Ir al Jarama en plena tormenta era (y es) como pertrecharse para el Diluvio Universal: el barro inunda las 'pelouses', y las botas son imprescindibles para caminar de una curva a otra buscando la mejor fotografía. En 1999, en ese mismo circuito madrileño, vimos cómo un chavalín llamado Fernando Alonso competía para Campos Motorsport, escudería del veterano Adrián Campos, y tenía que abandonar la carrera del Euro Open by Nissan, campeonato en el que había conseguido seis victorias y cuyo trofeo se llevó a casa junto con el sueño de debutar en Fórmula 1.

En el blanco monoplaza del joven ovetense se vislumbraba el logotipo de Lois, la marca española de pantalones vaqueros que en los años 80 patrocinara precisamente las incursiones del propio Adrián Campos en la Fórmula 1 y, más tarde, también de Luís Pérez Sala.

En aquellos días de finales de milenio se hablaba del automovilismo español todavía como una promesa, como un futuro a medio plazo, como un 'quizá, como un 'muy pronto'. Pero el sueño parecía que no llegaba nunca. Y, mientras, seguíamos embarrándonos hasta las cejas en el Jarama, buscando nuevos talentos y escuchando el rugido de los bólidos de Nissan pasar a escasos metros de nosotros, gracias a un circuito tan antiguo y obsoleto que el público abraza literalmente la pista, sintiendo el automovilismo en la propia piel. Aunque ya no fuera la Fórmula 1 de los años 70.

LOS SUEÑOS SE CUMPLEN... CON AYUDA

Un año antes de que Alonso ganara este campeonato, Marc Gené había hecho lo propio en el Open Fortuna by Nissan, también con Campos como jefe de escudería, al lograr seis victorias y tres Pole Position en 1998. Gracias al apoyo de Telefónica, Gené logró subir a un Minardi de Fórmula 1 para disputar el Mundial de 1999.

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Marc Gené al volante del Minardi M101 Ford

Aunque quizá más de uno piense que fue un 'piloto de pago', el mismo barcelonés explicó en la presentación de su fichaje, en la sede de Telefónica de la Gan Vía madrileña, que nadie sabe realmente el esfuerzo que requiere conseguir un asiento en la Fórmula 1, con o sin patrocinador: “Hasta ahora no creía en los sueños, sobre todo tras lo que me ha costado llegar hasta aquí; ahora, gracias a la ayuda de la gente que ha confiado en mí, puedo conseguir mi meta”.

Su meta era quedarse en la Fórmula 1 durante mucho tiempo como titular e ir progresando; con el vetusto Minardi logró el primer punto para el equipo desde 1995 en el Gran Premio de Europa, en Nurburgring, al llegar sexto a la bandera a cuadros (entonces sólo puntuaban los seis primeros). En 2000 continuó en Minardi, pero no volvió a puntuar, y en 2001 fichó con BMW-Williams como piloto de pruebas. El sueño parecía tambalearse.

LA MISMA LLUVIA, EL MISMO CIRCUITO

Dos años más tarde, el 30 de marzo de 2003, sólo habían pasado siete días desde que Alonso consiguió su primer podio en Fórmula 1, en el Gran Premio de Malasia. Y Gené volvía al Jarama, como cuando corría en las fórmulas de promoción, como si no hubiera pasado el tiempo para él. Pero sí había pasado, igual que para todos, aunque la lluvia parecía ser la misma.

Aquella temporada de 2003 era el sexto año consecutivo que un servidor acudía a presenciar las World Series by Nissan (que cambiaban de nombre casi cada temporada), cantera de donde salieron algunos pilotos de Fórmula 1, como Enrique Bernoldi, Narain Karthikeyan, Ricardo Zonta o Heikki Kovalainen. Y allí me topé con Gené, con su eterna sonrisa. Entonces parecía que el agua se empeñaba en acompañarnos cada vez que pisábamos el circuito donde Gilles Villeneuve consiguió su última victoria en Fórmula 1.

En 2003 quien ganó en la renombrada Superfund by Nissan fue Franck Montagny. El francés ya había triunfado en 2001, y en 2004 era probador de Renault F1 Team, dando el salto a las carreras en 2006 con Super Aguri. Ese mismo año logró su mejor resultado en las 24 Horas de Le Mans, al llegar segundo junto con Sébastien Loeb y Eric Hélary (Pescarolo Sport), resultado que repetiría en 2009 (Team Peugeot Total) con Sébastien Bourdais y Stéphane Serrazin.

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En 2003 Gené parecía replantearse su futuro, pero aún no pensaba en las 24 Horas de Le Mans. Algunos meses más tarde pudo disputar el Gran Premio de Italia sustituyendo al lesionado Ralf Schumacher. Sumó cuatro puntos al llegar quinto a la meta. Pero seguía buscando su propio futuro.

NUEVOS RETOS TRECE AÑOS DESPUÉS

En 2004, Gené volvió a sustituir al pequeño de los Schumacher en dos ocasiones (Francia y Gran Bretaña), pero no pudo puntuar, y esas fueron sus últimas carreras en Fórmula 1. A finales de ese mismo año fichó por Ferrari como probador, puesto que mantiene en la actualidad. El sueño del barcelonés era ser piloto oficial en la Fórmula 1. No consiguió ganar ninguna carrera; ni siquiera, hacer podio (desde luego no contó con los bólidos apropiados). En realidad sólo sumó cinco puntos en sus cuatro temporadas (16 carreras en 1999; 17, en 2000; una, en 2003; y dos, en 2004). Pese a su importante papel de probador para Ferrari, su sed de automovilismo no se sació, y desde 2007 ha participado en otras competiciones, incluidas las 24 Horas de Le Mans.

En 2009 hizo historia: el primer español en ganar la mítica prueba de resistencia, junto a Alexander Wurz y David Brabham, con un Peugeot 908 HDI. El año siguiente se proclamó campeón de las también míticas 12 Horas de Sebring y se convirtió en el segundo español en lograrlo (en 1997 lo hizo Fermín Vélez). El año pasado, trece años después de debutar en la Fórmula 1, ganó los 1.000 kilómetros de Spa-Francorchamps con Audi, sustituyendo a Timo Bermhard.

¿Podemos hablar, pues, de una carrera profesional fracasada? En absoluto: hay automovilismo más allá de la Fórmula 1. Ya sea en la embarrada pista del Jarama o en el circuito interminable de La Sarthe. Lo importante es que haya pilotos capaces de asumir retos para superarse y aprender cada día buscando sus propios destinos. Y Gené es el mejor ejemplo.

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LA ÚLTIMA FOTOGRAFÍA

El 30 de marzo de 2003 apreté varias veces mi cámara para inmortalizar el podio de la carrera del Jarama de la Superfund by Nissan, que Montagny había ganado por delante de Gené y Kovalainen. Entonces la tecnología digital en la fotografía estaba en pleno desarrollo, y las cámaras eran caras y precarias. Así que el carrete seguía siendo 'lo normal'. Apretar el disparador no era tan sencillo: había que tener en cuenta que cada disparo suponía un coste extra en el revelado. ¡Cuántas fotos se perdieron al replantearse un encuadre, una exposición, una sombra…!

Hoy (afortunadamente) se dispara sin reparos, sin miedo a que una instantánea salga desenfocada, subexpuesta o movida. Pero entonces experimentar era costoso y, a menudo, infructuoso y decepcionante. Desde luego los grandes profesionales lo hacían sin problemas, acostumbrados a su propio trabajo y a lidiar en las condiciones más desfavorables. Desgraciadamente no todos teníamos la suerte de tener tanta experiencia ni oportunidades. Pero con todas las carreras ya terminadas aquel día y con los pilotos yéndose del podio, tomé una última fotografía a Gené.

El catalán había recogido su casco, su botella de champagne medio vacía, abrazaba su trofeo recién conseguido y se disponía a descansar. Con los ojos cerrados y probablemente pensando en su propio futuro, la imagen me pareció interesante: un piloto que, recogiendo el fruto de su trabajo, sigue buscando nuevas metas. Esa fue y sigue siendo la última fotografía que hice hasta hoy en el circuito del Jarama. Gené, por su parte, volverá este fin de semana a La Sarthe. Mucha suerte.

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Marc Gené