La alta fiabilidad de los monoplazas de Fórmula 1 actuales impide ver carreras de supervivencia donde ningún piloto tiene asegurado terminar la prueba debido a fallos mecánicos en sus vehículos. Por esta razón, la mayoría de abandonos a día de hoy se producen por accidentes y una pequeña parte son debido a problemas mecánicos. El Gran Premio de Austria ha roto esta tendencia, pues las cinco retiradas (sin contar la ‘repesca’ de Stoffel Vandoorne) que hubo en carrera fueron fruto de fallos técnicos en varios monoplazas.

La primera víctima de la pesadilla mecánica fue Nico Hulkenberg. El piloto alemán se despidió de la carrera antes de tiempo tras una llamativa rotura de su motor Renault. Una gran humareda blanca dejó entrever que Hulkenberg había sufrido un problema en su unidad de potencia, la cual se trataba de la última versión del propulsor del fabricante francés.

El segundo retirado de la carrera en el Red Bull Ring fue más inesperado. El hombre de la pole, Valtteri Bottas, tuvo que decir adiós debido a un problema en la caja de cambios de su Mercedes. Resulta muy extraño ver a un monoplaza de la marca alemana retirarse por fallos mecánicos, pero el finés tuvo que aparcar su vehículo en el césped del trazado para poner fin a su carrera antes de tiempo.

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La siguiente retirada también supuso un gran revés para la carrera. A pesar de tener la victoria prácticamente asegurada con Max Verstappen, las alarmas comenzaron a sonar en Red Bull debido al abandono de Daniel Ricciardo. El piloto australiano recibió un regalo de cumpleaños poco deseado en forma de problema en la caja de cambios que le dejó fuera de la cita de casa de la estructura austriaca. Ricciardo fue el segundo piloto con motor Renault que se retiró de la prueba, razón para que la marca francesa comenzara a preocuparse.

En esta fiesta de problemas de fiabilidad no podía faltar un motor Honda. Brendon Hartley se salió de pista en el último sector poco después del abandono de Ricciardo. Aunque inicialmente parecía un error por parte del neozelandés, al final tuvo que aparcar su Toro Rosso en una de las escapatorias del circuito debido a un problema mecánico. De tratarse de un fallo del motor, sería motivo de preocupación para Honda, ya que la unidad de potencia de Hartley fue reemplazada antes de la carrera por una decisión estratégica.

Tras esta sucesión de abandonos, ya solo quedaba la traca final. Lewis Hamilton comenzó a rodar lentamente en las vueltas finales de la carrera mientras se quejaba de una pérdida de potencia en su monoplaza. El entonces líder del campeonato se retiró de la prueba por un fallo en la bomba de gasolina en una imagen muy poco habitual en la era V6 turbo: dos Mercedes fuera de carrera debido a problemas mecánicos. Sin duda, el Gran Premio de Austria fue una prueba que no dejó indiferente a nadie en cuanto a sorpresas y giros de guion.