El estudio que os ofrecemos hoy ha sido realizado por la compañía Emergency Medicine Journal a petición de la NHTSA, agencia estadounidense que equivale a la DGT en España. Los investigadores utilizaron datos del Sistema de Análisis de Víctimas de Estados Unidos (FARS) entre 1996 y 2008, con registros de todas las muertes que se producen a los 30 días de un accidente de tráfico. Durante este período, se incluyeron en el sistema los detalles de 57.491 accidentes de tráfico.
El análisis reveló que el riesgo de muerte aumentaba a medida que los conductores eran más obesos, siguiendo la calificación de la OMS (Organización Mundial de la Salud) que establece tres niveles, del uno al tres de menor a mayor obesidad.
Los conductores con sobrepeso del primer nivel, tenían un 21% más de posibilidades de morir en un accidente, los del segundo un 51% y los del tercer nivel presentaban una tasa de mortalidad superior al 80% mientras que en el caso de las mujeres con este coeficiente la muestra revelaba que el 100% habían fallecido.
Los autores subrayan que en el momento de la colisión, la parte inferior del cuerpo de los conductores de mayor peso es impulsada hacia delante con mayor violencia lo que no le concede el tiempo suficiente al cinturón de seguridad para acoplarse a la pelvis mientras la parte superior del cuerpo está siendo retenida. Además de este problema físico, que por cierto los fabricantes no han atendido de ninguna forma aún, las causas de la muerte –recoge el estudio– también se debían en algunos casos a complicaciones de enfermedades que ya tenían las víctimas debido a su obesidad.
Ahora nos queda por saber si en el futuro las marcas ensayarán en sus pruebas de choque con dummies de distinto peso y fisionomía como reclaman ya algunas asociaciones en Estados Unidos.
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