Coger el coche para ir al supermercado se convirtió en una odisea para Frank Lecerf. Esta francés, afincado en Pont-de-Metz (el norte del país galo), arrancó su Renault Laguna adaptado para minusválidos sin pensar que recorrería más de 200 kilómetros a toda velocidad, escoltado por la policía y estrellándose en otro país diferente tras agotarse la gasolina del depósito.

Lecerf, de 36 años, se montó en su coche. Tras llevar unos kilómetros en marcha y de forma autónoma, se activó el control de velocidad fijando una media de 100 kilómetros/hora. Al percatarse, activó de inmediato el freno para que el vehículo se detuviera, cosa que no sucedió: su Laguna aceleró hasta los 200 kilómetros/hora.

Intentó varias veces que los frenos funcionasen. Al no poder parar, circuló por varias autopistas por encima de los límites de velocidad legales, por lo que llamó a los servicios de emergencias para alertarles de su situación. Se montó un dispositivo de seguimiento formado por una patrulla de policía que lo escoltaba, así como un mecanismo para frenar el coche (que al final no se puso en práctica). Incluso se avisó a los operarios de tres cabinas de peaje para que abrieran las barreras y no provocaran un accidente.

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Imagen de Frank Lecerf días después del suceso.

Tras 200 kilómetros de 'aventura' y llegar a Bélgica en apenas una hora, se quedó sin gasolina. A pesar de que Lecerf podía haber controlado el Renault hasta que se detuviera, acabó cayendo a una zanja de unas obras en Alveringem. Por un lado, resultó herido leve y tuvo dos crisis epilépticas que los servicios sanitarios atendieron; por otro, su berlina quedó dañada.

Peritos del seguro y técnicos especializados de Renault están estudiando por qué los frenos no actuaron desde el primer momento. Las primeras hipótesis cercan el problema en la adaptación de minusválidos que sufrió el automóvil.