En verano de 2018, la Fórmula 1 mandó un comunicado que resultó sorprendente por lo poco común de su contenido. En él, el promotor de la Fórmula 1 reiteraba su compromiso con los derechos audiovisuales y la lucha por hacer que los mismos se respeten al máximo. La Fórmula 1 advertía que todo su equipo legal estaba trabajando en el asunto.

El comunicado obedecía a una queja presentada por la poseedora de los derechos de retransmisión en Oriente Medio, tras conocerse que un canal llamado beOUTq, con clara mofa a beIN, retransmitía sin los debidos permisos en países de Oriente Medio y el norte de África, con el claro perjuicio para la cadena que, asegura, había pagado cerca de 40 millones de dólares por la retransmisión.

Además de la Fórmula 1, varios campeonatos internacionales, como la Premier League o la propia UEFA y FIFA, habían emitido quejas similares, apoyando a beIN en su lucha, sin embargo, la situación parece no haber mejorado, lo que ha llevado a beIN a asegurar que no renovará su contrato con la Fórmula 1 hasta que la situación se vuelva controlable.

Mientras que en Europa y América, se cuentan con mecanismos para proteger a los legítimos propietarios de esta clase de emisiones, quedando la piratería reducida a internet, en las regiones mencionadas el organismo controlador ha resultado ser ineficiente, y los caminos legales emprendidos, excesivamente lentos.

La plataforma beIN asegura que, de mantener los derechos, lo hará a un precio muchísimo más bajo del actual, para poder combatir así las emisiones fraudulentas. Se trata del primer contrato que la Fórmula 1 pierde como consecuencia directa de la piratería, cuyo uso se considera residual hasta en los países donde la retransmisión queda limitada a un canal de pago de alto precio.