Faltan pocos calificativos para valorar la bárbara segunda mitad de temporada que está protagonizando Lewis Hamilton. El piloto de Mercedes no muestra síntomas de flaqueza. Lo hace todo bien. En el Gran Premio de Japón, el inglés dominó el fin de semana y, en carrera, controló la prueba de inicio a fin con una seguridad y fortaleza mental pasmosas. “En los momentos cruciales me siento mejor”, dice el piloto de Stevenage.

“Hemos tenido una gran harmonía con el coche”, asegura. “Si esta harmonía hubiese sido igual en Silverstone, podríamos haber ganado. El otro día estaba jugando con mi padre al tenis. Cuando practica, hace un servicio perfecto, pero a la hora de jugar, se equivoca. Yo soy al revés. Peleo en la práctica, pero en carrera, hago un servicio perfecto”, comenta Hamilton.

"Todavía me siento como el niño de Stevenage que corre en Rye House"

Envuelto en su ya habitual halo de misticismo, Hamilton reflexionó sobre el presente y pasado; como dos espacios temporales totalmente opuestos parecen haber llegado a fusionarse en Suzuka. El británico todavía alucina cuando corre en circuitos como el japonés, testigo de batallas históricas de pilotos de Ayrton Senna o Alain Prost.

"Cuando crecía, quería correr en Mónaco y aquí. Es un circuito asombroso. Cuando estábamos en la vuelta al circuito, tenía muchas ganas de detenerme, tomarme un momento y caminar, y pensar en todos los grandes pilotos que han pilotado aquí, explica.

"Cuando piensas en los días en que Ayrton [Senna] estaba compitiendo aquí. Todavía me siento como el niño de Stevenage que corre en Rye House. Por entonces, era algo muy lejano para mí. Aunque estoy aquí, ellos todavía están allí. No no te sientes real", concluye.