La canción de Alejandro Sanz viene como anillo al dedo para hablarte del nuevo Avensis. Como sabrás se trata de una berlina japonesa con multitud de elementos compartidos con otros Toyota como Auris o Prius pero, curiosamente, dos de las tres 'almas' que le dan vida tienen origen alemán: los motores turbodiésel de 112 y 143 caballos son los 1.6 y 2.0 respectivamente de BMW rebautizados en esta ocasión como D-4D; basta con retirar la tapa superior del bloque para ver impreso tanto el logo de la casa de la hélice como el país de procedencia (Germany). El acuerdo firmado entre ambas partes inició su aventura con el monovolumen Verso y ya se ha extendido al compacto y al modelo que nos ocupa.

Más allá de este hecho que revaloriza significativamente al Avensis, el coche luce ahora una imagen más poderosa que nos recuerda al Mirai, el vehículo de hidrógeno que poco a poco irá llegando a los países europeos. De hecho, visto de frente, el Avensis parece un automóvil totalmente nuevo y no de lo que se trata en realidad, un restyling del anterior facelift, que también tuvimos oportunidad de probar en 2012. En la zaga pasa algo parecido gracias a los cromados y a los pilotos con iluminación de led, que nos recuerdan por diseño a otros de la competencia como los del Seat León.

En el habitáculo también encontramos un aire renovado, aunque hay mandos como los del cierre centralizado o los de la regulación de los espejos retrovisores que delatan cierta antigüedad. Además de contar con unos asientos nuevos que son comodísimos y nos han gustado tras estar varias horas sentados en ellos, es el cuadro de mandos y la consola las partes que más modificaciones sufren. El primero de ellos tiene unas esferas de clara inspiración italiana y una pantalla TFT central de 4,2 pulgadas en la que aparecen datos como el ordenador de a bordo, la recomendación de cambio de marcha o la velocidad de la vía del lector de señales, siempre y cuando se incluye esta última opción. Del segundo llama poderosamente la pantalla central que ocupa prácticamente todo el espacio y que puede incluir el navegador Toyota Touch 2 por 600 euros. A todo esto se suman los dos acabados interiores inéditos que están disponibles y que varían las tapicerías y los guarnecidos: el discreto 'Gris Lunar' y el 'Terracotta', más llamativo por sus tonos ocres.

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¿Te gusta la variante 'ranchera' Touring Sports? Cuesta 1.250 euros más que el Sedán

Nuestra primera toma de contacto la tenemos con el 2.0 D-4D de 143 caballos en carrocería familiar Touring Sports, que mide siete centímetros más de largo que el Sedán (4,75 metros de largo por 4,82 metros) y pesa unos 20 kilogramos adicionales (1.470 kilogramos y 1.490 kilogramos). Lógicamente, el maletero es el gran beneficiado ya que tenemos 34 litros más de volumen (543 litros), además del portón, que deja una boca de carga muy amplia, lo que contrasta con el acceso del Sedán, más limitado por el diseño de la tapa (509 litros).

Ya en marcha, este dos litros se muestra voluntarioso cuando pasamos las 2.000 vueltas; hasta entonces es muy plano. Con la sexta velocidad del cambio manual (la opción del automático de variador continuo queda reservada exclusivamente para el gasolina) gira a ese régimen, por lo que el consumo de carburante es bastante contenido, en torno a 5,5 litros según la medición del ordenador de a bordo. Pero si por eficiencia es muy bueno, en sonoridad no lo es tanto ya que se deja sentir sobremanera en el habitáculo, tanto por vibraciones que llegan hasta el espejo interior como por ruido, y eso que desde la firma aseguran haber trabajado este aspecto incluyendo materiales fonoabsorventes de mayor grosor.

Tras el 2.0 llega el turno del gasolina 1.8 Valvematic de 147 caballos en el Sedán. Se trata del tope de gama en cuanto a potencia se refiere al no estar previsto que lleguen mecánicas con más caballería, independientemente del carburante. Esta unidad es atmosférica y entrega los 4.000 Newton/metro de par a 4.000 vueltas. Mucho más suave y agradable de conducir que el turbodiésel, en el otro lado de la balanza se sitúa una respuesta al acelerador más lenta y el gasto de combustible, algo elevado. Al respecto no ayuda la ausencia de Start&Stop que previsiblemente mejoraría unas décimas este registro, solución que sí llevan de serie los turbodiésel.

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Lo que sí comparten ambos es una dirección de asistencia eléctrica con 2,7 vueltas entre topes, unas cajas de cambios que engranan a la perfección y unos pedales de freno y acelerador duros frente a la mayor suavidad del embrague. Y hablando de suavidad, ésta es la nota dominante en la suspensión, que mantiene el esquema McPherson para el eje delantero y el doble triángulo para el trasero. El Avensis 2015 tiene una barra estabilizadora de mayor diámetro y una serie de cambios en los amortiguadores que lo hacen curiosamente más blando, por lo que en curvas cerradas apreciamos que el coche ha perdido cierta eficacia, con unos perceptibles balanceos. Para viajar, eso sí, es un excelente rodador.

Existen tres acabados: Bussiness, el de acceso; la intermedia Advance y la Executive, la superior

Por último, la berlina incorpora el sistema Toyota Safety Sense, un conjunto de soluciones formado por aviso de seguridad precolisión, avisador de cambio involuntario de carril, control inteligente de luces de carretera y el reconocimiento de señales de tráfico. A eso hay que añadir, en otros apartados, las luces íntegras de led, las llantas de 17 y 18 pulgadas, los asientos calefactados...

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