Los países árabes, Estados Unidos y China son los principales mercados de las versiones más lujosas del Clase G, el veterano 4x4 de Mercedes que acaba de sufrir una puesta al día estética, de motores y equipamiento tecnológico. En el exterior cambia poco, sólo la incorporación de las luces diurnas led y unos nuevos y aparatosos paragolpes con unas grandes tomas de aire en los AMG.

En el interior se ha remodelado toda la consola central y la instrumentación, con una nueva pantalla para el navegador tomada directamente del Clase B. También se pueden disponer de nuevos acabados, con el salpicadero recubierto en cuero y el acabado “designo”, con cuero de alta calidad con diseños y colores exclusivos, como en los ML y GLK.

La gama ahora queda estructurada en base a dos carrocerías, el corto sólo en versión cabrio con capota eléctrica y el largo de cinco puertas. La carrocería larga puede llevar todos los motores, pero el cabrio sólo los dos menos potentes. Los propulsores disponibles son tres gasolina y un Diesel. Los gasolina son el G500 V8 atmosférico de 388 CV, el 63 AMG, también V8 pero biturbo con 544 CV y el impresionante 65 AMG con un V12 biturbo de 612 CV.

El Diesel es el V6 350 BlueTec de 211 CV, todos ellos con cambio automático de siete relaciones y, por supuesto, tracción a las cuatro ruedas con bloqueos de los diferenciales central, trasero y delantero. También existe una gama denominada “professional”, desprovista de todos los lujos, con carrocería larga y a la que no se le han aplicado los cambios estéticos de sus hermanos más lujosos.

La posibilidad de bloquear los tres diferenciales y sus amplios recorridos de suspensión lo convierten en una máquina de superar obstáculos.
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Los G ahora pueden llevar mucho equipamiento tecnológico, como la cámara de visión trasera, control de ángulo muerto, aviso de atención del conductor y entre las funciones del ESP el arranque en pendiente y la estabilización del remolque. A pesar de su apariencia el G no es un vehículo especialmente amplio; su anchura no es generosa, con las puertas muy verticales y cerca de los ocupantes aunque en espacio longitudinal trasero está más holgado, en la versión de carrocería larga, claro.

El sonido de los AMG es realmente impresionante, aunque no “bonito”, ya que los escapes laterales, dos a cada lado por delante de las ruedas traseras, producen un ruido extraño. El V8 atmosférico tiene una sonoridad mucho más “redonda”. Las suspensiones son de ejes rígidos con muelles (no hay suspensión neumática ni en opción) y sus motores están muy por encima de lo que puede aguantar un bastidor robusto y fiable para campo, pero que no fue diseñado para potencias tan extremas.

La dirección tampoco es otro de sus puntos fuertes, con un tacto delicado y algo impreciso. Pero el terreno en el que mejor se mueve el G es en campo duro, donde la posibilidad de bloquear los tres diferenciales y sus amplios recorridos de suspensión lo convierten en una máquina de superar obstáculos, aunque para ese trabajo mejor recurrir a las versiones “profesionales” sin tanto lujo y con llantas de 16 pulgadas en lugar de 20 con neumáticos de perfil bajo. Los precios de la nueva Clase G se sitúan entre los 97.600 y los 295.000 euros.

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