Un modelo mítico, una restauración impecable, un largo historial en competición y la leyenda del cavallino en su afilado hocico han sido argumentos de suficiente peso para que este negro TR250 -el cuarto fabricado de esa serie y el segundo que Ferrari vendió a un piloto particular- cambiara de dueño el pasado fin de semana en una subasta organizada por RM Auctions. El comprador, que permanece en el anonimato, pujó telefónicamente por el coche contra otros dos postores y finalmente se hizo con el deseado Testa Rossa negro de 1957, con el que Piero Drogo, su primer propietario, logró un cuarto puesto en los 1.000 kilómetros de Buenos Aires de 1958 relevándose con el venezolano Sergio González. Originalmente el coche estaba pintado de blanco, pero el estadounidense Allan Connell lo compró en 1960 y lo pintó en la combinación de negro y rojo que ha mantenido hasta la fecha.
Ferrari organizó esta subasta, denominada 'Leggenda e passione', con la intención de pulverizar todos los récords, pero no ha sido todo lo lucrativa que esperaban en Maranello. De hecho las estimaciones internas preveían alcanzar los 12 millones de euros por este coche, que al final se quedó en tres menos. Otro de los vehículos presentados fue el Ferrari 330 P4 con el que el italiano Lorenzo Bandini y el neozelandés Chris Amon vencieron los 1000 kilómetros de Monza de 1967. El precio de salida de esta joya era de 7,25 millones de euros.
Este Testa Rossa desbanca a un hermano suyo, pues hasta la fecha el coche más caro de la historia era otro Ferrari, un 250 GT SWB California Spyder que el año pasado bajó el martillo en más de siete millones de euros. En el “Top 10” de los coches más caros hay cuatro Ferrari, tres Bugatti (dos de ellos Royale), dos Mercedes y un Rolls-Royce. La crisis seguramente haya afectado a la cotización del modelo, pero precisamente por ello seguramente el comprador haya hecho un buen negocio. Dentro de unos años, cuando la economía se estabilice, este coche valdrá unos cuantos millones de euros más; seguro.
