Uno de ellos es Jean Todt, pues que sepamos, por lo menos aquellos a quienes nos gustan los autos de gruesas ruedas, es el actual presidente de la FIA. Así cobra, disfruta como tal, de los no indiferentes privilegios afines a la más alta estructura gubernamental de la F1. Sin embargo él, con gran parsimonia, dice no poder hacer nada para remediar la injusticia que por allí campa. Que ante la actual estructura de la F1, nada se puede hacer. "Es una unión entre equipos, empresas, con sus acuerdos comerciales", dijo sin rubor. También añadió que unos tienen más dinero que otros, al igual que hay personas, "que tienen 50 barcos y otros ninguno; así es la vida". Más tarde, finalmente, lo puso peor, que ya era difícil: "Deberíamos tener alguien que gobierne eso, así que si ellos quieren, yo estaré dispuesto a tomar las riendas". Ahí queda eso.

En su momento, el apodado como 'El profesor', también 'El calculador', tras abandonar su brillante etapa como piloto, dejó muestras de lo segundo, sobre todo en la dirección del equipo Prost Grand Prix. Supimos recientemente por boca de Stéphane Sarrazin de una maniobra un tanto acaparadora a manos de Alain Prost, probablemente una que le costó su estancia en la F1. Sarrazin gozó de la oportunidad de disputar el GP de Brasil de 1999 a los mandos de un Minardi. A pesar de no finalizar la carrera, recibió el ofrecimiento del team de Faenza para disputar el resto de la temporada con ellos. Sin embargo, Prost le dijo: "No, tu no pilotarás para ellos. El año que viene estarás conmigo". Luego llegado el momento, esas palabras se las llevó el viento, dejando a Stéphane en la estacada en favor de Nick Heidfeld. Afortunadamente otro piloto, Pedro de la Rosa, tuvo más suerte, cuando era piloto de pruebas de esa escudería francesa, temporada 2001, al ser salvado in extremis por Niki Lauda rumbo a Jaguar F1.

Ya se sabe que ‘quien mucho acapara, más pierde en el intento’. Eso mismo piensa Jacques Villeneuve con respecto a una F1 que intenta ser varias cosas a la vez. Así, los coches actuales parecen tender más a la resistencia, límite de revoluciones, neumáticos, consumo, dejando de lado lo singular de esta competición, lo excesivo, lo intenso. "La Fórmula 1 tiene que ser extrema, inalcanzable, loca; así ha sido siempre", confesaba el canadiense. Jacques, antes piloto, ahora comentarista, siempre acostumbrado a rodar a tope, alguien que cuando acierta lo hace a lo grande, dijo también que los sistemas híbridos, unidos al DRS, no agradan en absoluto a la afición. Resulta curioso que la llegada de las unidades de potencia casi coincidiese con la aparición, septiembre del 2014, de la Fórmula E. Llamadme loco, pero me pregunto dónde estaríamos ahora si en vez de la división actual de estas dos fórmulas, la 'E' hubiera sido donde recayesen las PU's, compartiendo circuitos con la F1.

Mark Webber, después de proclamarse campeón del mundo de Resistencia, tomó los derroteros de erigirse como jurado único a la hora de nombrar al mejor y al peor piloto de la parrilla actual. Y como suele ser habitual en el australiano, no se anduvo con medias tintas ni monsergas al otorgar estos 'galardones'. Sebastian Vettel fue el number 'one', sin duda posible, para Mark, "ya que hace que todo el equipo funcione. Es consistente y bastante útil". Mientras tanto, Pastor Maldonado se situó como el más manazas, algunos le apodan 'crashtor'. Webber, en el caso del venezolano, precisó su decisión de manera clara y nítida: "Probablemente está expuesto y no debería estar ahí. Está haciendo bulto simplemente". En cuanto a Fernando Alonso, Mark tuvo palabras de aliento en cuanto a que no cree que ande sin ganas, pues todo está "siendo un reto para su motivación". Al McLaren lo que le falta es motorización y fiabilidad, a mares, pero sin lluvia, que con esa rompe seguro.

¿Qué sucede cuando a unos millonarios les otorgas un porrón de millones cada año? ¡Pues que tendrán aún más! ¿Y si encima ellos deciden cómo repartir los montones de dinero? Pues entonces seguro que muchos se quedarán con las manos vacías. No hace falta decir que el Circo de Bernie Ecclestone funciona de manera muy parecida. Gerhard Berger pide un nuevo replanteamiento a la hora de establecer los costes y, sobre todo, de cómo se debe trocear el pastel, los premios, entre los equipos. "El dinero se debería repartir de manera igualitaria", dijo el austriaco, seguido de: "Ferrari y Mercedes quieren que otros compitan, pero prefieren que no sean competitivos". Finalmente la cosa llegó hasta esto: "Por ello, este deporte necesita una fuerza policial que diga que todo el mundo debe tener una oportunidad de ser competitivo". Sinceramente, para mí, lo de la policía debería ser de último extremo, pues con tan solo igualdad, equidad y justicia, asunto arreglado, sumado a buena luz, una hoja de cálculo y unos contables independientes, claro.

A falta de producir un amplio catálogo de gomas en el que se pueda elegir libremente en cada carrera los compuestos y que luego duren, además de no desmadejarse con sólo mirarlos, ¡qué mejor que probar unos nuevos neumáticos de lluvia extrema! Ya sabemos que este tipo de compuesto se utiliza prácticamente… nunca, quizás un porcentaje menor al 5% de todas las vueltas dadas a lo largo de una temporada. Luego, en vez de buscar una pista donde llueva habitualmente, Spa, por ejemplo, se escoge una pista en Francia, Paul Ricard, y se moja con aspersores como un campo de golf o un melonar. Para remate, se cita allí a tres equipos con un solo coche, dejando al resto oteando el horizonte. La guinda a todo este desmadre la puso Kimi Raikkonen, pues según su opinión de piloto, lo probado no le convenció lo más mínimo, prefiriendo a sus predecesores, aunque "es un poco pronto para decirlo". De nuevo, ¡lo vano por encima de lo trascendente!

¿Un F1 puede rodar por cualquier sitio? La respuesta inmediata es un no taxativo dadas las peculiaridades de estos monoplazas. ¡Qué equivocados amigos! Si les pones carbonato de magnesio a los de las latas de la bebida energizante, véase Red Bull, hasta sobre nieve pueden circular. Así que cogieron un monoplaza del 2013 y lo situaron sobre la inmaculada nieve de la estación de esquí de Kitzbuhel, en Austria. El pretexto fue promocionar el GP del 2016 de ese país alpino. Luego, y una vez puestas las cadenas sobre los neumáticos, los azules acomodaron dentro del cockpit al joven Max Verstappen y le autorizaron a dar gas. Tras ello, Michael Berger, responsable de la citada estación, reclama al equipo unos 30.000 eurazos por 'daños a la naturaleza’, ya que asegura que los de Mateschitz carecían de los correspondientes permisos. Por el contrario, RBR decía por escrito: "Desde nuestro punto de vista, actuamos de forma correcta". ¡Vamos, lo de siempre, los malos son los otros!