Los acuerdos de colaboración e incluso la cesión de pilotos no es algo nuevo en Fórmula 1 o en el mundo de las carreras en general. Durante décadas, las marcas tenían pilotos en contrato que intentaban colocar en distintos equipos para evaluar o para que el piloto fuese mejorando.

Quizás la fórmula tomó un nuevo matiz cuando Red Bull adquirió Minardi para montar el actual equipo Toro Rosso. Poco importó entonces porque Red Bull estaba lejos de ser una amenaza, y se lograba salvar un equipo en un momento delicado para la Fórmula 1.

Más tarde, Toro Rosso y Red Bull empezaron a asomar la cabeza, y el trabajo de Newey comenzó a llamar demasiado la atención, especialmente con los buenos resultados de Sebastian Vettel en el equipo cantera. Esto motivo una especial regulación que obligaba a los de Faenza a diseñar su propio vehículo.

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Sin embargo, a nadie le pareció preocupar la nula oposición que los pilotos de Toro Rosso presentaban ante los de Red Bull. Sus luchas en pista eran anecdóticas sino inexistentes, lo que sin duda ayudó a pasar desapercibido, y en momentos en los que los Red Bull tuvieron que remontar, no se dio importancia al hecho de que, realmente, había un equipo o estructura con cuatro vehículos, mientras que el resto se tenía que conformar con dos.

Con Toro Rosso pasando de ser farolillo rojo, a estar constantemente en los puntos, estas acciones de ‘no lucha’ se han visto con más frecuencia, pero de nuevo, no se le ha dado la importancia que quizás requería, posiblemente por ser un tema más complicado de solucionar de lo que pueda parecer.

Y así se llega a la situación actual. Una situación donde los grandes inversores han desparecido de todo lo que no sea un gran equipo, y prácticamente todo el que no sea un equipo de fábrica pasa por apuros económicos. Aquí es donde, los que no tienen estos apuros, se hacen fuertes, interviniendo en otros equipos y cediendo a sus pilotos.

Así pues, Ferrari tiene a Haas como equipo b, y ahora también a Sauber, a través de Alfa Romeo, con un piloto titular cedido, así como el tercer piloto. Seis de veinte coches dependiente en mayor o menor medida de Ferrari. Cuatro de veinte con Red Bull, que en ocasiones, como con Daniel Ricciardo en HRT, ha tenido cinco. Y ahora, Mercedes, que parece haber tomado más interés en el tema, especialmente tras ver la competitividad de Haas.

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Aunque la pasada temporada Mercedes tenía cuatro de veinte pilotos, en estos momentos son solo tres, los dos oficiales, y Esteban Ocon en Force India. Trece vehículos de veinte dependientes de los tres grandes equipos, de los dominadores. Prácticamente solo Renault, McLaren, así como Sergio Pérez, con otros intereses, se salen de esta norma.

Un panorama poco halagüeño que destaca tras maniobras como las del pasado Gran Premio de Mónaco, donde en una carrera donde se evidenció que un piloto podía luchar por posición y defenderla de forma satisfactoria, Ocon dejó pasar de forma deliberada a Hamilton. En muchas pruebas se podría defender que el hecho de andar defendiendo, te acaba costando tiempo en una batalla que comienza perdida. Pero Mónaco se sale de esta norma.

Sin la ayuda de Ocon, Hamilton habría perdido el podio, puede que incluso la cuarta posición, con casi toda probabilidad. Pero no pasó. Y si algo no necesitan los tres grandes equipos de la parrilla, es precisamente este tipo de ayuda, con el gran diferencial de rendimiento que hay. De ahí que esta inocente maniobra tenga de trasfondo un tinte más oscuro.

En la mano de la Fórmula 1 queda poner solución a un potencial problema que amenaza con ser más constante en un futuro cercano, pues el interés de Mercedes por adquirir un segundo equipo es cada vez mayor, y ya no quedarían equipos no dependientes de otros equipos. Esto sin entrar en el descalabro que podría hacer en la competición que de pronto, alguno de los fabricantes, decidiese marcharse, como se ha visto tantas y tantas veces.