Ingeniero de formación, periodista y fotógrafo de vocación, Javier del Arco fue el mejor reportero español de Fórmula 1 mientras estuvo en activo. Cubrió 185 Grandes Premios desde el de España de 1969, en Montjuïc, hasta el de Mónaco de 1994, además de muchas otras pruebas del motor de todo tipo.

Hasta principios de 2012, Javier del Arco siguió publicando su célebre columna 'Desde el Box nº 13' en la edición española de la revista F1 Racing, lo que dio a conocer su particular estilo –escueto, ameno y directo– a los aficionados más jóvenes.

Los más veteranos, sin embargo, recuerdan vivamente su etapa como redactor jefe de Fórmula (1971-75) y, sobre todo, la revista que creó y dirigió: 4 Tiempos, una verdadera enciclopedia mensual del automovilismo deportivo, con la que Javier del Arco intentó regalar a los escasos entusiastas de este país una publicación 'racing' que pudiera equipararse a las extranjeras… y se arruinó en el empeño.

La odisea solo duró un año, a caballo entre 1979 y 1980, y le siguió el anuario del mismo nombre, del que se publicaron siete ediciones, hasta 1987-88. 4 Tiempos fue escuela de muchos periodistas y nos legó un ejemplo de periodismo aún hoy día de estilo muy moderno.

Acto seguido se alió con Jaime Alguersuari en el proyecto de traspasar a las cuatro ruedas la filosofía de Solo Moto Actual, y fue redactor jefe del añorado Solo Auto Actual desde el primer hasta el último número, desde diciembre de 1987 hasta finales de 1991. Pero la faceta que consagró a Javier del Arco y por la que se le recordará siempre fue la de historiador del automóvil.

En 1990, por encargo del RACC, escribió Història de l’automobilisme a Catalunya para conmemorar la inauguración del Circuit de Catalunya, y en 2000 culminó su proyecto vital y profesional con 40 años de historia del automovilismo en el circuito de Montjuïc, 1933-1975, publicado por el RACC y la Fundació Can Costa. Es lo que Javier más valoraba de toda su obra, "porque lo preparé sin prisas, a mi aire, con muchas horas de hemeroteca, pero cada día un poco. Y me salió redondo, fiable, bonito; aunque, eso sí, un poco grande. Pero, por fin, pude dar rienda suelta a cuanto bullía en mi cerebro. Y el RACC se comportó: no cambiaron ni una coma".

Por si fuera poco, en 2004 cerró el círculo con la segunda mitad de la historia de Montjuïc, la de las motos (55 años de historia del motociclismo en el circuito de Montjuïc, 1932-1986), a pesar de que había dejado claro –o eso creía él– que dicha tarea la debía acometer otro.

En fin, el mundillo del motor de este país está en deuda con Javier del Arco por muchas razones, pero la que más es por haber dejado constancia escrita de la actividad 'racing' llevada a cabo en Montjuïc a lo largo de las décadas. No es exagerado afirmar que, en un futuro, sin el tesón, esmero y sacrificio de Javier del Arco, el mito de la 'Montaña Mágica' podría haber acabado siendo precisamente eso, un mito.

Con su querido Montjuïc ya documentado de pe a pa, en 2006 volvió a colaborar con el RACC en la producción del libro sobre el centenario del club, RACC: Cien años de pasión, 1906-2006, encargándose de toda la faceta deportiva de la historia, publicada en forma de artículos intercalados entre el texto (¡una fórmula que a buen seguro no le debió gustar nada al bueno de Javier, amante como era de los textos largos y sin cortapisas!).

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Homenaje del RACC a Javier del Arco

El año siguiente, el RACC reconoció su obra y su labor dedicándole un homenaje en su sede central de Barcelona y haciéndole entrega del casco de plata (el que reciben los pilotos del club que vencen el certamen que disputan). Javier se emocionó…

Por si todo esto fuera poco, en 1988 publicó Ricart – Pegaso: La Pasión del Automóvil, de Carlos Mosquera y Enrique Coma-Cros, con el sello de su editorial familiar, Arcrís Ediciones (acrónimo de Arco y Cristià, el apellido de su mujer).

Como los dos Montjuïc, este libro vino a llenar un vacío clamoroso en la literatura del motor de este país, dejando constancia del tenaz empeño de unos pocos por diseñar y construir un automóvil deportivo de altas prestaciones en la España de los años 50.

Los dos Montjuïc los escribió mientras el mal del Parkinson iba haciendo mella en su persona. Su último proyecto iba a ser la redacción de sus memorias (cuyo título provisional era ¡Y subí al Galibier…!, porque "todos tenemos nuestro Galibier, y hemos de intentar subirlo"), pero el avance irremediable de la enfermedad se llevó a Javier a mediados del pasado mes de enero y lo dejó inconcluso.

Eso sí, hasta el último de sus días Javier del Arco se consideró un tipo con suerte, porque "pocas cosas resultan tan satisfactorias en la vida, como el poder trabajar en lo que a uno más le gusta… y que, encima, ¡le paguen por hacerlo!".