Como cada día, a las 8 en punto, Florentino se sube en el coche que le lleva a trabajar. Hoy es la primera vez que se monta en el nuevo A8 50 TDI quattro. Parece ilusionado. En el trayecto, utiliza la red WiFi instalada a bordo para ir leyendo las noticias del día. Aprovecha incluso para sacar el portátil y modificar unas líneas del discurso que tiene previsto dar en la junta directiva. Antes era un poco más difícil por culpa del traqueteo; ahora, no ha tenido problema al respecto. La suspensión regulable se adapta en milisegundos para que las imperfecciones de las calles de Madrid apenas se perciban en el habitáculo. Y eso le gusta. La insonorización de la cabina es sobresaliente, lo que le permite ir hablando por teléfono con el manos libres sin que sus interlocutores perciban el ruido de marcha.

Al gusto del señor

Después de una comida ligera con parte de su equipo, cambia de cargo sin quitarse el traje. Ahora se mete en la piel de un hincha que ama su equipo de fútbol. El cansancio comienza a hacer mella y aún le queda debatir la viabilidad de nuevos fichajes, y eso se traduce en dolores de cabeza. Así que ha llegado el momento de desconectar, al menos, durante los minutos que faltan hasta llegar a Concha Espina. Sube unos grados la temperatura del climatizador, se pone los cascos inalámbricos con la quinta sinfonía de Tchaikovsky y activa la función masaje, no sólo del asiento, sino de los pies, porque el A8 estrena esta función. Ahora sí, todo está a su gusto para echar una cabezada sin riesgo de que nadie le haga fotos a traición, porque los cristales tintados de la berlina alemana son muy opacos.

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Lógicamente esta historia es ficticia, pero nos sirve para entender el día a día de muchos ejecutivos, que eligen coches como el Audi A8 por los valores que representan. Hablamos de estatus, lujo, tecnología y, cómo no, confort de marcha. Precisamente unir todos estos factores en un mismo vehículo es algo que pocos fabricantes consiguen. No es el caso de BMW que, con su Serie 7, se encuentra al nivel de Audi, eso sí, con sus particularidades.

El A8 pisa de forma exquisita. El BMW igual, pero con ese toque deportivo tan suyo…

Decimos esto porque el Serie 7 saca a relucir un tipo de personalidad en función de la transmisión. Con la tracción integral xDrive –desde 101.950 euros para el 730d–, el BMW se vuelve muy obediente, ‘pasivo’ incluso, como el Audi, que sólo está a la venta con su famoso quattro. Pero, si se elige como un todo atrás, como es el caso, el comportamiento dinámico prevalece. Y por eso, el bávaro incita a abandonar las plazas posteriores para sentarse en la del conductor. Entenderíamos que el empresario de turno le dijera al chófer algo así como “tómate el día, que ya me encargo yo de llegar a la reunión”. El Serie 7 transmite deportividad desde el primer minuto y eso que tiene en contra tanto al seis cilindros Diesel –por dar ‘sólo’ 265 caballos– como los 1.800 kilogramos que pesa, de ahí que las prestaciones no sean de infarto. Tampoco las busca, que para eso está la versión V12 de 610 caballos… Hablamos, en realidad, de sensaciones.

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Toque peculiar

El bávaro se percibe más ligero de lo que en verdad es y, en recta, su marcha se asemeja a la de un Serie 5. La dirección eléctrica permite un manejo fácil y el radio de giro es tan bueno que resulta sencillo mover semejante ‘nave’ por cualquier tipo de calle estrecha o aparcamiento público gracias a sus 2,3 vueltas entre topes. Aunque te lo contemos, hay que verlo en persona porque sale de sitios realmente pequeños con las mismas maniobras que hay que hacer con un Serie 3. La única pega es el morro, ancho e infinito, por lo que a veces cuesta saber muy bien dónde comienza; para paliarlo, está el sistema de cámaras perimetrales Surround View, un extra muy recomendable por la excelente calidad de proyección de las imágenes en la pantalla central del equipo de infoentretenimiento, un sistema muy asequible para tratarse de BMW ya que cuesta ¡menos de 300 euros!

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En las curvas, la situación cambia y mucho. Las rápidas las deja atrás con facilidad sin apreciarse inclinaciones significativas de la carrocería; en las más cerradas, la situación es radicalmente distinta. A la entrada, se muestra muy torpe debido a los kilos demás que recaen en el eje delantero y, a la salida, la zaga intenta ‘rebelarse’ por la tracción, así que los controles tienen que intervenir en más de una ocasión para hacer que el Serie 7 mantenga la compostura. ¡Que se note que es un BMW aunque mida más de cinco metros! La situación se mantiene con la función Sport. Con ella activa, sólo se aprecia un ligero endurecimiento del conjunto y una respuesta más viva al acelerador, lo normal en estos casos. Pero la percepción racing siempre está ahí. El sonido es muy estimulante para tratarse de una mecánica Diesel y el puesto de mandos no deja de estar unos centímetros más bajo que el de su rival, muy envolvente y ‘apetecible’ para hacer kilómetros. A eso se añade que las orejas de los asientos se inflan mínimamente cuando hemos activado el modo Sport; de esta forma, el cuerpo se encuentra un poco más sujeto, reduciendo con ello los ‘vaivenes’ cuando la carretera se retuerce.

Como buen BMW, la propulsión se deja sentir más de la cuenta; el A8 es mucho más imparcial

En el caso del A8, todo lo descrito del Serie 7 es transpolable a él, con la única diferencia de que la tracción integral consigue contener las pérdidas motrices, muy acusadas en el modelo de Ingolstadt, que es 220 kilos más pesado. A pesar de ello, curiosamente el Audi tiene una arrancada más enérgica y la explicación es sencilla: su propulsor cuenta con 20 caballos más que el seis cilindros de BMW. Si esto es importante, más lo es la entrega de par, que la hace a tan sólo 1.250 vueltas, casi al nivel de los motores gasolina turbo de última generación. Hay que destacar que el TDI se deja sentir algo más en el habitáculo y el sonido no está tan afinado como sucede en el BMW que, por momentos, nos hace pensar en la gasolina.

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Miran el bolsillo

Si en habitabilidad y prestaciones se encuentran muy a la par, en temas de consumo calcan las cifras, con medias en torno a ocho litros a los 100. Un dato: a 120 por hora, los dos giran a 1.500 vueltas. Pero el BMW consigue una mayor autonomía al exprimir mejor cada gota de combustible con el programa eficiente Eco Pro. Porque se puede ser un caballero hasta en el ahorro…

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