El próximo año supondrá el regreso del Gran Premio de Francia al calendario de la Fórmula 1, ausente desde 2008. El emplazamiento no será Magny Cours, sede de las últimas dieciocho ediciones, sino que será el reformado circuito de Le Castellet, más conocido como circuito de Paul Ricard, el nombre de su creador y que consiguió llevar la Fórmula 1 a dicho circuito por primera vez en 1971.

Tal regreso ha sido acogido con gran entusiasmo y emoción, tanto, que el circuito ha confirmado que pedirá acoger los test de pretemporada que en los últimos años se han disputado de forma total o al menos parcial en el circuito de Barcelona. En palabras de Stephane Clair, responsable del trazado francés, los test tendrían todo el sentido del mundo para que los equipos pudieran tener una primera toma de contacto con un circuito que entra nuevo en el calendario, si bien distintos equipos ya lo han utilizado recientemente para realizar los test de neumáticos a petición de Pirelli.

El complejo de Le Castellet, situado al sur de Francia, a unos 500 kilómetros de Barcelona y a menos de 200 kilómetros de Mónaco o Niza, tiene un emplazamiento ideal para los equipos que se trasladan desde Reino Unido, Alemania o Italia, al tiempo que el circuito, que sufrirá una remodelación en su trazado a final de año, cuenta con un sistema de aspersores que permite mojar la pista en el caso de que el suministrador de neumáticos requiera probar neumáticos de lluvia.

En contra del trazado francés, la climatología, que en el sur de Francia acostumbra a ser más inestable y fría que en Montmeló, lo que podría invalidar las pruebas de neumáticos al tiempo que los equipos podrían enfrentarse a condiciones demasiado diferentes a las que tienen durante primavera y verano durante la etapa europea del calendario, donde las refrigeraciones se ponen realmente a prueba.