El Gran Premio de Mónaco 2018 ya es historia. Las calles de principado volvieron a ser un marco único donde los coches más veloces sobre la Tierra disputaron una carrera que fue de todo menos emocionante.

Aburrida. Así definieron varios pilotos la carrera por las calles de Montecarlo. Lo cierto es que ideal para que la modorra se apodere de uno en la tarde del domingo. Pese a que Mónaco es la cita más especial de la temporada, no tiene termino medio: o bien puede deparar una de las carreras más locas, divertidas y emocionantes del año o ser algo parecido a una procesión. En esta ocasión, ha sido más bien lo segundo. Muy pocos adelantamientos, solo Max Verstappen puso algo de emoción con su remontada desde la última posición para terminar noveno. Por lo demás, prácticamente todos los pilotos finalizaron en sus posiciones de salida, o adelantaron muy pocos puestos.

“La carrera más aburrida”

Toda la Fórmula 1 está de acuerdo: la de Mónaco ha sido una de las carreras más aburridas de los últimos tiempos, y eso que ingredientes no le faltaron, aunque la receta no salió según lo que se podía esperar. Ricciardo con problemas de potencia cuando era líder y con más de 40 vueltas por delante para tratar de contener a Sebastian Vettel y resto de rivales. Sin embargo, el australiano salió airoso; solo tuvo que mantener la cabeza fría y llegar hasta el final. No tuvo ni que defenderse de ataques del piloto de Ferrari

“Deberían devolver parte del dinero a los aficionados. Ha sido una de las carreras más aburridas”, afirmaba Alonso tras la carrera. Resulta curioso que en 2018 hayamos visto algunas de las pruebas más divertidas y emocionantes de los últimos tiempos como la de Bakú, y otras con falta de interés como la de Mónaco. “Fue una carrera aburrida; el piloto de delante marcaba el ritmo al no poder adelantar”, comentó Räikkönen.

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Pocos incidentes

Pese a que Mónaco se caracteriza por ser una de las carreras más accidentadas de la temporada, solo el impacto entre Charles Leclerc y Brendon Hartley en la últimas vueltas rompió la monotonía de la carrera. Lamentablemente, la mala fortuna se tuvo que cebar con el piloto local, quien no pudo evitar el golpe tras fallar uno de sus discos de freno.

Desde el inicio, la carrera consistió en seguir al de delante, independientemente del ritmo, con el objetivo de llegar al final. Solo las paradas en boxes y la remontada de Verstappen pusieron algo de picante a una carrera muy descafeinada.

La degradación

La carrera de Mónaco se convirtió en una prueba de resistencia. Pese a que en el Principado la degradación no suele ser un problema, la mayoría de los pilotos tuvieron que completar tres cuartas partes del GP con un juego de neumáticos. Los diez primeros salieron con el hiperblando y entre al vuelta 15 y al 20 realizaron sus paradas en boxes. Los cuatro primeros optaron pro cambiar al ultrablando, elección agresiva teniendo en cuenta que faltaba por completar el 75% de la carrera. Y se notó. Ricciardo, Vettel, Hamilton y Räikkönen tuvieron que centrar sus esfuerzos en no destrozar unos neumáticos que en el último tramo de carrera ya no estaban para bromas; un despiste podía mandar el coche contra las barreras. La prueba se convirtió en un reto para llegar a la bandera a cuadros con el coche intacto. No obstante, Bottas, que montó el superblando, tampoco mostró un ritmo superior que pudiese poner en aprietos a Räikkönen.

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Hamilton fue uno de los que más se quejó de la degradación durante la carrera, incluso llegó a decir por radio que su neumático podía “explotar”. Curiosamente, Ricciardo fue el piloto que menos sufrió con el ‘graning’ en sus gomas, aunque se vio limitado por la falta de nergía eléctrica en su propulsor. De no ser así, al distancia con Vettel y Hamilton hubiese sido mucho más amplia.