La primera vez que el nombre de Robert Kubica sonó en España fue en 2005. En aquel año, la ciudad de Bilbao albergaría por primera y última vez una carrera urbana de las World Series by Renault, certamen que el polaco lideraba por aquellas fechas. En dicho evento, Robert no defraudó y ganó la primera carrera del fin de semana. Fue un paso más hacia un título que conseguiría varias pruebas más tardes y, sobre todo, hacia su llegada a la Fórmula 1. En esta, su nombre sí que se haría popular.

Pero, antes de que su entrada en la categoría reina estuviese tan cerca, Kubica tuvo que construir una carrera deportiva desde la nada, en un país donde la F1 era un deporte totalmente desconocido. A pesar de esta total falta de seguimiento a la categoría reina, el joven natural de Cracovia mostró tal interés por los coches que su padre le tuvo que comprar un pequeño kart con el que saciar mínimamente sus ansias de velocidad. Evidentemente, estas no hicieron otra cosa que ir a más, y a los 11 años entró de lleno en el mundo de la competición. Las actuaciones que tuvo dejaron claro que tenía potencial para este campo, ya que en tres años ganó seis campeonatos de karting. Robert, ante la falta de nivel, decidió marcharse a Italia para prolongar esta etapa del kart hasta el año 2000, cuando pudo dar el salto a los monoplazas.

Ya en las categorías previas a la F1, el polaco logró su primera clasificación destacable en la Fórmula 2000 italiana tras acabar segundo de la general en 2002. Con ello pasó a la Fórmula 3 Euroseries, donde no destacó especialmente. Durante los dos cursos que estuvo en ella fue duodécimo y séptimo. Pero con la estructura de Epsilon Euskadi en las World Series, Kubica desplegó todo su talento. Con una clara superioridad durante todo el 2005, se llevó una de las antesalas más importantes al Gran Circo, algo que vino acompañado de una jornada de test con el R25 de Renault, el coche ganador del mundial aquel año. Aquel fue un curso redondo. Sus posibilidades para llegar a la categoría reina no hacían más que crecer por momentos.

Éstas se concretaron en 2006. Para dicho curso, Robert fichó por el equipo recién fundado BMW-Sauber como tercer piloto, puesto con el que en las primeras carreras del año pudo rodar en numerosas sesiones de libres. Pero, tras el GP de Alemania, la marcha del equipo de uno de los titulares, el ex campeón Jacques Villeneuve, Kubica heredó el asiento para el resto del año. Su etapa en la F1 acababa de comenzar.Su debut fue en el épico GP de Hungría de aquella campaña, donde fue descalificado después de que su coche no alcanzase el peso mínimo. Una lástima para él, ya que logró cruzar la meta en octava plaza. Después de estellegó Monza, y allí, aprovechándose del gran motor con el que BMW contaba en aquellas fechas, estuvo de lleno en la pelea por el podio. Tras la segunda parada, Fernando Alonso le relegó a la cuarta plaza, pero la rotura del motor del español le aupó al tercer lugar y, de este modo, consiguió un podio en su segunda carrera en F1, algo solo logrado por cuatro pilotos más. No obstante, en el resto de citas, a pesar de acabarlas, no pudo puntuar.

Para la temporada de 2007, el objetivo no podía ser otro que el de seguir evolucionando. Pero aquella campaña, precisamente, no fue de las más sencillas de su vida. Después de dos carreras donde no pudo plasmaren carrera la velocidad que tuvo durante el fin de semana por diversos problemas mecánicos y en boxes, el resto del año estuvo regularmente por debajo del nivel de Nick Heidfeld. Para colmo, en la prueba de Canadá sufrió un terrible accidente que todavía permanece en la retina de todos los fans de las carreras, el cual además le hizo perderse la cita de Indianápolis. Su vuelta a las pistas se saldó con dos brillantes cuartos puestos, lo más cerca que estuvo del podio en todo el año. En la penúltima carrera del año, China, se encontró liderando la prueba después de haber optado por una estrategia de una sola parada y haber cambiado los neumáticos intermedios por los de seco en el momento adecuado, pero un problema hidráulico impidió ver un emocionante final de carrera en el que se tendría que haber defendido de los ataques de Kimi Raikkonen y Fernando Alonso. Tras esto, un vibrante duelo con Nico Rosberg y Heidfeld en Interlagos puso fin al año.

En contra de las complicadas experiencias que tuvo aquel curso, 2008 fue el más prolífico de su carrera. Este no empezó muy bien, ya que en Australia, tras ser segundo en clasificación, tuvo que retirarse por un problema mecánico. Pero Kubica supo reponerse y acabar segundo en Malasia semanas más tarde. En Bahréin, Robert consiguió una gran pole position, la cual remató con la tercera posición en carrera. Unos cuantos grandes premios más tarde, volvió al podio en Mónaco al ser segundo y, en Canadá, allí donde en 2007 sufrió uno de los mayores sustos de su vida, el polaco hizo historia. Aprovechándose del caótico devenir de los acontecimientos en aquella prueba, supo sacar provecho de su velocidad para ganar la primera y, por desgracia, única carrera de su vida en F1. Con este triunfo, se puso líder del mundial. Una pena que la escasa evolución del BMW en relación a Ferrari y McLaren le relegase finalmente a la cuarta posición en la tabla final.

En 2009, Robert no pudo ni de lejos repetir las experiencias del anterior curso. La nula evolución del monoplaza a principios del año relegó a las posiciones traseras a una escudería que a punto estuvo de tener a su piloto estrella en el podio de Melbourne. El accidente en las últimas vueltas con Sebastian Vettel se lo impidió. Desde entonces, las posiciones de honor fueron algo desconocido para Kubica hasta que en la carrera de Brasil acabó segundo, consiguiendo el único podio del ejercicio. Fue la única alegría que pudo dar a BMW, que ese año decidió dejar la categoría. Debido a ello, el polaco se fue a Renault, que afrontaba un nuevo proyecto con la dirección de nuevos dueños.

La de 2010 fue una temporada aceptable para el valiente corredor polaco. El R30 que condujo tuvo momentos donde exhibió una velocidad sorprendente, pero, sobre todo, fueron sus manos lo que le posibilitaron acabar segundo en Australia y ser el único junto a Alonso que aguantó los ataques de Lewis Hamilton en aquella prueba, rozar la pole en Mónaco y ser tercero el domingo y,de nuevo, pisar el tercer escalón del podio en Bélgica. Tras ello, Kubica esperaba 2011 como un año donde la renovada Lotus Renault daría un importante paso adelante.

Pero, para desgracia de Robert en particular, y de la F1 en general, el polaco nunca pudo tomar partido en esa temporada. Y es que en febrero de aquel año, disputando el rally Ronde di Andora, en Italia, protagonizó un terrible accidente que casi le cuesta la vida. Su brazo derecho quedó gravemente afectado y, durante año y medio, estuvo totalmente desaparecido de cualquier pista del mundo, ya fuera de tierra o asfalto. Fue a finales de 2012 cuando el polaco empezó a probar su estado físico en rallies de entidad menor. Su buena respuesta le hizo pasar al WRC 2, donde impuso su ley en 2013. Este año, con la F1 todavía como un objetivo muy lejano, el WRC ha sido su lugar de competición. El balance final le ha hecho ocupar la decimosexta posición de la tabla.

A día de hoy, a pesar de que esta disciplina parece ser el lugar para Robert de cara al futuro, a no ser que dé el salto a los turismos, hay preguntas entorno a su figura que siempre buscan solución: ¿Hasta dónde habría llegado Kubica en F1 de no haber sufrido aquel terrible accidente? ¿Habría llevado a Lotus a pelear por el título en 2012 en un vibrante duelo con Kimi Raikkonen? ¿Se hubiera marchado a Ferrari junto a Fernando Alonso? Nadie sabrá dar respuesta a esto. Estas incógnitas acompañan a la pregunta de si se volverá a ver al polaco subido a un Fórmula 1 en algún momento del futuro. Esto último parece complicado, pero nunca se debe perder la esperanza con un guerrero de la talla de Robert.