Soy incapaz de quitarme esa maldita letra de la cabeza. “It winds from Chicago to LA, more than two thousand miles all the way, get your kicks on Route 66”. Ni el estribillo de “Vagabundo” de Sebastian Yatra se me ha pegado durante las semanas de perreo playero. Chuck Berry me ha engatusado con su blues durante cuatro días. Qué digo cuatro, ¡llevo más de mes y medio con ese run run! “Get your kicks on Route 66”.¡Basta ya! La primera vez que la escuché tenía 19 años y fue en “Cars”, en la escena en la que Rayo McQueen se siente un habitante más de Radiador Springs bajo la atenta mirada de Sally.

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Redescubrí la canción tras poner un reelen mi cuenta personal de Instagram en la que enseñaba Hackberry General Store, una pequeña tienda de regalos con aspecto de vieja gasolinera que tiene una enorme bandera española según entras y cuya amable dependienta, típica abuelita yankee, te recibe con sonrisa y voz de fumeta. Es allí donde vivo una situación surrealista para empezar esta historia: cuando voy a pagar todas las cosas de recuerdo que he cogido, esa misma señora deja la venta para salir corriendo cual Speedy Gonzales a gritar y festejar que llovía. “It’s raining! It’s raining!”. La mujer, que de repente se quita 50 años de encima y parece Simon Biles salvo por el color de piel, es observada por un grupo de motoristas en Harley cuyas caras reflejan todo lo contrario, pues la tormenta, lógicamente, no es de su agrado. Se trata de una simple y llana nube que moja más el suelo que otra cosa, pero según nos dice la mujer a su regreso, por esta zona no están acostumbrados a ver caer agua del cielo.

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Ésta es una de las muchas anécdotas que uno puede contar de la Ruta 66, de nuestra Ruta 66. Una aventura acortada de lo que es el viaje original, pues arrancamos más o menos a la mitad, en Alburquerque, tras despertarnos en Santa Fe previa escala en Dallas. Un poco lioso así de primeras, pero lo vas a entender mejor con esta explicación: Hyundai nos propone conocer la quinta generación del todocamino Santa Fe en Santa Fe, la capital del estado de Nuevo México, y como complemento, realizar varias etapas de la Ruta hasta llegar al Pier de Santa Mónica, famoso en el mundo entero por “Forrest Gump”, aunque para nosotros lo es por el cartel de “End of Trail Route 66”, en el que hay que hacerse la foto de rigor, por postureo y recuerdo, claro está.

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Por eso mismo, un día te despiertas a 8.411 kilómetros en línea de casa, con siete horas menos en el cuerpo. A la jornada siguiente, estás a 8.836 kilómetros y las horas se van hasta las ocho. Al tercero, la distancia roza los 9.000 kilómetros y a nueve horas de diferencia horaria. Y el último, el punto final, es de 9.400 kilómetros. Cinco estados en total, 1.500 kilómetros en coche descubriendo sitios tan mágicos como los que habla Chuck Berry en la canción (Gallup, Flagstaff, Kingman, Barstow) y varios usos horarios distintos en apenas cuatro días, vuelos a parte. Cansa sólo con leerlo, pero ha sido una de las mejores experiencias de mi vida personal y profesional. “Get your kicks on Route 66”. ¿O al final tendré que decir lo contrario? “On Route... 66”.

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Pendientes de la carga

  • Stage 1: Santa Fe – Flagstaff, 617 km
  • Stage 2: Flagstaff – Kigman, 237 km
  • Stage 3: Kigman – Las Vegas, 172 km
  • Stage 4: Las Vegas – Barstow, 251 km
  • Stage 5: Barstow – Santa Mónica, 216 km
Ruta 66 by Hyundai - fotos
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La Ruta 66 te pide un Mustang o un Camaro de los 80, pero nuestras monturas son muy distintas a la de los muscle cars por excelencia. Tenemos a nuestra disposición un Santa Cruz XRT y un Hyundai Ioniq 6, coches que alternamos con nuestros colegas franceses, con quienes compartimos etapas. Sí, un pick up que es novedad en USA debido a que estrena acabado y del que tienes una completa prueba, y un eléctrico. El primero ha resultado ser un Tucson carrozado de aventurero, por lo que es cómodo y prefiere el asfalto al barro; no puede ocultar su origen burgués. Quizá las plazas traseras no son lo que esperamos, pues las hay mejores... para echar una cabezada (el jet lag es lo que tiene, que duermes en cualquier sitio).

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Del segundo seguro piensas que no vale para esto. ¿Un eléctrico? ¿La Ruta 66? Un momento, ¿y los puntos de carga? La organización lo tenía todo planificado. El coche te permite hacer unos 400 kilómetros reales, así que daba para cubrir cada jornada, pero parábamos para hacer cargas rápidas por asegurarnos. El kWh se paga a unos 16 céntimos de dólar en Arizona y alrededor de 26 céntimos en California, importes similares a los de España. Algunos puntos eran fáciles de localizar, situados en los aparcamientos de la cadena Walmart, supermercados caracterizados por sus bajos precios –tendría que haber comprado esa camiseta de Goku por seis dólares–. Otros tardábamos más en localizar por encontrarse en pueblecitos. Pero la tónica siempre era la misma: estar solos, salvo en Nevada y California, donde la mentalidad eco y el poder adquisitivo es más alto. En Nuevo México y Arizona, la tasa de electrificación debe de ser como la española: baja o muy baja.

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En estos estados hay gigantescos todocaminos, muchos de ellos propulsados con motores en uve, de 10 ó 12 cilindros. En Europa los señalaríamos por ser políticamente incorrectos, pero allí son tan comunes como lo es el Dacia Sandero en nuestras calles. Son ‘asequibles’ –alrededor de 40.000 dólares; mucho menos en el mercado de segunda mano– y el galón de gasolina está por debajo de 3,5 dólares. Es decir, un litro vale 86 centavos, cuando aquí es un 80% más caro. Coches baratos y combustible ‘regalao’; si éste es el sueño americano, lo tengo claro: cariño, lo siento, pero no quiero volver a casa.

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Una cosa menos

La lista de propósitos que debo hacer antes de morir tiene un nuevo check: adiós a la Ruta 66. “Get your kicks on Route 66” ya forma parte de mí y acabaré tatuándome esa frase de Chuck Berry en un arrebato de locura. Aunque para locura este viaje que me ha servido para descubrir a fondo la tecnología de Hyundai y sus avances y enamorarme una vez más del país de las barras y estrellas. Pues eso. “Get your kicks...”.

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Headlights de nuestra Ruta 66…

-Partimos de Santa Fe, a unos 100 kilómetros de Alburquerque, verdadero punto de salida de nuestra aventura con los Hyundia Ioniq 6 y Santa Cruz XRT. Por delante, tres jornadas de rodaje por autopista y carretera secundaria. Esta última es la que de verdad te muestra la América más profunda y la de contrastes que hay entre los estados más ricos pobres del país.

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-Dos terceras partes de los 1.500 kilómetros que recorrimos los hicimos por autopista, en las que vimos frente a otras ocasiones, cómo la gente pisaba más el acelerador saltándose frecuentemente los límites de velocidad.

-Las carreteras de Nuevo México y Arizona nos sorprendieron por lo sucias que estaban y la cantidad de neumáitcos reventados en los arcenes. Tenemos varias teorías al respecto, como que el calor afecta negativamente a la durabilidad o que el bajo mantenimiento de las infraestructuras es crucial. También las revisiones de los neumáticos ya que, a buen seguro, muchos de ellos no estaban en buen estado de conservación.

-Mr D’Z Diner es parada obligada en la Ruta 66. Está en Kingman, Arizona, y te puedes comunicar en español, pues su dueño es latino. Enfrente existe un pequeño monumento para posar, un arco en el que meter tu coche y hacer una foto. Al lado de éste hay una megaestación de cargadores Tesla, que carecen de cualquier resguardo.

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-En Flagstaff dormimos en el típico motel de carretera de película. Jugamos a imaginarnos que cualquiera de las personas con las que nos cruzábamos era una asesino en serie al más puro estilo de películo de sobremesa.

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-El calor del verano nos obligó a cambiar nuestro outfit: adiós al pantalón largo y la camisa, hola bermudas y camisetas.

-Dice el eslogan publicitario “que lo que pasa en Las Vegas se queda en Las Vegas”. Esta ciudad ha quejado de ser la capital del pecado y el exceso más histriónico a ser una de negocios y espectáculos. Céline Dion fue pionera en explorar esta fórmula y ahora con muchos los cantantes y grupos que viven de forma permanente en Las Vegas, como Maroon 5, que cada día cuelga los carteles de “no hay entradas”. Las malas lenguas hablan de que Dion ha ganado más de 681 millones de dólares desde el 2000. Y ojo a los precios: una cena media de tres personas se puede ir a 500 euros a poco que repitas consumición y añadas las propinas, que rondan el 15-20% y estás obligado a darlas por ley.

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-Antes de comer en Barstow, paramos en un outlet con la idea de pillar alguna ganga de un par de marcas de lujo, pero los precios son más altos que en España, por lo que nos volvemos con las manos vacías. Un dólar más fuerte y la subida de precios que afecta a todo el mundo con culpables de ese cambio de tendencia. Nos contentamos con una hamburguesa de ‘In-N-Out’, famosa cadena de comida rápida que se asemeja bastante a ‘Five Guys’, esta ´ltima cada vez más popular en España. En ‘In-N-Out’ no pidas alitas o nuggets porque no tienen. Se dedican a vender tres tipos de hamburguesa y patatas fritas, un modelo de negocio que funciona.

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-Santa Mónica regala paisajes como el que ves en esta foto. Estamos en territorio de “Los vigilantes de la playa”, muy cerquita de Malibú, cuyas playas también bordeamos a los mandos del Ioniq 6. Aquí, el coste de la vida es muy superior, como bien se aprecia en el precio de las casas y en los carburantes, con el galón a unos 5,2 dólares, un gran salto a lo visto en la América más profunda y de la que suele hablar Donald Trump en sus discursos patrióticos del “Make America great again”.

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Headshot of Carlos García-Alcañiz
Carlos García-Alcañiz

Carlos es periodista experto en coches y automoción con una trayectoria en medios de comunicación de más de 16 años. Aterrizó en Car and Driver en 2007, donde su principal ocupación son las pruebas de producto, que muestra a la audiencia a través de vídeos en Youtube y de extensos análisis en web y papel sobre las últimas novedades presentadas. Como apasionado del motor que es, también le podrás leer entrevistando a diferentes líderes del sector, dándote las últimas noticias relacionadas con la conducción y contándote las curiosidades más sorprendentes de las marcas más punteras.

Su extensa trayectoria también abarca trabajos en otros medios como El Mundo, Coche Actual y AutoScout24, e hizo sus pinitos en televisión en el programa de entrevistas “El Círculo Neox”, emitido en el canal homónimo de Atresmedia. Mucho antes de eso, prácticamente de niño, fue lector de Car and Driver, cuando la cabecera estaba dirigida por el piloto de Fórmula 1 Emilio de Villota, con quien tuvo la suerte de trabajar.

Dentro del grupo editorial Hearst España, Carlos ha escrito las secciones de motor de revistas como Qué Me Dices, Emprendedores y deViajes y, ahora lo hace día a día en Car and Driver y ocasionalmente en Esquire. Si no está en la oficina, lo encontrarás en un avión destino a cualquier parte del mundo con un único fin: conducir la última novedad del mercado, tenga pilas o no. ¡Ah! Y es ferviente defensor de los clásicos, aunque ya no tenga su Volkswagen Golf GTI mk3.

Gracias a su trabajo, ha tenido la suerte de correr con un Mercedes-AMG GT en Laguna Seca y ha hecho sus pinitos como piloto en el mítico Nordschleife a los mandos de un BMW M2. También ha conocido sitios tan exóticos como las montañas de Dhofar en Omán, que recorrió a bordo de un Audi RS 3 Sedán; la espectacular Isla de Vancouver, por la que viajó en un Porsche Panamera Sport Turismo; y las playas de Essaouira gracias al salvaje Ford Ranger Raptor.