A mediados de los años 60, dos estrellas emergieron en mundos tan distintos como condenados a encontrarse: el Mustang y Steve McQueen. Estados Unidos vivía una época dorada en el panorama automovilístico, con el continente europeo recuperándose poco a poco de la Segunda Guerra Mundial pero precisamente otra contienda –en este caso comercial– se recrudecía. Chevrolet causaba sensación con el Corvette y Ford no conseguía tapar esa hemorragia de clientes a su marca rival.

Sin embargo, la tortilla no tardó en dar la vuelta cuando en 1964 y con una de las campañas de marketing más audaces hasta el momento, la marca del óvalo presentó el primer ‘pony car’ de la historia, el Ford Mustang. Así las cosas, cuando cuatro años después Peter Yates quiso plasmar en su película las persecuciones policiales y las tropelías nocturnas que se vivían en la ciudad de San Francisco, no dudó en otorgarle a su protagonista un Ford Mustang GT-390 de color verde oscuro, el papel a alguien verdaderamente capacitado al volante como Steve McQueen y así llevó hasta la gran pantalla ‘Bullitt’, una de las películas de culto que todo amante al motor está obligado a ver al menos una vez en su vida.

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Medio siglo después, Ford quiso rendir tributo a esta dupla trayendo hasta el presente al coche de McQueen, comercializando la serie más especial de su muscle car, poniendo a la venta en definitiva, este Ford Mustang Bullit que vamos analizamos a continuación.

ford mustang bullit verde en tres cuartos trasero, frente a la playapinterest
Diego Rueda//Car and Driver

Infunde respeto y no solo por su historia

Tan imponente como siempre pero más estilizado que nunca, el Mustang Bullit presenta una apariencia sencillamente inmejorable. Durante nuestra prueba a fondo, tuvimos la oportunidad de recorrer más de 1.000 kilómetros tras su volante y de asistir a ‘Superdeportivos Cantabria’, la concentración de supercars que se celebra anualmente en el norte de nuestro país. Allí, entre casi 200 deportivos del máximo calibre, consiguió brillar con luz propia y así quedó reflejado en un vídeo sobre el evento en el que lo puedes ver en acción en el vídeo de la parte superior de este artículo.

Sus detalles específicos son pocos pero muy especiales. Para empezar, solo está disponible en los colores negro Shadow y verde Highland, cuenta con unas llantas de 19 pulgadas, estilo Torq Thrust realizadas en negro, unas pinzas de freno rojas en ambos ejes, una parrilla delantera minimalista, sin el logotipo del Mustang, una zaga con un difusor de aire igualmente simplificado y un logotipo en el centro de la tapa del maletero: ‘Bullitt’.

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Un vistazo al interior nos revela otros detalles especiales que de la misma forma, son tan escasos como relevantes. En los umbrales de la puerta, en el volante y en la placa distintiva con el número de serie del salpicadero, encontramos la misma alusión a la película. La tapicería es especial, la moldura del salpicadero ofrece un aspecto metálico que recuerda a los Mustang de los 60, los asientos Recaro son calefactados y ventilados –una opción de 2.000 euros– incluyen costuras en el mismo color de la carrocería y lo mejor de todo, el pomo del cambio –que sólo puede ser manual– es blanco, como en el modelo original.

El ambiente interior es el de un coche de película, nunca mejor dicho, y cuando accionamos el contacto nos encontramos con una animación personalizada en la que un vehículo idéntico al que llevamos entre manos nos saluda. Es entonces cuando empezamos a configurar el cuadro de mandos, completamente digital merced a una pantalla de 12 pulgadas. Su lectura es impecable, perfecta para no retirar la vista de la carretera aunque con tres opciones de visualización –Normal, Sport y Circuito– y con los menús que ofrece, que son casi innumerables, conviene –y mucho– realizar esta operación en parado.

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El sistema multimedia ofrece otra pantalla multifunción central, de 8 pulgadas y bastante más sencilla de manejar, pues consiente un precio control táctil. Eso sí, está ubicada en una zona algo baja lo que favorece más su manejo con la mano derecha, que su visualización en marcha. Por lo demás, como es costumbre en el Mustang, la disposición de los mandos y su manejo resultan muy intuitivos, algunos plásticos son bastante más agradables a la vista que al tacto y tanto por el espacio disponible como por la postura de conducción y el mullido de los asientos, vamos muy cómodos, especialmente para tratarse de un automóvil tan deportivo como éste.

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Las plazas traseras no tienen nada que ver con las delanteras, son bastante angostas y el acceso a las mismas complicado, pero estamos en un 2+2 y sabemos que quien acceda a las mismas lo hará por pasar un buen rato y sabiendo lo que puede pasar. Además, es de valorar que los respaldos de estas plazas auxiliares se abatan hacia delante permitiendo aumentar así la capacidad de un maletero muy grande y uniforme, de 408 litros.

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Silencio, se rueda

No nos engañemos, su historia, su estética o las comodidades de su interior, son cualidades a tener en cuenta, pero lo más importante para un deportivo son las sensaciones que es capaz de transmitir al volante y desde luego, estamos subidos en uno de los coches más sensacionales del momento aunque a decir verdad, echamos en falta algo más de personalización en la ‘performance’ de este Bullitt, como dicen los americanos. Solo el cambio manual, de manejo algo rudo pero preciso y con una gestión electrónica que simula el punta-tacón de forma automática, aporta un extra de autenticidad interesante a la conducción.

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En cambio, el V8 atmosférico solo ofrece 10 caballos de potencia extra, el mismo par motor –529 Nm– y un equipo de frenos y suspensiones calcados a los del Mustang GT. Nuestro protagonista pierde en esta faceta la capacidad de distinción que presenta en todas las anteriores. ¿Es una lástima? sí, ¿un drama? en absoluto. Al final, manejamos un coche que es espectáculo puro. Con sus casi 4,80 metros de largo por 1,92 de ancho y sus 1.818 kilos de peso, podrían ser perfectamente una aburrida berlina pero nada más lejos de la realidad, es capaz de disparar nuestras pulsaciones a la menor provocación y emite un sonido tan estimulante como pocos, merced a su cuádruple salida de escape y a un sistema de válvulas activas que nos permite regular su sinfonía en base a cuatro modos: silencioso, normal, deportivo y circuito. En el segundo, ya suena de forma colosal.

El V8 es puro sabor americano, pide ir por encima de las 3.500 revoluciones para rendir bien y su sonido es atronador.

En marcha, lo mejor es irle cogiendo poco a poco el punto a un comportamiento tan peculiar como excitante. En este sentido ayuda y mucho la electrónica, capaz de domar con gran brillantez el indómito carácter natural de nuestro Mustang. Cuando bajamos la alerta de las ayudas, hay que se muy cuidadosos con el acelerador si no queremos recibir ningún susto más de la cuenta a cargo del eje trasero. En cambio,en la entrada de las curvas se aprecia bastante más efectivo, gracias a una dirección suficientemente rápida y precisa y a un bastidor que se mantiene bien asentado, al menos en el caso de nuestra unidad de pruebas que contaba con la suspensión de dureza variable Magneride –2.200 euros adicionales–.

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Como en el resto de sus versiones, este Mustang Bullitt se siente más cómodo en las curvas rápidas y las largas rectas de las carreteras abiertas, que en los tramos de montaña más cerrados que además en nuestro caso, los pasamos con el asfalto mojado en la mayoría de los casos. La sensación de libertad y de poderío que transmite al conductor es colosal y es que basta con hundir el pedal del acelerador para ver como un morro gigantesco se alza hacia nosotros al tiempo que nuestro cuerpo se encaja al asiento. Sus prestaciones reflejan un 0 a 100 km/h en 4,6 segundos y una velocidad punta de 263 km/h. La sensación dentro del coche es simplemente la de “abróchense los cinturones, vamos a despegar”.

En definitiva…

Solo 6.000 euros separan al Mustang más especial de la gama de su opción siguiente, el GT Fastback. Es mucho dinero si piensas únicamente en la parcela mecánica pues 10 caballos de potencia en 450, es algo humanamente inapreciable. Si por el contrario, valoras a este Bullitt como lo que es, una serie especial limitada que en algún momento Ford retirará para siempre del mercado y que rinde homenaje a una leyenda como Steve McQueen, seguramente ese dinero sea muy poco sobre todo pensando en una futura reventa. En cualquier caso, si al final la cuenta que más veces vas a echar es la de las emociones recibidas a cambio del dinero invertido en este caballo salvaje, no lo dudes, te va a salir a devolver. ¡Y con creces!

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A favor:

Estética general. Sensaciones del V8 atmosférico y el cambio manual. Comportamiento característico.

En contra:

Escasa potencia extra para una edición especial. Asientos Recaro y suspensión adaptativa opcionales.