Mercedes tuvo en México el primer ‘match ball’ para lograr el que sería su quinto título de constructores consecutivo, especialmente meritorio teniendo en cuenta que llevan nueves temporadas participando en Fórmula 1, obviando las lejanas temporadas de 1954 y 1955.

Para ello, tenían que conseguir 20 puntos más que Ferrari, lo que a su vez significaba una debacle de los de rojo que no solo no se produjo, sino que los de Maranello acabaron sacándole puntos a los de las flechas plateadas.

Mercedes no gestionó nada bien el desgaste de las gomas y acabó sufriendo en carrera, perdiendo posiciones con el Red Bull de Max Verstappen y los Ferrari de Sebastian Vettel y Kimi Raikkonen, y dando gracias por el abandono de Daniel Ricciardo.

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De poder proclamarse campeón del mundo de constructores, a ceder 11 puntos con tu más directo rival y además, motivarles, pues hay quién ve relación directa entre el mal trato de los neumáticos y la polémica de las llantas, que podría extenderse en el resto de las carreras de la temporada, es decir, Interlagos, y Yas Marina.

Pero lo cierto es que Mercedes tiene aun más fácil proclamarse campeón del mundo en Brasil. La única forma de que Ferrari lleve la lucha por el mundial de constructores a la última carrera pasa porque en Brasil consigan recortar al menos 14 puntos, algo complicado, pero desde luego, no imposible. Todo lo que no sea este recorte, significará el título para Mercedes.

Sin embargo, en Ferrari no pierden la esperanza, y tal y como ha dicho Arrivabene, van a luchar hasta el final, porque simplemente, es su deber. Los de Maranello intentarán por todos los medios conseguir su primer título de constructores desde el logrado en 2008, precisamente el año en el que Hamilton logró su primer título del mundo. Desde entonces, han sido subcampeones en cuatro ocasiones, incluyendo las dos últimas temporadas. El desenlace, en Brasil… o no.