacar rentabilidad de los coches oficiales.