Despúes de tener la suerte de poder leer 'La vida es un regalo', libro que la propia María de Villota escribió para relatar cómo cambió su vida tras el accidente que sufrió en Inglaterra, en su test con Marussia, y que se público de forma póstuma, me decidí a visitar el parque del municipio madrileño de Alcobendas al que pusieron su nombre. No lo hice sólo por la afición a la Fórmula 1, también por respeto y con el pensamiento de que allí también estaba una parte de ella.

Recuerdo las sensaciones de pasear por allí. Era fin de semana y estaba repleto de niños, pero de alguna forma, la placa erigida en su memoria conseguía abstraerte de todo lo demás. No oías las risas, ni los gritos, era todo silencio. 'Aquí estuvo María', pensabas, y es que esta zona significó mucho para la piloto cuando 'renació', tras esa fatídica jornada en el aeródromo de Duxford. Los paseos por allí formaron parte de su recuperación, una que llevó con enorme optimismo y de ahí, que siempre la recordemos con una sonrisa en la cara.

María sigue presente en muchos ámbitos y no sólo en ese parque. Este verano pasado, el tres de julio, Santander celebró la III Milla María de Villota, una carrera con el objetivo de recaudar fondos para tratamientos de fisioterapia y alimentos para personas desfavorecidas, que no hace más que continuar las labores solidarias que ya inició ella misma en vida.

Hoy, 11 de octubre de 2016, la recordamos en estas páginas, pues se cumplen tres años de su fallecimiento como consecuencia de las lesiones neurológicas que le dejó el accidente que sufrió en 2012. Os invitamos a pasear por ese parque y a sonreír, sobre todo a eso, a sonreír, porque la vida es un regalo.