Chris Stevens era un ficticio locutor de radio en una pequeña comunidad rural llamada Cicely, que llenaba de filosofía cercana y poesía improvisada la mítica serie 'Doctor en Alaska' (Northern Exposure, en su versión original). Chris tenía muchos dichos propios; uno de ellos era: "A veces hay que hacer algo malo para sentirse vivo". Y aunque esa maldad no tiene que ser dañina ni perversa para con nadie, está en lo cierto. Quizá por eso Felipe Massa se saltó el reglamento y ofreció a su público una serie de trompos justo al término del Gran Premio de Brasil. Y, ¿por qué no? Era la última carrera de la temporada. ¿Cómo no ofrecer espectáculo aun cuando ya ha caído la bandera de cuadros? ¿No es acaso de lo que vive Ecclestone: del espectáculo que ofrecen los pilotos?

BARRICHELLO, EL SIMPÁTICO BRASILEÑO
Y es que Brasil se merece más alegrías. El país sudamericano ha contado tradicionalmente con grandes figuras en la parrilla de Fórmula 1 que han asegurado momentos de emoción y alegrías. Pero este año Felipe Massa ni siquiera ha logrado subirse al podio en una ocasión. La afición brasileña es apasionada y orgullosa como casi todas. Pero sobre todo fiel, como pocas; como muy pocas. Y de entre todos los pilotos brasileños que este fin de semana disputaron el Gran Premio de Brasil de 2011, sólo uno de ellos corrió al lado de un mito: Ayrton Senna.

Ése es Rubens Barrichello (ver perfil del piloto), el simpático casi cuarentón que sigue empeñado en continuar su ya dilatada carrera en Fórmula 1. Su situación es muy complicada, y muchos creen que la de esta temporada ha sido su última carrera. De ser así, diremos adiós a uno de esos pilotos carismáticos (véase Gerhard Berger, Jean Alesi, Gilles Villeneuve…), míticos y queridos que, sin haber ganado nunca un mundial, dejan un poso muy importante en el corazón de los aficionados (vistan del color que vistan) y en la historia de este deporte. Y aunque Rubens asegura que le veremos el año que viene en un equipo Williams mejorado (el que sí que se va es Patrick Head), bien se merece un pequeño homenaje para celebrar el Gran Premio de Brasil, última carrera del año.

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Barrichello junto a sus hijos y el resto del equipo en el GP de Brasil 2011

ALDABONAZOS SONOROS
Corría el año 1993. Jordan comenzaba la tercera temporada de su historia tras un prometedor 1991 y un desastroso 1992. El 193 era un bólido diseñado por Gary Anderson con motor Hart 035 V10. El modesto equipo irlandés comenzó con muchas ganas e ilusión, fichando a un joven de 21 años brasileño recién llegado de la Fórmula 3000, donde había quedado tercero en el campeonato. Con un chasis competitivo y un bólido con potencial, todo se fue diluyendo poco a poco por infinidad de problemas técnicos, mecánicos e hidráulicos. No eran grandes roturas, sino contratiempos casi nimios, pero que les obligaron a abandonar en demasiadas carreras y a hipotecar otras tantas.

La gran decepción llegó en Donington Park. Si un año antes la remontada de Ayrton Senna pasó a la historia, esta vez era Barrichello quien osó a colarse entre los primeros en su tercera carrera en Fórmula 1 tras partir decimosegundo en la parrilla. Al pasar por la recta principal en la primera vuelta, ya era cuarto. Impresionante su actuación sobre una difícil pista técnica empapada de agua de lluvia. A lo largo de la carrera, y tras los repostajes pertinentes, Barrichello ocupó siempre algunas de las tres primeras posiciones. Cuando todo parecía indicar que la fiesta brasileña iba a estallar, la bomba de la gasolina le jugó una mala pasada y tuvo que abandonar. Pero su actuación, defendiéndose con uñas y dientes contra grandes consagrados como Patrese o el mismísimo Senna, no pasó desapercibida a nadie. No son pocos los que, pese a no haber puntuado, le consideraron el debutante del año, por delante de otros que sí sumaron puntos. La historia del piloto con más participaciones en la Fórmula 1 sólo acababa de empezar.

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Barrichello con el Jordan 193 se retira por fallo en la bomba de gasolina a 6 vueltas del final.
GP de Europa (Donington, 11 abril 1993
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AÑO AGRIDULCE
Todos los que lo seguimos en directo tenemos grabado la temporada de 1994 como una de las más tristes que se recuerdan. Y eso que lo hicimos desde nuestras casas. Rubens Barrichello lo tuvo que vivir en primera persona. Afrontaba su segunda temporada en Fórmula 1 en el que sería un año convulso, difícil, tráfico y crucial en el futuro de la competición. Pero, por encima de todo, significó la desaparición de dos seres humanos, dos pilotos, dos amigos: Rolad Ratzenberger y Ayrton Senna da Silva.

El mismo Rubens fue el protagonista el viernes de Imola de un dantesco accidente que le dejó herido. Rubens era joven y vivía un deporte que, aunque llevaba disfrutando de doce años sin desgracias, seguía siendo terriblemente peligroso y con unas medidas de seguridad menores que las actuales. Pero Rubens sacó fuerzas de donde no las había y se recuperó física y moralmente. En Bélgica, Rubens logró su primera Pole (y batió el récord de precocidad) en una fiesta celebrada por todo lo alto por su equipo en los boxes, con la prensa internacional invitada, pues la lluvia había adulterado la sesión clasificatoria. Pero no importaba: era primero, aunque poco le durara en la carrera.

Estaba aprendiendo y madurando: esa temporada la arrancó delante de su afición, en Interlagos, con un gran cuarto lugar, y logró su primer podio en la siguiente carrera de Aida. Pero los abandonos continuaron, y Rubens nunca pudo disfrutar de consistencia en su monoplaza ni de estabilidad para centrarse. La amistad con Senna le había hecho a Ayrton plantearse muy seriamente invertir en el equipo Jordan a finales del año anterior. Muchos veían en Rubens al protegido de Senna. Pero de un zarpazo, la muerte lo desbarató todo. Rubens se quedó solo, pero no abandonado.

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Barrichello sufre un grave accidente durante la calificación en el GP de San Marino (1994)

LAS ÚLTIMAS TEMPORADAS CON JORDAN
En 1995 Jordan fue motorizado por Peugeot, y la fiabilidad no mejoró en absoluto. Los abandonos, tanto por accidentes (chocó en Silverstone) como por roturas (Barcelona y Hungría) le hicieron abandonar en la última vuelta en tres ocasiones cuando tenía asegurados siete puntos. El segundo lugar de Canadá fue prácticamente la única alegría del año. Y las cosas no iban a mejorar a corto plazo: fue el único podio que lograría en esa temporada.

En Brasil, otra vez delante de su público, el Jordan amarillo plátano estaba deleitando a la afición rodando en posiciones de cabeza, presionando al Ferrari de Schumacher que rodaba tercero (a quien incluso llegó a adelantar en la S de Senna), cuando un sobrecalentamiento de los frenos le llevó a la escapatoria de tierra. La mala suerte que le daba Brasil le llevaba primero a hacerse ilusiones ante su afición para, después, terminar abandonando. Tras de un segundo lugar en Mónaco en 1997 (ya con Stewart GP, en una de las tres únicas carreras que concluyó), Barrichello tuvo que esperar a 1999 para disfrutar de un coche medianamente competitivo. Con él logró la tercera posición en la parrilla de Brasil. Y vuelta a empezar: lideró algunas vueltas hasta que la rotura de su motor le dejó tirado cerca de la 'Subida do boxes', delante de un público atónito.

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Barrichello se queda tirado con el Stewart Ford SF3 en Interlagos (1999)

LA PRIMERA MÁGINA VICTORIA
Rubens tuvo que esperar a fichar con Ferrari para hacer su sueño al fin realidad: ganar una carrera de Fórmula 1. Pero no fue en Brasil, sino en Alemania. Aquella inolvidable, caótica y mítica carrera en el auténtico Höckenheimring (ya desaparecido) le valió el reconocimiento unánime de toda la parrilla. Debajo de una tromba de agua, Rubens demostró por qué era considerado uno de los mejores en condiciones cambiantes: arrancó decimoctavo y fue adelantando a sus rivales como si fueran coches doblados. Además, gracias a no parar para montar neumáticos de lluvia, logró ir ganando posiciones hasta ponerse primero, beneficiándose también por los numerosos accidentes de sus rivales.

La radio del brasileño aún montado en su F1-2000, llorando tras ser felicitado por Ross Brawn, sigue poniendo la carne de gallina. Como su imagen en el podio, secándose las lágrimas con una bandera brasileña, recordando quién sabe qué momentos, quién sabe qué amigos y quién sabe qué promesas.

INCOMBUSTIBLE
Pero su relación con Ferrari no iba a ser tan placentera como aquel fin de semana. La predilección de Maranello por Michael Schumacher le condenó a un papel de segundo piloto que se negó a aceptar ante las cámaras, pero que acató en las pistas, no sin más de una muestra de disgusto y casi desobediencia. Han sido muy comentados, y recientemente, las órdenes de equipo de Austria. Y seguro que no queremos quedarnos con esas imágenes a la hora de recordar la carrera de Barrichello. Queremos quedarnos con sus once victorias (nueve con Ferrari); la última, en Monza de 2009, con Brawn GP, escudería que supuso su última oportunidad de triunfar en Fórmula 1. Pero aquel año la supremacía del equipo la aprovechó Jenson Button, que se convirtió en campeón mundial, dejando a Rubens una vez más como campeón sin corona.

La pasión de Barrichello por la Fórmula 1 le ha llevado a querer prolongar su carrera tanto como sea posible; sigue disfrutando de este deporte, aunque su rendimiento deje bastante que desear en algunas ocasiones, mientras que en otras es capaz de hacernos levantar de nuestros asientos: su adelantamiento a Schumacher en Hungría de 2010 sigue poniendo los pelos de punta, al meterse por un hueco casi inexistente. La maniobra defensiva del que fuera su compañero de equipo ha avivado una enemistad que parece continuar en la actualidad. Una actualidad en la que Barrichello sigue siendo el piloto en activo más veterano. Es el primero en sobrepasar las 300 carreras disputadas, y asegura que tiene cuerda para rato. En cada podio, Barrichello es un espectáculo: salta, baila (o lo intenta) y bromea casi como si de una caricatura se tratara. Él lo justifica asegurando que un amigo suyo se quejaba porque los pilotos de Fórmula 1 siempre parecían muy aburridos en el podio, y le prometió hacer algo especial siempre que subiera a uno. Y lo hizo; no sólo en el podio, sino sobre la pista. Barrichello era capaz de hacer cosas muy especiales, y le recordaremos por eso. Por su eterna sonrisa, por su humor y por su temperamento firme y apasionado.

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Barrichello y Schumacher en el podio del GP de Australia (2000)

FELIZ INVIERNO
La última carrera de la temporada ya ha finalizado. Eso significa que nos preparamos para los fríos meses invernales (en Europa) de sequía de gasolina. Ya no oiremos el estruendo del pelotón ni los frenos chirriar en las frenadas. La temporada 2011 ha terminado como empezó: con un claro dominio de Red Bull y Sebastian Vettel. Quien dentro de unos años eche un vistazo a las tablas de tiempos creerá que ha sido un año aburrido y sin interés. Craso error; aunque no hubo emoción en la consecución de ambos mundiales, hemos aprendido a buscar diversión en infinidad de situaciones y detalles de importancia, disfrutando de este deporte igual que en anteriores monopolios, como el de McLaren en los 80, el de Williams en los 90 o el de Ferrari a principios de este siglo. Disfrutando de las victorias de un gran piloto como es Sebastian Vettel, y un equipo sólido, completo y fiable como Red Bull Racing.

Una temporada en la que se ha registrado un número récord de adelantamientos (más de 1.000), gracias en gran parte al alerón móvil y, sobre todo, a los neumáticos Pirelli de degradación programada. Pero ni aun así nadie ha podido con los favoritos. Esta época es histórica, pues hace muchos años que no hay un ganador tan claro en ambos mundiales. Sólo queda saber cuánto tiempo pasará hasta que, como toda racha, pase y se inicie otra. Quien esté más atento podrá sacar provecho, tomar el relevo y beberse hasta exprimir las latas de la bebida energética. Mientras tanto, es hora de invernar echando mano de la videoteca y de algún que otro libro y revista en blanco y negro. Feliz invierno.

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