Los híbridos y eléctricos que se vendan en Estados Unidos tendrán que emitir un sonido artificial cuando circulen por debajo de los 30 km/h. Esta es la medida aprobada por la Agencia Norteamericana para la Seguridad en Carretera -NHTSA- tras analizar el riesgo que suponían para los peatones estos automóviles en ciudad.

La intención es que los transeúntes puedan localizar y saber hacia donde se dirigen los vehículos que circulan a baja velocidad, algo que todos tenemos interiorizado y que hacemos de forma instintiva a diario. La NHTSA estima que, a partir de las 18 millas por hora –29 km/h–, los híbridos y eléctricos ya se escuchan lo suficiente como para poder detectarlos pero hasta esa velocidad es necesario un sonido.

El organismo ha cifrado en 30 dólares por unidad el coste que supondrá para los fabricantes añadir un ruido a estos coches, especialmente para los híbridos pues en el caso de los eléctricos, la mayoría ya contaban con dispositivos de este tipo aunque, inicialmente, se pensaran para conectase sólo en casos de emergencia.

Detectamos la presencia y dirección de los coches por el oído y la NHTSA concluye que es imposible localizar a los eléctricos que circulan despacio.

Entre las exigencias a los fabricantes, destaca la necesidad de que el sonido que se instale sea el mismo para todas las unidades de un mismo modelo. Con esta medida, la NHTSA espera evitar 2.800 lesiones de peatones y ciclistas en el futuro. La propuesta ya consta en el Registro Federal para que los ciudadanos puedan realizar alegaciones en los próximos sesenta días y, si todo marcha sobre lo previsto comenzará a aplicarse en septiembre de 2015.

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Jose Carlos Luque

Experto y apasionado del motor y la comunicación en todas sus formas, recalé en Car and Driver a finales de 2007 y desde 2016 dirijo este site. Periodista de vocación y formación, conservo buenos contactos en el sector y trato de que la información que leas aquí sea la más inmediata, completa y veraz. Pero también realizo pruebas, comparativas, noticias, entrevistas... y en mis ratos 'libres' crío a tres niños pequeños que –con diferencia– es el trabajo más duro de todos los que he hecho jamás.