Aunque los radares de por sí no garantizan el impedimento de todos los accidentes, su eficacia está quedando en cuestión este 2015 más que otros años. El seguimiento de los accidentes mortales que realiza la empresa de asesoría jurídica Dvuelta refleja aumentos más considerables en aquellas Comunidades Autónomas que cuentan con la mayor cantidad de estos aparatos por cada 1.000 kilómetros.

El crecimiento más importante en lo que llevamos de año se está produciendo en el País Vasco. Los 35 fallecidos registrados hasta el 6 de octubre suponen un 169,2 % más que en 2014. Pese a ello, esta región, con 18 radares cada 1.000 kilómetros, tiene la segunda cifra más alta después de Cataluña, donde la siniestralidad ha subido un 26,2 % frente al año anterior.

En el extremo opuesto de la tabla se corrobora esta tendencia en otro sentido. En Navarra, la Comunidad con menos radares -un 0,6 % del total a nivel nacional-, se ha dado el descenso más importante de accidentes en los últimos nueve meses. Los 17 contabilizados representan un 39,3 % menos que en 2014.

Un dato similar se ha calculado en Extremadura, una de las dos Comunidades -la otra es Castilla y León- que apenas reúnen el 2 % de radares de toda España. Allí los siniestros han bajado de 34 en 2014 a 27 en 2015, un número un 20,6 % inferior. Dvuelta recalca que las cuatro Comunidades Autónomas donde se perciben las disminuciones más reseñables son las que menos radares tienen.

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