El ex piloto finés Mika Hakkinen ha sido durante mucho tiempo una de las grandes referencias no sólo del deporte motor escandinavo, sino también de la máxima categoría del deporte mundial. Conocidas por todos son sus victorias y campeonatos logrados en la escudería McLaren en los años finales de siglo, así como sus intensas pugnas con otros pilotos de la época como Michael Schumacher, David Coulthard o Eddie Irvine.

Pero también es más que conocido el tremendo accidente que sufrió en la carrera de Adelaida, que estuvo cerca de costarle la vida, un suceso del que se han cumplido veinte años. "Recuerdo estar sentado en el coche y tratar de mover mis manos, pero no podía, una y otra y otra vez, así que sabía que algo malo había pasado. Recuerdo el dolor y el hecho de que no podía moverme, pero también entendí que necesitaba estar tranquilo y dejar que los médicos hicieran su trabajo", asegura Hakkinen.

Por suerte la pista estaba muy bien cubierta de personal médico, así que casi no se tardó tiempo en atender al piloto, algo que pudo ser muy importante en su situación. El estado que presentaba llegó a alarmar a Jerome Cockings, el médico que le atendió. "Mika no podía moverse, no respiraba ni se comunicaba de ninguna manera con nosotros, pero estaba vivo", añade.

Tras cuatro meses, el finés regresó a la pista y a pesar de la preocupación inherente al problema que tenía, no tardó en volver a sentirse cómodo y tranquilo nuevamente. "El motor sonaba genial otra vez cuando arranqué, y cuando estaba en la pista todo se hizo mucho más tranquilo de nuevo, fue fantástico. Estaba en mí y sabía que no iba a estar asustado nunca más", finaliza.