La Fórmula 1 regresa a la actividad con la llegada del Gran Premio de Bélgica. El circuito de Spa no es un lugar de muchas alegrías para Carlos Sainz, pues desde su llegada a la categoría en 2015 todavía no ha terminado ninguna carrera en el trazado belga. El madrileño espera que su fortuna cambie para continuar con su buena racha de resultados, pues esta temporada ha finalizado en los puntos en todas las pruebas en las que ha llegado a la meta.

“Spa es uno de mis circuitos favoritos, pero, extrañamente, nunca he terminado una carrera de Fórmula 1 allí. Creo que la de 2016 fue todavía más frustrante que la de 2015 porque hice una de las mejores primeras vueltas de mi vida. Comencé el 15º y era séptimo tras el primer giro. Pero, de repente, tuve un pinchazo en mitad de la recta debido a trozos de fibra de carbono. Mala suerte. A la tercera será la vencida, dicen”, relató Sainz de cara al fin de semana.

A pesar de su mala suerte en territorio belga, el piloto de Toro Rosso afronta con entusiasmo el desafío que supone Spa para coches y pilotos. “Me gusta correr en Spa porque es un circuito que tiene un poco de todo. Tiene largas rectas donde puede haber buenos adelantamientos, pero también buenas curvas. El segundo sector en particular es muy fluido. Es difícil encontrar un compromiso en cuanto al equilibrio del coche y el ‘set-up’ para las largas rectas y el segundo sector, pero disfruto del desafío”, explicó el madrileño.

“Hay una curva que quizás no sea tan famosa como otras, pero que me gusta mucho y es una de las más complicadas. Cuando hablas de Spa, todo el mundo piensa en Eau Rouge, pero una de las curvas más difíciles en el mundo es Pouhon. Pasamos por allí a unos 260 km/h, en séptima marcha, y es una curva que siempre hay que tener en mente”, admitió Sainz.