Kevin Magnussen había silenciado a muchos de sus críticos con un destacable inicio de temporada, pero su reputación de piloto peligroso volvió a cobrar protagonismo tras el Gran Premio de Azerbaiyán. Durante la resalida del último coche de seguridad, el danés tuvo un toque con Pierre Gasly en la rápida curva 20, a más de 300 kilómetros por hora y con el muro muy cerca del francés. Los comisarios castigaron a Magnussen con 10 segundos y dos puntos de penalización, un castigo que no fue suficiente para Gasly.

El de Toro Rosso calificó al danés como el piloto más peligroso con el que había competido nunca. Por su parte, Magnussen hace oídos sordos ante las críticas y afirma que no cambiará su estilo de pilotaje. “No me gustan los compromisos. Yo lo doy todo. Moriré en el coche. No me echaré atrás”, manifestó el piloto de Haas en declaraciones recogidas por Reuters antes de Bakú.

“Pondría mi vida en juego, absolutamente. Cuando me pongo el caso y estoy en la carrera, siento que es lo único que hay en el mundo. Amo a mi familia y hay muchas cosas de las que disfruto, pero cuando estoy en el coche no hay nada más que signifique tanto para mí. En el monoplaza, la esencia de la vida es la Fórmula 1, añadió Magnussen.

El danés defiende su postura explicando que en un equipo de zona media hay que arriesgar para conseguir puntos. “Lucho duramente. Cuando estás en un equipo de zona media, no tienes los puntos garantizados y a veces no tienes nada que perder. Puedes recibir una sanción o puedes perder tu alerón delantero, pero no hay nada que perder si estás 11º”, comentó.

“A veces hay que ser mucho más agresivo cuando se lucha por esas posiciones. Si estás luchando por el campeonato, tienes que pensar a largo plazo y cambiar tu enfoque. Si estuviese peleando por el título, no me veríais compitiendo de la misma forma, señaló Magnussen.