Sebastian Vettel lleva una temporada en la que destaca sobremanera su tendencia a lamentarse vía radio, y mucho, de aspectos que antes no hacía. Para colmo, nadie en la Scuderia Ferrari parece tener los suficientes galones para indicarle, que este comportamiento no lleva a ningún lugar. Pero lo sucedido en la segunda sesión de entrenamientos libres del Gran Premio de México, pasó alguna que otra línea roja. Primero se quejó del abundante tráfico en la pista, pero dirigiendo su ironía hacía dos pilotos en concreto, Fernando Alonso y Carlos Sainz. "Todos quieren correr, qué idiota“, entiéndase por el primero a bordo del MP4-31, seguido de “hay que ser bobo utilizar el DRS para defenderse“, ahora por el segundo, confesó ruidosamente el germano sin ruborizarse lo más mínimo. Más tarde el asturiano muy mesurado declaraba: "No le doy mucha importancia. Tiene que haber mucha frustración por su parte y por eso se le perdona". Yo creo que todo tiene un límite, y Vettel en México, lo excedió.

Christian Horner ante el rumor, en mi opinión totalmente infundado, aparecido por el paddock del circuito Hermanos Rodríguez sobre un posible regreso de Sebastian a la que fue su casa hasta no hace mucho tiempo, cerró cualquier puerta y atisbo de duda de la siguiente forma: “Es un problema suyo. Nosotros estamos comprometidos con nuestros pilotos para los dos próximos años, así que no hay habitación para él en este albergue”. Además el director del equipo Red Bull opinó sobre las razones por las que su ex pupilo atraviesa problemas en Ferrari: “La vida es un poco diferente para Seb en estos momentos, pero trabaja duro para superarlo. Allí hay una presión diferente a cuando estaba con nosotros, es una experiencia nueva para él. Todos los pilotos son personas muy sensibles y tienen que sentir el apoyo de su equipo alrededor”. Vamos que hablamos de un monoplaza ganador, sumado al calor de un hogar que en su día proporcionó a Vettel cuatro títulos mundiales consecutivos.

Pero Max Verstappen no andó lejos de los despropósitos de Vettel. Máx no comulga con nuestro título de hoy, y ya no lo estuvo durante el GP de los EE.UU, pues se saltó todos los criterios antes citados. Tuvo la osadía de entrar a boxes sin previo aviso al equipo, al trazar su propia estrategia por encima de los responsables de la misma, que para eso están. Como es lógico, enfureció a los gerifaltes de Red Bull sobremanera. Posteriormente Helmut Marko, alguien que arropa a este piloto desde hace tiempo como director del programa de jóvenes talentos, expuso su opinión sobre lo visto sobre el trazado del circuito de las Américas "No puedes pedirles demasiado a los neumáticos. Debes aprender estas cosas. Si no lo haces, no ganarás carreras ni mundiales. Max debe encontrar el equilibrio entre atacar y la paciencia", apuntala el asesor de los de Milton Keynes. Lo del ‘paseo’ con su monoplaza por la pista una vez que este dijo basta, perjudicando posiblemente de paso a Daniel Ricciardo, fue algo que redondeó una actuación demasiado alocada.

Quizás todo se deba a sus 19 años, a su meteórico ascenso al equipo Red Bull Racing al llegar al Gran Premio de España, e incluso, a la permisividad de los comisarios en muchas de sus actuaciones sobre la pista. Por tanto es lógico que el chavea nacido en Hasselt, se crezca más y más."No voy a cambiar mi estilo de pilotaje. Es posible que tenga un poco de Schumacher, pero veo que mi naturaleza es más como la de Senna o la de Hamilton. Espero tener las mejores características de los tres. Todavía tengo mucho potencial, cada carrera mejoro", dijo sin problema alguno recientemente el holandés al compararse a pilotos del calado que citó. Nada de pensar en años para aprender de los grandes, nada de tiempo para reflexionar si los límites que él estima están o no dentro del reglamento. Sólo queda esperar por tanto, que la buena relación con Daniel Ricciardo, eso dice Max, le lleve a copiar de los modales del australiano, este sí, desde siempre dignos de alabanza.

Pero si lo visto en USA pensábamos que podía haberle enseñado algo, en México hubo una ración aumentada y corregida de los motivos por los que, cada vez más aficionados, piensan que la ambición de Max supera sus calidades actuales como piloto. Es de juzgado de guardia, y claramente sancionable, el empujón que el hijo de Jos le propina a Nico Rosberg en la primera curva del circuito cuando este se está jugando un Mundial. Más adelante, al resistir más de lo que su monoplaza admitía, se salta una chicane, bloquea a Vettel, clamorosa e intencionadamente, para que llegase Ricciardo y así poder mantenerse en un lugar que no le correspondía. Algunos aducen que Lewis Hamilton había hecho lo mismo y no se le había siquiera investigado. El que defiende la limpieza del juego, piensa que un error es suficiente y que no había porqué repetirlo una segunda vez con Max. Si que un infractor escape de la pena tiene que suponer que los demás se pueden justificar con eso, en la cárcel no debería haber nadie pues por todos es sabido el número de delincuentes andan sueltos y campantes.

Sin embargo, en la F1 todo parece que está fuera de la lógica. Todo sigue igual, o peor, que años atrás. Los polvos dejados por las polémicas decisiones tomadas en acontecimientos como los enganches de Ayrton Senna y Alain Prost en Suzuka, los de Michael Schumacher sobre Hill en Adelaida y sobre Jacques Villeneuve en Jerez, nos trajeron estos lodos que seguimos maleando en “vasijas” para que contengan los intereses que convengan en cada caso. No es raro por tanto que Sainz dijera de forma abierta “es muy complicado saber en qué momento esperar o no una penalización. Si haces una maniobra que está al límite, te arriesgas a una sanción. Vas a tener que actuar y luego saber qué podría pasar o no”. Por tanto, el crear una plantilla fija de comisarios de carrera para todas las citas del mundial, sería lo más lógico. Me pregunto además a quienes no les puede parecer certero terminar con lo visto hasta ahora. “Necesitamos competir con todo claro en nuestras mentes y saber lo que los comisarios van a pensar cuando hacemos un movimiento”, añadió en madrileño. El problema, de nuevo, es que los pilotos no parecen ‘pintar’ mucho en este tipo de asuntos.

Continuando con más situaciones de polémica a la vista, en estos últimos días, desde una afamada publicación alemana, se dijo que Ross Brawn podría llegar a ser próximamente el nuevo jefe supremo de la Fórmula 1. El acuerdo del británico con Liberty Media y la FIA tendría luz verde, aunque nada se conoce del parecer de todo esto por parte de Bernie cclestone, sempiterno presidente de la FOM. Ya sabemos que no hace mucho al británico lo refrendaron los norteamericanos para permanecer como CEO del Gran Circo. De producirse el relevo y como soñar es gratis, enseguida pensé en otro cambio, para un nuevo reparto del dinero dentro de la F1, al leer a Rick Parry, ex consejero delegado de la Premier League y saber cómo se hace por allí. Sólo en derechos televisivos, el 50% para todos por igual. Otro 25% basado en la audiencia de cada uno y el otro 25%, según su posición final en la liga. En el año 2015 fueron 1.792 millones de euros, 101 el que más y 67 el que menos. Envidiable la brecha tan escasa entre ‘grandes’ y ‘pequeños’.