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Que haya una bandera amarilla en medio de una carrera suele ser algo habitual, a veces por un accidente, otros por restos de piezas, y otras, incluso por animales en pista como Dragones de Komodo o Canguros, que se lo digan al GP de Singapur o a las 12h de Bathurst. Pero lo visto este pasado domingo en el GP de Alabama de la Indycar en el gran circuito de Barber, es un nuevo e inexplorado capítulo en la historia de invitados inesperados a una gran carrera: Un maniquí. Uno que de hecho tiene incluso nombre, se llama Georgina.
Era la vuelta 52 del GP de Alabama cuando de repente se sacó una bandera amarilla. El culpable era una forma humanoide cayendo desde el puente justo encima de la pista al trazado, ya en la escapatoria de cesped.
"No es una persona real, debemos señalarlo de inmediato", informaba rápidamente la retransmisión de la NBC. Por suerte los responsables y comisarios de la prueba también se dieron cuenta pronto de que se trataba de un maniquí, que estaba colgado en el puente pero que se acabó desatando y cayendo, por suerte, fuera del asfalto pero lo suficientemente cerca para alterar el desarrollo de la prueba e incluso para que uno de los monoplazas se llevara una de sus manos, ligeramente asomando en pista.
Una extraña tradición de Bamber que acabó desatada
Lo más curioso es que esto no fue la locura de un aficionado, sino una larga tradición del circuito de Barber puesta por el mismo propietario del trazado George Barber, en forma de un maniquí que incluso tiene nombre, Georgina. Y es que según el extenso lore de la Indycar, Georgina es una loca aficionada de la Indycar que se atreve a ver la carrera asomándose por el puente.
La anécdota se hizo aún más surrealista cuando resulta que el maniquí acabó cayendo a la pista inicialmente de pie, aunque al caer ya del todo dejó sus manos asomando por la pista con consecuencias terribles para una de las manos de Georgina.
Esto para el público americano seguramente fuera una anécdota más, pero para nosotros los europeos ver cómo un objeto así acaba invadiendo la pista no solo podría resultar inicialmente surrealismo puro, sino algo que, con los estándares de seguridad propios de la FIA en sus distintos campeonatos, jamás imaginaríamos ver en una carrera, pero esto es América amigos.
Y por si te lo preguntas, sí Georgina, más allá de la mano que perdió al paso de uno de los Indycar, sobrevivió bastante bien a su inesperada aventura por la pista, como ha podido probar el periodista de Indystar Nathan Brown.
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Especializado en el mundo del motor, la competición y la tecnología, Antonio Ramos Ochoa es redactor de Car and Driver. Se comenta que antes de bajarse del carro ya iba diciendo el nombre de los coches que iba viendo por la calle. Unos cuantos años después sigue hablando de una de sus pasiones aquí. Aficionado al Motorsport, el cine, videojuegos y la historia, incluso se desfoga de vez en cuando al volante de un kart o un simulador.
