El gobernador de Tokio, Yoichi Masuzoe, ha declarado al diario The Wall Street Journal que costará 4.000 millones de yenes -295 millones de euros al cambio actual- desarrollar la infraestructura de repostaje de los vehículos que movilicen la 'sociedad de hidrógeno' a la que la ciudad aspira convertirse para los Juegos Olímpicos de 2020.

Si la capital japonesa dejó huella con su acogida del evento en 1964 por el tren bala, en esta ocasión el objetivo es transmitir la imagen de una población comprometida con el uso de tecnologías alimentadas con el más ligero de los elementos químicos. La conversión comporta renovar su sistema de transportes públicos y concienciar a los particulares para cambiar sus automóviles.

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Tokio pondrá en sus calles un centenar de nuevos autobuses propulsados por hidrógeno y trabaja con tres grandes fabricantes nacionales, Honda, Nissan y Toyota, para que en 2020 circulen "decenas de miles" de coches de estas características -el Gobierno japonés se conforma con, al menos, 6.000-. Las autoridades locales prevén que la cifra aumente incluso hasta 100.000 en 2025.

La primera y la tercera marca, los mayores adalides de este tipo de movilidad, de momento manejan expectativas más comedidas: Toyota espera alcanzar un ritmo de fabricación del Mirai de 3.000 unidades anuales en 2017 y Honda no ha realizado todavía las pertinentes cuentas relativas a su prototipo FCV de 2014.

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En lo que sí se han volcado las tres es en sufragar gran parte de los gastos de mantenimiento de las estaciones de repostaje a la que se destinarán esos 4.000 millones de yenes. La aportación individual ascenderá a 69.500 euros por cada una que se construya, de forma que, en conjunto, se superen los 44 millones de euros cuando se inauguren los Juegos Olímpicos.

Toyota colaborará también con Tokio en la implementación de un sistema de obtención del hidrógeno basado en métodos no contaminantes, una de las críticas más importantes que se achacan a esta energía. En lugar de recurrir a las técnicas actuales de generación de electricidad o al metano, el fabricante está poniendo ya a prueba en Kawasaki y Yokohama un mecanismo que parte de la energía hidroeléctrica. Lo aprendido en estos exámenes se trasladará posteriormente a Tokio en 2020.

Por su parte, el gobierno local de la capital nipona ha reservado 340 millones de euros en ayudas a la compra de coches de hidrógeno y a la instalación de puntos de repostaje. Además ampliará la red de carriles bici y caminos peatonales para fomentar la reducción de la contaminación y ofrecer un aire más limpio aún de cara a la cita dentro de un lustro.

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