MINARDI Y MARTINI, DOS 'GIANCARLOS' AMIGOS

Quizá Giancarlo Martini, tío de Pierluigi Martini, no sea uno de los pilotos más importantes ni más famosos del automovilismo. Quizá sea sólo uno de los tantos olvidados cuya trayectoria es incluso difícil de reconstruir por la falta de datos. Una historia que se difumina sin ni tan siquiera haber disputado un Gran Premio puntuable de Fórmula 1.

Sin embargo, por alguno de esos caprichos del automovilismo, hoy le recordamos como uno de los importantes pilares en los que se apoyó Giancarlo Minardi y que hizo posible el inicio de la entrañable y ya desaparecida escudería italiana, muy querida entre los aficionados. Y eso a pesar de que, al igual que Martini, Minardi nunca logró el éxito en la Fórmula 1, si lo medimos exclusivamente en victorias.

Pero no hacía falta: ambos eran de esa clase de gente cuya pasión y dedicación, cuyo saber hacer y humildad se ganaron el respeto del paddock y de las gradas a partes iguales, ganaran o no carreras. Tanto es así que Minardi y Martini fueron los últimos en lograr un Ferrari de Fórmula 1 prestado para competir en sendas carreras, aunque no fueran puntuables para el mundial de Fórmula 1. Era 1976 y a la escudería Minardi como tal aún le quedaban más de tres años para nacer, y más de nueve para entrar en la Fórmula 1.

Giancarlo Martini tuvo, a su manera, buena parte de la culpa. Hoy es hora de rescatar su historia porque en la Fórmula 1 no todo son victorias y laureles; las pequeñas aventuras también merecen ser contadas.

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Giancarlo Minardi celebra el aniversario del equipo Minardi en 2003

EL FINAL DE MINARDI

Fernando Alonso, Mark Webber, Giancarlo Fisichella, Jarno Trulli, Andrea de Cesaris… Todos estos pilotos tienen algo en común: en alguna ocasión pilotaron un Minardi en la máxima categoría automovilística.

Cuando en 2005 Red Bull anunció que iba a comprar la escudería Minardi, entonces en manos de Paul Stoddart, para crear un pequeño equipo cantera para sus jóvenes pilotos, los aficionados se aliaron en masa para tratar de salvar el nombre del equipo. Y es que Minardi llevaba 20 años en la Fórmula 1 y tenía su grupo de incondicionales.

Stoddart reconoció que había tenido más de 40 ofertas interesantes para vender Minardi, pero las rechazó todas a cambio de una condición: que Red Bull mantuviera –al menos hasta 2007– la sede en Faenza, ciudad natal de Giancarlo Minardi. Hoy, seis años después de que venciera la cláusula, la sede no ha cambiado de lugar. Lo que no se mantuvo fue el apellido de Giancarlo: con la creación de Scuderia Toro Rosso para la temporada de 2006, las peticiones de los aficionados fueron claramente desoídas.

En un principio iba a llamarse Squadra Toro Rosso, pero entraba en conflicto con el nombre de un equipo de fútbol. Ahí acabó la historia en la Fórmula 1 del apellido Minardi, pues el intento de Stoddart (iniciado en 2006) de inscribir para la temporada 2008 a su equipo European Minardi F1 Team fue rechazado a favor de Prodrive. El automovilismo norteamericano fue entonces su objetivo, con algunos éxitos en la Champ Car bajo la denominación de Minardi Team USA. En Fórmula 1, sin embargo, Minardi era ya sinónimo de pasado.

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Fernando Alonso en su año de debut en F1 con el Minardi PS01 (GP de Alemania 2001)

SCUDERIA PASSATORE, EL PRINCIPIO

Pero toda esta historia tuvo un inicio, como todo. Y aunque oficialmente no se le reconoce a Giancarlo Martini como cofundador de Minardi, su implicación desde sus orígenes es clara hasta el punto de que muchos consideran que, sin él, Minardi no hubiera llegado a ser lo que fue. Pero ¿quién fue Giancarlo Martini?

La historia fría de los números nos diría que simplemente fue un piloto de carreras que jamás compitió en una prueba puntuable de Fórmula 1. Pero no nos gustan los números fríos… En 1966, Giancarlo Minardi era el encargado del concesionario oficial de Fiat en Faenza "Giuseppe Minardi e fratelli", propiedad de su madre, el más antiguo de Italia. Pronto el joven Giancarlo despertó su espíritu deportivo participando con su Fiat 124 en algunos rallyes locales, pero su carrera como piloto terminó muy pronto.

En 1967 un grave accidente no le dejó ninguna secuela física, pero sí un fuerte impacto emocional que le hizo olvidarse de correr para siempre. Aun así, la velocidad siempre corrió por sus venas y tenía que darle salida de alguna manera. Su primera oportunidad se la dio con en 1972, con sólo 25 años, el señor Alteo Dolcini en la Scuderia Passatore, donde pudo administrar el equipo junto a Franco, hijo de Dolcini, y Giovani Liverani.

Una de sus primeras decisiones fue inscribir a Scuderia Passatore en la Fórmula Italia, en la que todos los participantes corrían con el mismo coche (Fiat Abarth 1800). Aquella experiencia le sirvió para empezar a curtirse en el mundo de la competición profesional, codirigiendo el equipo Passatore, y pronto entablaría amistad con el piloto Giancarlo Martini. Martini llegaba tras pasar por los karts y dispuesto a abrirse un buen hueco en el automovilismo. Juntos, la empresa dio sus primeros pasos de forma prometedora, pues lograron el subcampeonato de la Fórmula Italia. La temporada de 1973 fue aún mejor: se hicieron con el título al ganar catorce de las veinte carreras.

Frente a las cuatro pruebas conquistadas por el compañero de equipo de Giancarlo, Lumberto Leoni, Martini arrasó con diez primeros puestos y seis segundos. Además del merecido campeonato, Minardi se ganó también la confianza de la empresa de repuestos para coches Everest, presidida por Angelo Gallignani. Pero Dolcini (dueño de Passatore) se negó a cambiarle el nombre a su escudería. Aun así, la empresa Everest inundó de pegatinas las carrocerías de los monoplazas, y de dinero el presupuesto del equipo. Con la experiencia de Passatore y el dinero de Everest, a Minardi la Fórmula Italia se le empezaba a quedar pequeña, y ya pensaba en otro campeonato mucho más ambicioso: la Fórmula 2, categoría previa a la Fórmula 1. Pero todavía tendría que esperar. Gracias a eso, el mismo Enzo Ferrari le echaría una mano.

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Giancarlo Martini en 1976

ENZO FERRARI AYUDA A MINARDI

A Giancarlo Martini la Fórmula Italia también se le había quedado pequeña tras arrasar en 1973, y quería competir en la Fórmula 2 en 1974. Pero como su amigo Minardi todavía no había podido preparar a su equipo para dar el gran salto, tuvo que abandonar Passatore para unirse a Trivellato Racing. Sin él, la temporada de 1974 de Passatore –con sendos March-BMW– no fue muy bien en la Fórmula Italia, a pesar del buen hacer de Leoni: Brancatelli se llevó finalmente el título.

Sin embargo, en noviembre de ese año Giancarlo Minardi recibió una importante llamada que iba a revolucionar el destino de Minardi en el automovilismo. El joven de Faenza no podía creer quién estaba al otro lado del auricular: Enzo Ferrari. El dueño de la marca más importante del mundo quería conocerle en persona. Sin perder la compostura y manteniendo los nervios a raya, como todo un profesional que era, concertó una cita con "il Commendatore".

De aquella reunión Giancarlo no sólo se llevó una grata impresión personal, sino un Ferrari B3 para entrenar en la pista de Santa Monica (Misano) y en Dino Ferrari (Imola). Enzo también permitió que los pilotos oficiales de Scudería Passatore (Serblin y Leoni) usaran la pista de Fiorano. Ferrari pudo así aprovechar el acuerdo con Passatore y probar a nuevos pilotos para Fórmula 1. Ahora sí, la Fórmula 2 era el claro objetivo de Minardi. Fue la excusa perfecta para que Giancarlo Martini regresara a su lado.

AL FIN, JUNTOS EN LA F2

En 1975 Giancarlo Minardi estaba pluriempleado: controlaba el equipo de la Fórmula Italia, el Europeo de Fórmula 2, los entrenamientos con el Ferrari B3 en Misano y, además, seguía haciéndose cargo de la empresa familiar en el concesionario de Fiat, donde pasaba seis horas diarias.

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Martini y Leoni fueron los pilotos oficiales de Passatore ese año en la Fórmula 2, con un motor alemán BMW de cuatro cilindros y un chasis March. El inicio de la temporada auguraba grandes sensaciones, con un segundo puesto de Leoni y un sexto de Martini en la primera carrera de Portogallo. La segunda prueba, en la pista inglesa de Thruxton, vio a Giancarlo Martini en el podio, en el tercer lugar. Pero desde entonces el rendimiento de la Scuderia Passatore cayó en picado: sólo sumaron cuatro puntos más el resto de la temporada, sin ningún podio. Martini terminó decimoquinto el campeonato, y Leoni decimonoveno.

CAMPEONES EN ITALIA

En 1976 no había excusas, y todos dieron lo máximo para llevar a buen puerto un proyecto que había que remodelar definitivamente. Así que Gallignani –de la empresa Everest– decidió aumentar su participación en el equipo, y éste finalmente se renombró como Scuderia Everest, inscribiéndose en la Fórmula 2 europea y en la italiana.

Como cada año, esa temporada se inscribieron al campeonato de Fórmula 2 promesas y nombres hoy perfectamente reconocibles por el aficionado, y Martini –único representante de la Scuderia Everest– tuvo que competir frente a pilotos del calibre de Keke Rosberg, Jean-Pierre Jabouille, René Arnoux, Patrick Tambay o Eddie Cheever.

Martini no se desenvolvió nada mal: logró el séptimo puesto final, tres puestos mejor clasificado que el mismo Keke Rosberg, a quien le sacó siete puntos de ventaja. Mucho mejor les fueron las cosas en el campeonato nacional (la Fórmula 2 italiana, en la que se contabilizaban los resultados del campeonato europeo más la carrera de Misano, la Coppa Santamonica): se proclamaron campeones empatados a puntos con Maurizio Flammini.

… Y LA FÓRMULA 1

Pero tras la Fórmula Italia, el Europeo de la Fórmula 2 y su versión italiana… lo que de verdad excitaba a Minardi y a Martini era la Fórmula 1. En 1976 Giancarlo convenció a Maranello para que les alquilara un 312T con el que participar en dos pruebas no puntuables del campeonato de Fórmula 1: la Carrera de Campeones (Race of Champions) de Brands Hatch y el Trofeo Internacional (International Trophy) de Silverstone. Eso era otra historia.

Al volante del Ferrari de Fórmula 1 con el que Niki Lauda ganó ambos mundiales en 1975, todo se veía de forma distinta. El trazado inglés de Brand Hatch acogía esa curiosa carrera como parte no puntuable del campeonato de Fórmula 1, en la que solía inscribirse un buen número de pilotos famosos. Para los novatos representaba un excepcional escaparate para intentar hacerse un hueco en la máxima categoría. Pero Martini no se lució precisamente aquel fin de semana de marzo: en la clasificatoria sólo pudo ser penúltimo (decimoquinto), siete segundos más lento que el primer clasificado, Jody Scheckter (con su Tyrrel Cosworth 007). Pero todo iba a salir aún peor, mucho peor, el día de la carrera. Tratando de calentar sus neumáticos y poner a punto su monoplaza, el italiano perdió el control de su Ferrari y realizó un trompo… en la vuelta de calentamiento. Ni siquiera pudo tomar la salida. Ahí terminó su primer sueño con la Fórmula 1.

EL ÚLTIMO FERRARI PRIVADO

Tras la decepción en Inglaterra, Martini había aprendido la lección. Controló sus nervios y se presentó en Silverstone para el "XXVIII Graham Hill International Trophy". La pista de 4'7 kilómetros de longitud esperaba las 40 vueltas de 18 participantes. Y, esta vez sí, aunque modesto, Martini supo controlar la situación: se clasificó décimo en la parrilla justo por detrás de Mario Andretti, quien le había ganado por sólo ocho décimas. En realidad los tiempos fueron tan justos que entre el primer clasificado en la parrilla (James Hunt) y el último (Brian McGuire) sólo había 4'7 segundos de diferencia.

La carrera fue dura, pero Martini demostró sus habilidades conservando su monoplaza intacto, vuelta tras vuelta, hasta llegar a la meta décimo, justo por detrás de Carlos Pace y su Brabham-Alfa Romeo BT45, a una vuelta del vencedor (James Hunt, que ese año consiguió su solitario título mundial en Fórmula 1). Esa fue la última vez que Ferrari cedió uno de sus monoplazas de Fórmula 1 a una escudería.

PIERLIUIGI MARTINI LLEGA A MINARDI

Ese pudo ser el inicio de la carrera de Giancarlo Martini en la Fórmula 1, quizá de la mano de Ferrari, quizá de la mano de Minardi… pero no fue así. Sea como fuere, Martini regresó a otras competiciones inferiores hasta su retirada definitiva. Quizá no llamara en exceso la atención, pero formó parte importante de la historia de Minardi, que crearía su propia escudería de Fórmula 2 en 1980 para dar el salto a la máxima especialidad cinco años más tarde.

En aquella ocasión, en 1985, Minardi quiso que Martini estuviera en su proyecto; pero no fue Giancarlo, sino Pierluigi, su sobrino. Pierluigi había debutado con Toleman en el Gran Premio de Italia de 1984, sustituyendo a Ayrton Senna. La alianza del sobrino de Giancarlo Martini con Minardi se prolongó desde 1985 hasta 1991, exceptuando 1986, temporada que Minardi no participó en Fórmula 1.

Durante todo ese tiempo, el apellido Martini siguió ligado a Minardi como por arte de magia, haciéndose casi sinónimos uno del otro, pese a las idas y venidas del deporte, pese a los altibajos del negocio, pese a los cambios del reglamento y de las épocas… Y sin lograr nunca un resultado espectacular, los aficionados iban sumándose como auténticos tifosi a unos coches que eran italianos, pero no rojos. Unos coches que no eran precisamente rápidos, pero sí amados. Un equipo que no era prestigioso, sino humilde. En España se le tiene (o tenía) un cariño especial, pues en sus coches se montaron cuatro de los seis últimos pilotos españoles que han corrido en Fórmula 1: Adrián Campos, Luis Pérez-Sala, Marc Gené y Fernando Alonso.

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Pierluigi Martini al volante del Minardi M191 en el GP de Portugal (septiembre 1991)

UN RECUERDO MUY ESPECIAL

A día de hoy, en 2013, la Fórmula 1 casi no se acuerda de Giancarlo Martini, pocos recuerdan que Toro Rosso fue Minardi, y Marc Gené viste de flamante rojo junto a Fernando Alonso. Todo parece ir muy deprisa cuando se echa la vista atrás, o cuando llega una mala noticia, como la muerte del bueno de Martini a sus 65 años.

Giancarlo Minardi sigue todavía pendiente a diario de las pistas de competición como aficionado y analista de carreras para diversos medios de comunicación –también forma parte de la Comisión Italiana de Automovilismo–. Pero todo se detiene cuando recibe la noticia de la muerte de su viejo y buen amigo Martini. Es como si el ruido acumulado de 20 años en Fórmula 1 y trescientos 40 Grandes Premios se apagase de repente para guardar un luto imprevisto. Sentado en el sillón de su despacho sólo alcanza a asir un papel, un bolígrafo y escribir:

"Giancarlo Martini no sólo era un gran deportista y un gran hombre de negocios sino, sobre todo, un amigo mío de inmenso corazón y de buen humor. Un amigo con quien he compartido muchos éxitos y su pasión por el automovilismo. Un abrazo cordial para su esposa, Paola, y sus hijos, Benedetta y Donata". Dobla el papel y, tras un suspiro solitario, abre su agenda y piensa: "El espectáculo debe continuar".