Mucho han cambiado las cosas en la Fórmula 1 desde que comenzase la era híbrida allá por 2014, con una sola constante, el dominio aplastante de Mercedes. De poder salir último y acabar en el podio, o que el mero hecho de montar unidad de potencia Mercedes significase luchar por los podios, a tener a Lewis Hamilton haciendo la lucha por su cuenta.

En Mercedes han optado por seguir confiando en Valtteri Bottas tras una temporada 2017 con ciertas irregularidades y en la que no fue capaz de superar a Vettel. Era sencillo pensar que Bottas iba a ser más piloto este segundo año, y que al fin y al cabo, Raikkonen tampoco está al nivel de Vettel. Pero Bottas comenzó la temporada de la peor forma posible, con un accidente en clasificación, rompiendo una caja de cambios, y condicionándose una carrera en la que, a pesar de una superioridad mecánica, no le fue fácil realizar adelantamientos.

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Sería injusto sentenciar a un piloto por la primera carrera del año, pero no es buena señal comenzar fallando. Y es que Bottas dejó solo ante el peligro a Hamilton, dejando la puerta abierta al desastre estratégico que finalmente ocurrió, no sin cierta parte de culpa de Mercedes, que ya en 2017 mostró ciertas decisiones en caliente más bien torpes. Como la de ayer.

Tampoco se puede despreciar el papel de los equipos cliente. Mientras Ferrari ha decidido potenciar su unión con Haas (la de Sauber aun necesita un tiempo), hasta el punto de levantar suspicacias en el paddock por el grotesco parecido entre el VF18 y el SF70H, ni Force India, ni especialmente Williams, han ganado competitividad respecto al resto de equipos.

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Haas está ahí, capaz de aprovechar cualquier mínimo error, como bien lo pudo comprobar Red Bull. Y McLaren y Renault han ganado consistencia. Salir último, o decimoquinto en este caso, ya no significa acabar en el podio. Al contrario. Bottas, aprovechando los fallos de los rivales, apenas pudo amarrar un octavo lugar.

Ferrari ha potenciado a sus clientes mientras Mercedes da más sensación de haberlos dejado ir. Y Kimi Raikkonen ha comenzado más consistente que Bottas. El resultado ya es bien sabido, Ferrari se lleva la primera carrera de la temporada ante una Mercedes que fue más rápida. Sí, hubo factor suerte, pero es que precisamente así son las carreras.

Ya hay poco margen de reacción. Wehrlein está fuera de la Fórmula 1, y Ocon condenado con un vehículo que empieza sin competitividad. Veremos si a Mercedes no le cuesta cara esta cierta parsimonia.