A principios de marzo de 1983, un ejército de excavadoras, tractores y demás maquinaria pesada irrumpió el tranquilo paisaje de las Ardenas belgas. Su objetivo: devolver el circuito a la Fórmula 1. Siguiendo las normas dadas por la FOCA -entre las que se encontraba una nueva recta de salida-, el paisaje se fue transformando y se crearon nuevas escapatorias.

El objetivo era el 20 de mayo, cuando se iniciaría la primera sesión de entrenamientos libres del Gran Premio de Bélgica de Fórmula 1. Un mes antes, y durante dos días, los pilotos pudieron probar el nuevo asfalto para poner a punto sus neumáticos. Era el inicio del nuevo trazado de Spa-Francorchamps. El inicio de un circuito que, pese a todo, sigue enamorando a los nuevos aficionados. El inicio de un nuevo trazado que este año cumple tres décadas en la Fórmula 1. Y se mantiene tan fresco como aquel mayo de 1983.

LA FOTOGRAFIA

Terminaba la inolvidable temporada de 1996 en la que Damon Hill se proclamó campeón mundial y Michael Schumacher concluía su primera y decepcionante cabalgada a lomos del ¡Cavallino'. Hacía frío, mucho frío en el invierno boreal, y un muchacho compraba un ejemplar de la edición española de Grand Prix International en el quiosco de enfrente del instituto justo antes de pasar a clase. Guardada en la mochila como si fuera un tesoro, y deseando concluir la jornada educativa para regresar al hogar y devorarla, el día transcurría largo y tedioso.

Al llegar a casa, el olor de las páginas recién impresas desplegaba un universo de velocidad bidimensional cargado de malas traducciones, errores gramaticales y gloriosas faltas de ortografía. ¡Y qué más daba! La salida a la venta de aquella revista era ya de por sí poco menos que un milagro en España, y constituía para los pocos aficionados diseminados (sin redes sociales ni nada parecido) una de las pocas fuentes de información de nuestro deporte favorito. Estos días en que narramos la victoria de un fenómeno alemán llamado Sebastian Vettel en el mítico circuito de las Ardenas, me ha venido a la cabeza una imagen espectacular de una curva muy especial: Eau Rouge. Apareció aquel diciembre de 1996 en una panorámica de aquella vieja revista ,y desde entonces, quedé enamorado de Spa-Francorchamps. Si es que no lo estaba ya.

Sport venue, People, Crowd, Race track, Competition event, Racing, Audience, Stadium, Championship, Fan, pinterest

Michael Schumacher por delante de Jacques Villeneneuve encarando Eau Rouge en el GP de Bélgica 1996

TAN ANALÓGICO

Desde luego que había visto antes esa curva cientos de veces, pero la fotografía daba otro aspecto: una pista casi vacía al atardecer, con un filtro degradado anaranjado que cargaba el cielo de un ambiente cálido, el asfalto mojado por la lluvia fina… Era la primera vez que contemplaba un circuito y su fotografía como si fueran sendas obras de arte. El trazado, como un museo al aire libre, como una escultura de asfalto. La imagen, como si fuera una toma del mítico Asel Adams.

Hoy es fácil encontrar miles de instantáneas así gracias a Internet, pero entonces esas fotografías se atesoraban en nuestras estanterías como perlas. La tierra de las escapatorias, los neumáticos en los muros, el cartel de Marlboro (impensable hoy en día), en el centro de la imagen, presidiéndola, como si todo fuera en realidad un anuncio gigante, y quizá augurando la turbulenta guerra política que nos dejó sin carrera en 2003. Al fondo, la antigua recta de meta en bajada, que lo sigue siendo hoy en competiciones inferiores.

En el suelo, todavía pintadas, las líneas blancas recordando su condición de carretera convencional de montaña cuando la Fórmula 1 se marchaba a otro circuito. Fuera del asfalto, los aficionados, las gradas, los puestos, los guardarraíles… Las banderas amarillas eran banderas, no luces. Todo parecía tan desordenado como improvisado. Todo parecía tan auténtico como peligroso. Todo parecía tan de los 90. Tan analógico. Era como si el alma de la vieja pista siguiera viva.

EL TRIÁNGULO

Todo parecía, efectivamente, más propio de un tramo de rallyes que de un circuito permanente. En 1996, Hill parecía darle las gracias a Schumacher (¿quién lo diría?) por ganar en Spa, pues su compañero de equipo, Jacques Villeneuve, le pisaba los talones en la lucha por el Mundial, y la victoria del alemán de Ferrari hizo que el canadiense 'sólo' pudiera ser segundo, minimizando los daños de su paupérrimo quinto lugar. El Título de aquella temporada iba a ser para el británico de Williams (Jacques fue subcampeón).

Trece años antes, en 1983, la Fórmula 1 había regresado a Spa-Francorchamps tras abandonarlo otros trece años antes (en 1970 fue la última carrera en el viejo Spa, que ganó Pedro Rodríguez con BRM). Alain Prost triunfó por primera vez en el nuevo circuito con su Renault tras cuarenta vueltas -se descontaron dos por una salida en falso ante los problemas del Arrows-Ford del suizo Marc Surer-. El podio lo completaron el francés Patrick Tambay (Ferrari) y el estadounidense Eddie Cheever (Renault).

Tire, Wheel, Automotive design, Automotive tire, Race track, Land vehicle, Motorsport, Helmet, Open-wheel car, Sport venue, pinterest

Pedro Rodríguez venció el GP de Bélgica de 1970 en 'El Triángulo' (último antes de la remodelación)

Niki Lauda tuvo que abandonar. Él, antes de debutar en Fórmula 1, era de los pocos que habían corrido en el Spa de catorce kilómetros de longitud, ese otro infierno verde menor que llamaban 'El Triángulo'. Al ver la remodelación en 1983 bromeó sobre la comparación de épocas y la sensación que le produjo: "Yo corrí aquí hace así como cien años".

EAU ROUGE, ETERNO PROBLEMA

En realidad Spa-Francorchamps ya había sido transformado a finales de los 70. En los 60, los pilotos ya se habían quejado por la inseguridad del antiguo trazado, e incluso se negaron a correr en otras competiciones, por lo que se comprometió seriamente su futuro especialmente por el tramo comprendido entre Les Combes y Blanchimont. Finalmente, escuchando sus quejas, en 1979 se inauguraron los siete kilómetros del nuevo trazado, pero la Fórmula 1 no los visitó hasta cuatro años más tarde.

En general, todos estaban encantados con la remodelación del autódromo: ya empezaban a ser inviables trazados tan largos como el antiguo, tanto por su inseguridad como por el mantenimiento de las instalaciones complementarias. La Fórmula 1 se modernizaba pero, pese a todo, mantenía curvas mágicas, e incluso las remodelaciones se hacían pensando en la velocidad, el espectáculo y en la esencia de este deporte. "Sólo hay una zona que no me convence", aseguraba Lauda en 1983 sobre el puente que cruzaba el río Eau Rouge (Agua Roja). ¡Oh, casualidad! La parte preferida en la actualidad.

Derek Ongano, inspector de la FISA, tampoco habló bien sobre Eau Rouge en aquel 1983: retrasar las barreras de seguridad y ampliar las escapatorias eran algunas de las mejoras que había que acometer cuanto antes. Pero, por la razón que fuera, dichas mejoras no se llevaron a cabo. Alexander Zanardi pagó las consecuencias diez años más tarde, en 1993, con un terrible accidente. Desde entonces, el pulso entre el espectáculo y la seguridad se ha convertido en un polémico asunto que ha transformado completamente la cara de Spa-Francorchamps a lo largo de las décadas.

MOMENTOS SPA

Ya hemos hablado largo y tendido aquí mismo de la historia del antiguo Spa-Francorchamps. Hoy tocaba hablar del nuevo trazado. Y es que desde aquella primera carrera en el nuevo circuito, a inicios de 1983, hasta la última edición ganada magistralmente por Vettel hace unos días, hemos visto casi de todo: desde el debut de Schumacher y su primera victoria (1991 y 1992, respectivamente), las cuatro victorias consecutivas de Ayrton Senna (entre 1988 y 1991), la emotiva Pole Position de Rubens Barrichello con Jordan-Hart en 1993, el desguace de 1998 con el increíble doblete de los Jordan Mugen-Honda de Hill y Ralf Schumacher, el inolvidable adelantamiento de Mika Häikkinen a Michael Schumacher en 2000, el de Juan Pablo Montoya al Kaiser en 2004 o el de Kimi Räikkönen también a Schumacher el año pasado. Y eso que el alemán ya retirado sigue siendo quien más veces ha ganado aquí: en seis ocasiones.

Competition event, Logo, Championship, Award, Competition, Celebrating, Contact sport, Crew, Award ceremony, Symbol, pinterest

Histórico doblete de Damon Hill y Ralf Schumacher con Jordan en el GP de Bélgica 1998

El nuevo trazado ha sido escenario de grandes momentos y los seguirá siendo si se mantiene en el calendario como tradicionalmente hace: desde 1983 sólo ha faltado en tres ocasiones: en 1984 (le sustituyó Zolder), en 2003 (por asuntos políticos) y en 2006 (por las últimas obras de remodelación).

DIECISIETE AÑOS DESPUÉS

Hoy, ese chaval que compró aquella revista en el quiosco antes de entrar a clase se topa de nuevo con esa fotografía que vio en su adolescencia. La revista parece intacta, pero han pasado muchas temporadas. Aún siente que fue ayer cuando pagó menos de cuatrocientas pesetas, pero compara la imagen de Eau Rouge de hace diecisiete años con una actual y parece estar viendo mundos diferentes: todo ha cambiado menos la serpiente negra que zigzaguea por la montaña adaptándose a su cuerpo ondulado. El puente sobre el río rojo es mucho más ancho, hay pistas secundarias, han desaparecido gradas enteras, hay más césped y amplitud… Parece un videojuego.

Antaño los aficionados se agolpaban en las cunetas a escasos metros de la pista, y las barreras de seguridad no eran más que alambradas, en muchos casos, agujereadas para colarse cuando las autoridades no miraban. Tras unos momentos, ese muchacho hoy convertido en un aficionado de treinta y tantos años comprende que todo tiene una época, que todo tiene su lugar y que ningún tiempo es comparable. Ni mejor ni peor, sólo diferente.

Sea como fuere, esta temporada se han cumplido treinta años del regreso de Spa-Francorchamps a la Fórmula 1. Treinta años de una remodelación que mantuvo vivo el espíritu de un autódromo diseñado para gloria de la velocidad.