La crisis económica ha pasado factura a la casa japonesa, que arrastra pérdidas de €289 millones y más de 900 despidos en sus plantas. Al igual que otras empresas de su país la presencia en la F1 ya no es considerada prioritaria y los consejos de administración no están dispuestos a desembolsar ni un Yen más, al igual que Honda en 2008, Bridgestone prefiere emplear ese dinero en “redirigir sus gastos hacia el desarrollo de tecnologías más innovadoras y líneas de producto estratégicas que satisfagan los objetivos y fortalezcan nuestra imagen de líder tecnológico”.

El ejemplo del fabricante de neumáticos puede determinar la salida de Toyota (empresa que se encuentra en pérdidas por primera vez en su historia) de la competición, a mediados de noviembre se reúne el consejo de administración para tomar una decisión al respecto.

Tras competir con Michelin, Bridgestone es el proveedor único de neumáticos en la F1 desde 2007, siendo una de las bases de la FIA para controlar la escalada de prestaciones de los monoplazas (evitando la carrera de prestaciones de las gomas al haber más de un fabricante).

En una Fórmula 1, que cada día se “estandariza” más, el problema para la FIA y los equipos es de gran gravedad especialmente cuando se espera un cambio reglamentario importante en 2011, que incluye la renovación del pacto del pacto de la concordia (negociación que se prevé durísima) y el propio futuro de la categoría que, de momento, se queda sin “zapatos” para competir.

Las alternativas al fabricante japonés son escasas, puesto que el sector sufre las consecuencias de la caída de las ventas de automóviles y el coste de la F1 es prohibitivo (tanto en monopolio como rivalizando con otro fabricante), la experiencia acumulada con unas gomas de 13 pulgadas no se puede transferir a la gran serie (lo que supone un despilfarro de dinero) y algunos fabricantes todavía tienen las heridas causadas por la FIA abiertas (Michelin tras el escándalo de 2005 hasta su salida de la categoría).

Hace unos años el mítico fabricante Pirelli asomó la cabeza con propuestas dignas de su prestigio (con neumáticos de perfil más bajo y llantas de 15 a 17 pulgadas con idea de transportar la F1 a la modernidad) que la FIA desestimo de forma prepotente, con lo que la marca italiana perdió el interés al no poder usar la experiencia y aplicarla a los turismos (obteniendo así un retorno en I+D y no solo en imagen de su inversión).

Jean Todt, sin duda, mirará a sus viejos amigos de Good Year (de su etapa en Ferrari), pero tal y como está el sector industrial de los neumáticos en Estados Unidos, con la administración Obama enfrentada en una guerra comercial internacional con China, a golpe de nuevos aranceles a las importaciones de gomas de ese país, que han puesto de rodillas al sector americano (con más de 5.000 despidos en el sector), ¿quién le va a decir al gigante americano que financie “gratis” las gomas de 14 o 15 equipos de F1?