Andreas Seidl no guardará un gran recuerdo de su estreno al frente de McLaren en un Gran Premio. Las mejoras de Woking no han supuesto, al menos hasta el momento, el paso adelante que desean en la escudería británica. Y las unidades de potencia Renault, aunque han mantenido la fiabilidad, han destacado negativamente, tanto en el caso del equipo de fábrica como en la propia McLaren.

Esto, unido a la alta temperatura registrada en el circuito de Barcelona durante el fin de semana –que solucionó gran parte de los problemas de neumáticos de Haas– y al paso adelante dado por Toro Rosso, redujo drásticamente las aspiraciones del equipo naranja, abocado a marcharse del Gran Premio sin un solo punto.

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Sainz tenía suficiente potencial como para mantener tras de sí a Daniel Ricciardo y su Renault, sin embargo, el ritmo de los Toro Rosso resultaba inalcanzable para el español, que veía con frustración cómo todos los pilotos de delante se escapaban sin oposición.

Sin embargo, Carlos no se rindió, y siguió empujando con fuerza con la esperanza de que hasta la bandera a cuadros, todo puede pasar en una carrera. Y su premio acabó llegando. Irónicamente, fue tras un incidente sufrido por su compañero de equipo, Lando Norris, quien provocó junto a Lance Stroll la salida de un coche de seguridad que dio alas a Sainz.

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McLaren reaccionó fantásticamente a las circunstancias y decidió parar a Carlos Sainz para colocar neumáticos nuevos, con la parada más rápida del fin de semana incluida. El resto, fue obra del piloto español, que sacó más rendimiento del que tenía el coche, poniendo en apuros a rivales que se venían mostrando superiores en pista, y llevándose a casa un positivo botín de puntos.

El ‘timing’ no pudo ser más perfecto. Cierto es que los Haas y su extrema obsesión por arruinarse las carreras uno a otro pusieron su granito de arena, pero fue el madrileño el que se lanzó a por todas con un rival como Romain Grosjean, cualquier cosa menos cómodo, y al que aguantó tras de sí tras adelantar en la resalida a un Daniil Kvyat que venía como un auténtico torpedo ruso y quien probablemente, le hubiera adelantado de haber durado más la carrera. Pero no fue así, y eso es lo que cuenta.

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El octavo puesto de Carlos Sainz en Montmeló no es ni tan si quiera el mejor resultado del madrileño en lo que va de temporada, pero sin duda, ha sido una de sus mejores carreras desde que llegó a la Fórmula 1, sacando más de lo que tenía el coche y aprovechando hasta la más mínima oportunidad que salía a su paso, justo como hacen los grandes pilotos de Fórmula 1.