Las primeras noticias sobre la comercialización del Ford Edge en Europa las tuvimos en 2013 y desde hace casi dos años se esperaba la llegada de este modelo al mercado europeo. Se trata de la segunda generación de este modelo, en USA considerado como de tamaño 'medio' pero que aquí entre dentro del grupo de los SUV más grandes con sus 4,81 metros de largo. Su diseño se aparta ligeramente de los Ford que conocemos en Europa, pero es similar al del Ecosport, el más pequeño de de la familia SUV de Ford y muy pronto el Kuga tendrá un estilo similar con la gran parrilla hexagonal presidiendo el frontal.

El Edge se fabrica en los Estados Unidos de Norteamérica a donde llegan los motores Diesel procedentes de Europa. Según los responsables de Ford, el Edge europeo presenta bastantes diferencias con respecto al americano, como los plásticos y revestimientos interiores, de tacto blando como gustan en Europa, además de diferentes reglajes de suspensión y dirección. El interior resulta familiar ya que el salpicadero utiliza muchos elementos procedentes del Mondeo –modelo del que toma la plataforma–, como el sistema de navegación y la consola central. El habitáculo es amplio, con un buen espacio para los pasajeros de atrás y unos asientos bien diseñados que sujetan bien.

El maletero tiene una capacidad de 600 litros y cuenta con rueda de repuesto, de emergencia pero por lo menos la lleva.

El Edge está disponible con dos variantes del motor turbodiesel de 2.0 litros que ya montan el Mondeo, S-Max y Galaxy, con potencias de 180 y 210 caballos, con cambio manual de seis velocidades en el primero y automático de doble embrague y el mismo número de relaciones en el más potente. Es un motor suave y agradable que ofrece un buen rendimiento en un vehículo de este tamaño y peso, aunque no hay que esperar unas prestaciones deportivas. No tiene vibraciones y aunque el sistema de cancelación de ruido interior –Active Noise Control– es uno de los dispositivos que la marca destaca en este modelo lo cierto es que no resulta más silencioso que algunos modelos similares y la única diferencia está en el más potente, con cambio automático, ligeramente menos audible en el interior, sin que en ningún caso llegue a ser molesto o a estar por encima de la media de esta categoría. En cuanto a consumo es de 5,8 litros en el 180 caballos y de 5,9 litros en el 210, pero la diferencia de gasto no la marca la potencia, sino la medida de las llantas, 19 pulgadas en el 'pequeño' y 20 en el más potente.

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La suspensión es independiente en las cuatro ruedas y la tracción total es de serie con las dos motorizaciones y en cualquiera de sus tres acabados, Trend, Titanium y Sport. El sistema es conectable automáticamente y en condiciones de buena adherencia funciona como un tracción delantera. El reglaje de la suspensión es más bien firme para contener los balanceos pero cómodo en cualquier terreno y en el acabado Sport incorpora la suspensión deportiva con ajuste automático de la dureza de los amortiguadores y la dirección también adaptativa, además de llantas de 20 pulgadas de serie.

Los precios del Edge arrancan en los 43.425 euros para el Trend de 180 caballos, aunque las ventas de esta versión serán testimoniales y el grueso estará en el Titanium con esa misma potencia que llega a los 46.425 euros, mientras que el 210 sube hasta los 50.425 euros y en acabado Sport cuesta 51.925 euros. En cualquier caso, Ford contempla descuentos muy elevados para este modelo y además, su equipamiento es muy completo, con elementos como el portón trasero eléctrico manos libres, airbag en los cinturones traseros exteriores –como en el Mondeo– y navegador con pantalla táctil.

ford edge st azul en carretera, vista delantera