Williams no levanta cabeza. Se avecina una temporada muy larga para el equipo de Grove, con un FW42 deficiente en diversos aspectos. El monoplaza es claramente el más lento de la parrilla, una situación no cambió en Bahréin. Robert Kubica y George Russell clasificaron al fondo de la parrilla y fueron los últimos que terminaron la carrera, ambos con un ritmo realmente pobre.

Los múltiples problemas de Williams se agravaron en el caso de Kubica. El polaco se quejó de una constante falta de agarre en el monoplaza a lo largo del fin de semana que le lastró especialmente en carrera. Kubica fue el único piloto de toda la parrilla que salió con los neumáticos medios y sufrió en gran medida durante el desarrollo de la prueba, aunque el inicio fue mejor de lo esperado.

“Al principio de la carrera pude esconderlo un poco. Las primeras vueltas fueron cuestión de improvisar. Cuando estás tan atrás, es una carrera de supervivencia. Probablemente tuve mejores sensaciones con el viento, pero una vez todo se estabilizó el resto cogió su propio ritmo y yo sabía que no lo tenía, explicó Kubica.

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La falta de agarre del Williams es tan grande que ni siquiera soluciones extremas ayudarían a arreglar este problema. “Podríamos hacer lo que quisiéramos, como poner los neumáticos traseros en las ruedas delanteras, pero no funcionaría por el efecto del coche. Solo podemos intentar arreglarlo con las herramientas que tenemos, pero es tan grande que es imposible solucionarlo, admitió Kubica.

“La carrera fue cuestión de sobrevivir y terminar. Era muy lento en algunas curvas para intentar proteger los neumáticos traseros, pero aun así estaba derrapando y los sobrecalentaba. Todo el mundo estaba sufriendo con el viento, pero cuando no tienes estabilidad en condiciones normales, añadiendo el viento y los neumáticos usados se acaba el juego”, añadió.