Sauber se ha convertido en el farolillo rojo de la parrilla en el Gran Premio de China. Los pilotos del equipo suizo no han logrado marcar tiempos competitivos con el neumático ultrablando, unos problemas que han tenido un efecto significativo en su rendimiento a una vuelta. Charles Leclerc y Marcus Ericsson comenzarán la carrera desde la última fila, aunque este no fue el único motivo de preocupación para la estructura de Hinwil en la clasificación.

Leclerc está en pleno proceso de adaptación a la Fórmula 1, cuyo pilotaje difiere mucho de un monoplaza de Fórmula 2. No resulta nada extraño ver a los novatos cometer errores, pero el monegasco tuvo en Shanghái un susto que trajo malos recuerdos dentro de Sauber. Durante la clasificación, Leclerc sufrió un trompo al perder el control de su vehículo en plena recta de meta tras pisar el césped artificial, una situación que se asemejó mucho al accidente de Antonio Giovinazzi del año pasado.

El piloto italiano y también protegido de Ferrari tuvo dos accidentes calcados en clasificación y en carrera, con la diferencia de que Giovinazzi no logró mantener el coche alejado de las barreras. Leclerc tuvo más suerte y fue capaz de evitar el contacto con el muro, aunque seguramente el pulso de los miembros de Sauber se elevó a una gran velocidad.

Al menos, Leclerc puede encontrar consuelo en haber quedado por delante de Marcus Ericsson por primera vez en clasificación, aunque no fuera por rendimiento real y con su trompo afectando a la que fue la mejor vuelta de su compañero de equipo. Para Sauber será prácticamente imposible repetir la actuación de Bahréin, donde el sueco fue capaz de sumar dos puntos tras salir desde el 17º puesto.