En los anales de la historia de la Fórmula 1, muchos nombres no se han tenido en cuenta, en realidad, la mayoría son olvidados, sólo aquellos que consiguen hacerse con un hueco en el corazón de los aficionados por medio de sus triunfos o de algún acto heroico, se recordarán como eso, héroes de las pistas. Tal es el caso de Brett Lunger, un piloto poco recordado por la mayoría de los seguidores modernos de la máxima categoría del automovilismo, este sencillo y poco laureado corredor, ha vivido y competido con un código de honor, que definió su particular trayectoria en el mundo del automovilismo e hizo que se ganara el corazón de muchos de los que le rodearon.

Después del inicio de la meteórica parte final de la temporada 1976 de F1, un piloto vestido de rojo y con la cabeza vendada, circula por el paddock de Monza; el vendaje cubría graves quemaduras y una oreja cortada, un triste recordatorio de la fragilidad de la vida y de los peligros del deporte a motor. Ya habían culminado los segundos entrenamientos libres del Gran Pre,op de Italia; aquel curioso hombre encuentra lo que buscaba, se trataba de un colega suyo, otro corredor. Amistosamente, lo palmeó en el hombro y cuando este voltea, el renombrado piloto de Ferrari y coronado un año antes como campeón del mundo, Niki Lauda, lo mira a los ojos para decirle “gracias”. El austríaco no recibió respuesta alguna por parte de homólogo ya que no le dio tiempo para darla, el número uno de Ferrari, se perdió rápidamente entre la multitud del paddock, a pesar de haberse mostrado agradecido, no había más tiempo para sentimentalismos.

Lunger fue el que se encontró con el recién accidentado Ferrari de Lauda en Nurburgring, el 1 de agosto de 1976; el norteamericano chocó su Surtees con el coche del austríaco; sin pensarlo dos veces, sale del vehículo para ayudar en el rescate del “computer”. De los cuatro pilotos que ayudaron en la operación de salvamento, Lunger, fue el que se montó en lo alto del bólido en llamas para sacar al piloto de Ferrari del infierno de 800 °C en el que se encontraba.

VIETNAM Y SU VÍNCULO CON CHESTERFIELD

Sus actos heroicos no se limitan al mundo de las carreras; antes de competir al mando de los coches más veloces del planeta, luchó por su país en la amarga guerra de Vietnam; movido por su patriotismo, y muchas veces por el simple y básico instinto de supervivencia, Lunger, se convirtió en todo un personaje dentro y fuera de la F1, el prototipo casi perfecto de hombre y piloto independiente, que buscaba, por sus propios medios, triunfar en cada reto que la vida le presentaba. Pero, ¿Cómo un piloto que sólo buscaba correr para equipos independientes, con una trayectoria tan particular, había llegado a tales instancias?

Durante su estancia en Vietnam, tuvo lugar un suceso que marcó su carrera deportiva, pues salvó a uno de los hijos de los propietarios de la compañía de tabaco Liggett & Myers, dentro de la que se encuentran marcas tan conocidas como L&M, Lark o Chesterfield, nombres muy importantes que le ayudarían como patrocinadores en los momentos clave de su carrera.

Hijo de una de las herederas del imperio de químicos Dupont, Brett Lunger nunca tuvo problemas económicos, nació el 14 de noviembre de 1945 en Wilmington, Delaware; aunque según sus propias palabras, nunca tuvo acceso al dinero hasta que cumplió los 40 años, por lo que toda suposición de que llegó a la F1 con ayuda financiera, debe ser desestimada. Las carreras no formaban parte de ese entorno, pero el universitario Lunger quedó atrapado cuando acompañó a un amigo a una prueba. Estudió en la exclusiva universidad de Princentone, en la que disputó algunas carreras locales.

Después de tres años de disfrute de la pacífica vida de universitario aficionado a las carreras, estalló la guerra de Vietnam, así que, el norteamericano aprovechó la oportunidad para dar otro giro a su sencilla vida, le restó importancia al estrato social que pertenecía y se enlistó en el ejército para combatir en aquel conflicto armado. En 1968 le dan de baja y vuelve a casa como teniente del cuerpo de marines, fue herido en Laos, lo que le valió la condecoración del corazón púrpura, una de las más altas para los heridos en combate. Tras su recuperación, decide dedicarse a su antigua pasión, las carreras de coches. “Vietnam hizo más por formar mi personalidad y carácter que cualquier otra cosa en la vida, pero dañó mi carrera deportiva”, así lo explicaba el austero y disciplinado Lunger, que abandonó el ejército con el grado de capitán.

En 1970 compró un coche para competir en la Fórmula 5000, se trataba de un Lola T-192, que había pertenecido a Roger Penske, con Mark Donohue como compañero de equipo; a Lunger se le permitió competir toda la temporada, lo que le sirvió mucho para acumular experiencia. En el Campeonato de F5000 de 1971, el norteamericano completó su tercera temporada en esa categoría, que incluyó una victoria en una carrera en Brainerd international Raceway.

Lunger era de los que afirmaba que, para aprender el arte del automovilismo, era necesario alcanzar las 10000 horas de competición; en los 12 meses siguientes, sólo pudo disputar ocho carreras, por lo que su objetivo estaba lejos de ser alcanzado, pero desde la vieja Europa, algunos equipos de Fórmula 2 le seducían para que se adentrara en el mundo de las Fórmulas europeas. Durante 1973 y 1974, el norteamericano se alternó entre la F5000 y la F2 y conquistó varias victorias y podios en ambas categorías. Al llegar el año 1975, su economía, aún independiente de la fortuna familiar, colapsa y su carrera deportiva se ve seriamente amenazada, no obstante, su hermano, Dave Lunger, un corredor de bolsa, asume el rol de representante de Brett y logra firmar un acuerdo con el equipo Hesketh, que competía en la codiciada F1; de este modo, no sólo lograría debutar en la categoría máxima del mundo a motor, también sería compañero de James Hunt.

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Arturo Merzario, un comisario, Harald Ertl y Brett Lunger con las medallas que recibieron por ayudar en el rescate de Niki Lauda

La situación económica de Hesketh no era la mejor y cualquier cantidad que pudiera aportar un segundo piloto era bienvenida. Terminó en Austria e Italia y en Estados Unidos tuvo que abandonar a 13 vueltas para el final cuando iba camino a su mejor resultado del año. Las actuaciones fueron suficientes como para que Chesterfield continuara con su apoyo, pues no se podía pasar por alto que Lunger había salvado a uno de los hijos del propietario durante la guerra.

Tras una temporada con resultados pocos favorables, que acabamos de relatar, Lunger ficha por el equipo John Surtees Racing para la temporada 1976. A pesar de no haber conseguido ni un solo punto del Mundial de la F1, Brett pasaría a la historia por los terribles sucesos del 1 de agosto de ese año, en el circuito de Nürbugring, donde se disputó una carrera con condiciones climáticas cambiantes, que promovieron el accidente casi fatal de Lauda.

Cerca de la pista que llevaba por nombre 'El Infierno Verde', se celebró una reunión de pilotos, en la que estos votaron para la realización o la suspensión del Gran Premio. Debido a las condiciones climáticas adversas, Lauda promovía la suspensión del evento, pero la mayoría de sus colegas haría caso omiso a los peligros del circuito y votaron para que se disputara.

Era difícil cuando hacía buen tiempo y una pesadilla absoluta cuando llegaban las lluvias. Pero fui a correr, nunca me di cuenta de que no correr, era lo indicado", recordaba Lunger años después de haber dejado de competir.

El piloto del equipo Surtees recuerda cada detalle del momento en que su coche impacto al Ferrari encendido de Lauda; se disputaba la segunda vuelta de la carrera, la mayor parte del circuito estaba húmedo, sin embargo, los pilotos que usaban los neumáticos para la pista seca como Lauda giraban más rápido que los que llevaban gomas para lluvia; tras un zigzagueo sobre la superficie mojada, Lunger se comprometía al acelerar superando las 130 millas por hora, de repente, visualizó, a lo lejos, una suciedad que se levantaba por el aire, en ese instante no lo supo, pero se trataba del accidente de Lauda.

Así rememora Lunger, el momento del choque: "El coche de Lauda estaba de lado, en medio de la pista y envuelto en llamas. Yo venía rápido en la curva anterior y no pude cambiar la trayectoria. Traté de frenar, pero no había manera de evitar el choque. Cuando mi coche impactó con el de él, se puso en marcha mi extintor. El extintor del coche de Lauda se había desprendido con el impacto y su cabeza solo quedó cubierta con el pasamontañas ignífugo. Salí y me subí en la parte superior del coche, no podía quitarle los cinturones. El arnés del Ferrari tenía un diseño diferente. Arturo Merzario me ayudó y los logró quitar, de no haber sido por él, no hubiera podido sacar a Lauda de entre las llamas". A pesar del acto heroico, Lunger admite que hubiera preferido que le recordaran por ganar carreras y no por chocar un coche en llamas.

La suerte siempre acompañó al piloto norteamericano, pero para ser trasmitida a los que le rodeaban. “Lo más divertido de mi carrera en la Fórmula 1 es que mis compañeros fueron todos campeones del mundo (Hunt, Jones y Piquet), así que, si quieres ganar la lotería, siéntate junto a mí…”, decía Lunger entre bromas, pero nunca mencionó que, al piloto que salvó aquel dramático 1 de agosto de 1976, fue a otro campeón del mundo; aquel día, fue Lauda el que tuvo a Lunger a su lado.

El ex militar se retiró de las carreras en 1982, ya no competía en F1, pero si lo hacía ocasionalmente en Estados Unidos; no tocó la fortuna familiar hasta casi los 50 años. Más tarde, tanto el cómo su esposa, se aficionarían a la aviación, hoy día tiene un avión privado que vuela para una organización humanitaria llamada Angel Flight, cuyos miembros transportan por vía aérea y gratuitamente a enfermos y veteranos de guerra a los hospitales y sus hogares.

Lunger llegó a disputar 43 carreras de F1, compitió para los equipos Hesketh, Surtees, March, McLaren y Ensign, su última Gran Premio fue el de Estados Unidos de 1978.