El Gran Premio de Australia acostumbra a ser una de las carreras más atípicas de la temporada de Fórmula 1. Se trata de la primera vez que las mecánicas de los monoplazas se enfrentan a un fin de semana de actividad en pista, por lo que no es raro ver a varios monoplazas sufriendo problemas mecánicos. La prueba de Melbourne suele contar con un porcentaje alto de abandonos, especialmente por incidencias técnicas.

Los test de pretemporada son los únicos ocho días en los que los equipos pueden realizar comprobaciones y probaturas en los monoplazas, por lo que los problemas de fiabilidad son una tónica habitual. Aun así, en las pruebas invernales de este año ha llamado la atención el número de fallos mecánicos que han sufrido los tres equipos punteros de la parrilla: Mercedes, Ferrari y Red Bull.

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Que Mercedes llegue a los test con un monoplaza digno de haber completado por lo menos una temporada en cuanto a niveles de fiabilidad ha sido una escena muy típica de las pruebas en los últimos años, pero incluso el equipo de Brackley ha recibido la visita de los ‘gremlins’ mecánicos en estos test. Resulta todavía más extraño que los problemas obliguen a Mercedes a cambiar uno de sus casi infalibles motores.

Valtteri Bottas fue víctima de un problema de presión de aceite en su Mercedes al comienzo de la segunda semana de test. Este fallo hizo que la marca alemana optara por reemplazar la unidad de potencia del W10, algo muy poco habitual en la estructura desde el comienzo de la era híbrida. El cambio causó que Mercedes perdiera prácticamente toda la tarde de rodaje, un tiempo muy preciado al contar con tan pocos días de test antes del comienzo de la temporada.

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Aunque Ferrari mostró un rendimiento muy bueno durante las dos semanas de test, se vio más afectada por los problemas de fiabilidad que Mercedes. La Scuderia protagonizó varias banderas rojas a lo largo de las pruebas por diferentes motivos, siendo más preocupantes los problemas de la segunda semana que lastraron a Ferrari después de un buen comienzo en los primeros cuatro días de test.

Charles Leclerc sufrió un problema hidráulico que le hizo perder tiempo, aunque pudo reincorporarse a la acción para completar un respetable número de vueltas. Peor fue el día en el que el accidente de Sebastian Vettel debido a un misterioso fallo en la rueda solo permitió al monegasco dar una vuelta de instalación en toda la tarde, razón por la que Ferrari cambió su programa de test.

El problema más grave que sufrió Ferrari llegó en el último día de test. Con el mejor tiempo de las pruebas y en pleno simulacro de carrera, Vettel se quedó parado debido a un fallo eléctrico en el SF90. Este problema obligó a Ferrari a poner fin a la pretemporada antes de lo esperado debido al tiempo de reparación que necesitaría la incidencia, terminando las pruebas invernales con sabor agridulce al mostrar un buen rendimiento y una fiabilidad frágil.

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Red Bull y Honda eran una de las mayores incógnitas llegando a los test de pretemporada, pero el RB15 mostró una buena fiabilidad y una velocidad consistente a lo largo de los días. Solamente los accidentes estaban frenando el progreso del equipo austriaco, pero parecían recuperar el tiempo perdido acumulando muchas vueltas en las jornadas posteriores.

Los mayores percances de Red Bull aparecieron en los dos últimos días. Pierre Gasly sufrió un fuerte accidente al pisar la hierba y chocar con las protecciones de la curva 9, causando grandes daños en el monoplaza. Este incidente, sumado a los anteriores, hizo que Red Bull tuviera que reparar el vehículo con piezas antiguas para permitir a Max Verstappen rodar el último día.

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Después de una larga noche de trabajo, los mecánicos de Red Bull consiguieron que el neerlandés saliera a pista 30 minutos después del comienzo de la jornada. Sin embargo, el día de Verstappen llegó a su fin con apenas 29 vueltas completadas debido a un problema en la caja de cambios que le impidió rodar durante la tarde. Tras unos primeros días prometedores, Red Bull también sucumbió ante los problemas a última hora.

Los tres equipos favoritos llegarán a Australia con muchas dudas sobre su fiabilidad. La primera carrera del año se convertirá en todo un reto de supervivencia para los aspirantes a la victoria, independientemente del ritmo que muestren. Aguantar hasta la línea de meta podría ser la clave del triunfo en la apertura de la temporada en el circuito de Albert Park, por lo que las tres estructuras trabajarán a fondo para optimizar sus mecánicas de cara a la cita inaugural.