Pocas cosas irrumpen la aparente tranquilidad que se respira cada día en los alrededores de Salalah; de hecho, por no molestar no lo hace ni la lluvia, que apenas deja agua una semana al año y eso en el mejor de los casos. Pero una serie de aparentes 'explosiones' aturden a los peatones y a los trabajadores de las innumerables obras que pueblan la ciudad. Afortunadamente los responsables de este escándalo público son nuestros colegas de la prensa china que vienen arrasando con una unidad del Audi RS 3 Sedan. Según llegan al punto de encuentro en el hotel, la propia organización de la marca sabe que han venido muy ligeros y les sueltan un "os lo habéis pasado muy bien", entre la admiración y la reprimenda. Parece ser cierto porque los frenos cerámicos vienen literalmente echando humo. Sin darles descanso, nos subimos en esa misma unidad para ver si somos capaces de sentir el éxtasis que parece han alcanzado los asiáticos.
De primeras, el RS 3 Sedán se cuela entre los destartalados Toyota Camry y Nissan Sunny que reinan en el Sultanato de Omán. El alemán de inmediato se siente tan exótico y exclusivo que su silueta parece una obra firmada por el propio Frank Gehry. Nuestro atómico Audi resalta todavía más por el color verde utilizado en su carrocería, nuevo en el catálogo y que, en función de la luz, recuerda al de un Dodge Viper. La alegría que desprende este tono contrasta con el blanco desgastado de las casas y el marrón de la arena así que de inmediato somos el centro de atención de cualquiera que nos mire, incluso de los más ricos que se pasean en gigantescos SUV japoneses y americanos.
Pero así es la última criatura de Audi Sport, en la que hay más innovaciones de las que imaginas. Para empezar, estrena esta carrocería sedán, que se suma a la Sportback que conocimos hace apenas un año en el circuito italiano de Vallelunga.Ésta, por cierto, renueva su línea para adecuarse al lenguaje de diseño de la familia A3. Pero el restyling general del RS 3 trae consigo un equipamiento más amplio con la posibilidad de montar el cuadro de mandos digital Virtual Cockpit–serie–, Wi-Fi o asistentes a la conducción como la frenada automática, la detección de peatones o la ayuda para salir marcha atrás. Aunque lo realmente novedoso se esconde bajo el capó ya que el bloque de cinco cilindros en línea y 2.5 litros pasa de 367 caballos a 400 caballos, un incremento de potencia que va acompañado de una leve pérdida de peso de 26 kilos gracias al aligeramiento de ciertas partes mecánicas.
Y aunque lo habitual es que no haya cambios en las prestaciones, en el RS 3 sí hay un salto porque el 0 a 100 baja de 4,3 segundos a 4,1 acercándose peligrosamente a las cifras que homologa un RS 6. La velocidad máxima sigue limitada a 250 por hora aunque se puede pedir a fábrica sin topes para que alcance los 280 y el consumo de carburante sube de 8,1 a 8,3 litros a los 100. Pero basta de datos; ha llegado la hora de la verdad.
En caravana, nos dirigimos a las montañas de Dhofar, en las que tenemos previsto recorrer 250 kilómetros en dos rutas, una más al norte de la ciudad y otra hacia el oeste en las que hay un denominador común: las curvas. Es ahí donde el RS 3 se muestra ágil haciendo que tracemos con una insultante soltura debido a la tracción integral quattro–que envía entre el 50 y el 100% del par a las ruedas traseras– y a la suspensión de dureza regulable. El cambio automático S tronic de doble embrague es tan fiel compañero de aventuras que pensamos pedirle matrimonio por lo bien que funciona, metiendo y quitando 'hierros' milésimas antes de que pulsemos la leva correspondiente. El turbo del cinco cilindros, o mejor dicho, su soplido, es uno más en la aventura de las aceleraciones a las que estamos sometiendo al RS 3, cuyo corazón parece no cansarse hasta cuando roza las 7.000 vueltas, momento en el que 'muere'. Nos bajamos del Sedán y pasamos al hatchback.
Definitivamente, sólo la arena de la carretera y unos neumáticos sin apenas dibujo debido al uso intenso al que está siendo sometido penalizan la dinámica del Sportback, que se muestra bastante más nervioso en frenada y a la salida de las curvas por lo que no queda otra que levantar el pie para facilitar el trabajo a la tracción quattro, incapaz de detener los constantes subvirajes; mientras, el Sedán se escapa poco a poco como una presa que huye de su cazador. Los frenos cerámicos garantizan una superior mordida y una mayor resistencia a la fatiga, incluso si el RS 3 cae en manos equivocadas porque sí, este vehículo es tan efectivo que hasta un novato podría sacarle mucho más jugo del que imaginas.
No deberíamos olvidar el doble escape ovalado con mariposas en la línea final, una auténtica maravilla de la ingeniería que genera un excitante ‘ruido’ tanto al exterior como al interior, dulcificable si seleccionamos el programa de conducción Comfort, el encargado de poner un poco de cordura en esta máquina diabólica que incita a ir rápido incluso para hacer la compra. Con él, la suspensión, la dirección y la respuesta del motor se asemejan un poco más a las de un A3 'estándar', y eso que ahora el centro de gravedad ha bajado 2,5 centímetros.
Si después de todo lo que has leído crees que el RS 3 es tu coche, aún deberás esperar hasta agosto para que se realicen las primeras entregas dejando en tus manos si finalmente te decantas por el Sportback (63.400 euros) o el Sedán (65.300 euros). Son más de 10 millones de las antiguas pesetas por un coche único que va pegado al asfalto como pocos y encima sin que nada del habitáculo cruja porque la calidad de terminación de este Audi es incuestionable.
